viernes, 13 de noviembre de 2015

Las dificultades nos enriquecen

LAS DIFICULTADES NOS ENRIQUECEN
Puede que lo siguiente no te parezca muy alentador, pero lo es: Dios no solo permite que pasemos dificultades, sino que en muchas ocasiones es Él mismo quien nos las envía. Las concibe especialmente para nosotros, y lo hace con el expreso propósito de acercarnos a Él. Nos aprieta las clavijas para que clamemos a Él pidiendo ayuda. No lo hace con intención de hacernos daño ni castigarnos, sino para fortalecernos. Sabe que depositando nuestra confianza en Él, aumentará nuestra fortaleza espiritual y nuestra resistencia a las dificultades de la vida, y que al pasar tiempo junto a Él y volvernos más semejantes a Él, a la larga seremos más felices y nos sentiremos más satisfechos.
Si nos volvemos a Jesús en nuestra hora de adversidad, Él nos demostrará cuánto nos quiere. Tal vez el problema no desaparezca instantáneamente, pero Él nos dará «la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento» y nos ayudará a apreciar el bien que obra en nuestra vida. Se ha dicho que si no hubiera noche, no se verían las estrellas.
 Cuando tenemos una actitud humilde y confesamos mansamente que tenemos necesidad de Dios, Él puede intervenir y prestarnos asistencia. Cuando estamos vacíos, Él tiene oportunidad de llenarnos. Cuando admitimos que somos incapaces, Él puede conferirnos Su poder, para que éste obre por medio de nosotros cosas que de ningún modo podríamos lograr por nuestra cuenta.
Las dificultades nos enriquecen. Nos trasladan del plano de la cotidianidad superficial y el ajetreo de la vida moderna a la dimensión espiritual, que es más profunda. Asimismo, al percibir el poder divino y ver cómo Dios nos saca adelante en situaciones difíciles, aumentan nuestra fe y nuestra esperanza en que Él velará por nosotros cualesquiera que sean las tempestades que se nos presenten. «La tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza.»

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