Con qué lentitud y quietud hace Dios
cosas majestuosas como un atardecer. Cuando nos presenta un espectáculo de luz,
como cuando exhibe un atardecer, la salida de la luna, un arcoíris, las nubes o
cualquiera de Sus magníficas y bellas obras de arte... ¡debemos parar a
mirarlo, debiéramos prestar atención! Una mariposa, una flor, un árbol, una
tormenta… ¡tantas cosas demuestran la belleza y Su poder!
Deberíamos poner atención cuando Él hace
esas cosas. Él crea toda esa belleza para bien nuestro. Por eso deberíamos
manifestar cierto aprecio, cierta gratitud y alabanza; si no,el Señor termina
siendo como un actor sin público. «El Dios vivo, que nos da todas las cosas en
abundancia para que las disfrutemos». (1 Timoteo 6:17)
Es
bellísimo poder contemplar Sus obras pictóricas a pesar de toda la
contaminación y confusión que hay en el mundo en la actualidad. Deberíamos
detenernos a admirar la obra de las manos de Dios en el momento en que Él
presenta semejante espectáculo. Cuando el Señor está haciendo algo como
pintar una puesta de sol, es una buena ocasión para hacer una pausa y
admirarla, y demostrarle aprecio a Él.
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