Es imposible avanzar en la vida si tienes puesta tu mirada en el pasado.
Jesús enseño lo siguiente en Lucas 9:62 , la versión TLA enseña lo siguiente “Jesús le dijo: —No se puede pertenecer al reino de Dios y hacer lo mismo que hace un mal campesino. Al que se pone a arar el terreno y vuelve la vista atrás, los surcos le salen torcidos.”
Los surcos de nuestra vida están torcidos en más de una oportunidad por poner nuestra mirada en el pasado y no encausarnos con toda nuestra atención, fuerzas y recursos en el futuro.
El pasado, pasado es, y por más que quieras cambiarlo, no podrás hacerlo. Solo puedes gestionar sabiamente el presente, el cual te conducirá a un futuro exitoso.
Los momentos penosos dejan huellas difíciles de borrar. Olvida el pasado. No revivas el daño que te hicieron. No menciones constantemente tus fracasos o resentimientos, trayéndolos a tu vida a cada momento. Esto profundizará las heridas y las huellas de dolor en tu corazón. Algunos al hablar de sus problemas o de los conflictos que tuvieron que enfrentar con algunas personas años atrás lo hacen con tanta euforia, que se puede ver fácilmente el dolor y la rabia aun contenida en sus comentarios, como si todo hubiese ocurrido ahora mismo.
Cuando recuerdas la angustia y los dolores del ayer eres esclavo del sufrimiento. Querido amigo toma hoy una determinación. San Pablo lo hizo y propuso poner fin a lo que quedo atrás y decidió enfocarse en los nuevos desafíos que estaban por venir.
Un nuevo día amanece para ti hoy, se sabio y disfruta este momento, proyéctate hacia lo que tienes por delante. Respira profundamente y percibe el fresco aroma de tu porvenir. En las manos de Dios todos tus días son provechosos. Él tiene mucho más para ti. Este es el comienzo de nuevas etapas.
Tus pensamientos presentes son elementos claves para edificar un futuro de calidad. Si lo crees, activa tu fe mirando con optimismo el porvenir, planifica, establece metas en Dios, sueña en grande, lo mejor para tu vida comienza hoy.
Te invito a que juntos hagamos esta oración
Querido Padre celestial: He atravesado momentos difíciles. Fueron tan duros y complicados que aun hoy, con mis palabras y pensamientos los revivo a cada momento. Pero hoy decido cambiar mi destino. Quiero ser libre del pasado y del dolor. Decido perdonar y olvidar todo aquello que lastimo mi vida. No me apartaré de ti ni miraré atrás a viejos caminos.
Llevo puesto el casco de la salvación para proteger mi mente de pensamientos negativos y dolorosos que pudieran a partir de hoy desviarme de tus propósitos y planes para mí.
Con tu ayuda me propongo disfrutar todo lo que el presente me brinde. Sé que caminas a mi lado. Esto me da fuerzas y confianza para enfrentar el futuro. Pido, creo y recibo todo esto en el nombre de Jesús, Amen
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