Para nuestro aniversario de bodas, mi esposo alquiló una bicicleta tándem para que disfrutáramos de una romántica aventura juntos. Al empezar a pedalear, pronto me di cuenta de que, como yo iba atrás, los amplios hombros de mi esposo eclipsaban mi visión del camino. Además, mi manubrio era fijo y no afectaba la dirección de la bicicleta. El manubrio frontal era el que determinaba nuestra dirección; el mío servía solo para apoyarme. Tenía la opción de sentirme frustrada por mi falta de control o disfrutar del paseo y confiar en que Mike nos guiaría a salvo por el camino.
Cuando Dios le pidió a Abram que dejara su tierra y su familia, no le dio demasiada información respecto al destino. Nada de coordenadas geográficas. Ninguna descripción de la nueva tierra o de sus recursos naturales. Ni siquiera una indicación del tiempo que llevaría llegar allí. Dios simplemente le dijo que fuera a la tierra que le mostraría. La obediencia de Abram a la instrucción divina, a pesar de la falta de detalles que la mayoría de los humanos anhela, se le atribuye como fe (Hebreos 11:8).
Si nos enfrentamos a la incertidumbre o la falta de control en nuestra vida, imitemos el ejemplo de Abram de confiar en Dios y seguirlo. Él nos guiará bien.