Hay un sencillo secreto que enlaza el Antiguo y el Nuevo Testamento y hace del estudio del Antiguo Testamento un deleite que nunca se acaba. El Antiguo Testamento ha sido diseñado como un libro de imágenes que ilustran con historias fascinantes las verdades espirituales presentadas en el Nuevo Testamento. Esto es especialmente cierto de los libros de Moisés (de Génesis a Deuteronomio) y el libro de Josué, porque en las historias de la vida de hombres como Abraham, Jacob y Moisés tenemos además una representación simbólica del progreso del crecimiento espiritual.
Una de las pruebas más convincentes de la inspiración de la Biblia es la facilidad con la que el Espíritu de Dios tomó la historia sencilla, los hechos tal y como se vivían día tras día, y dejó constancia de ellos de tal manera que quedasen entrelazados juntos, formando un patrón totalmente exacto del desarrollo de la vida espiritual. En otras palabras, lo que tuvo lugar desde el punto de vista físico en el Antiguo Testamento es una imagen para los creyentes de hoy acerca de lo que sucede desde el punto de vista espiritual en su propio crecimiento en la gracia.
No es imaginación ver el Antiguo Testamento de esta manera, encontrando pruebas más que suficientes en el Nuevo Testamento mismo de que es así como Dios planeó la estructura de Su libro. Pablo se refiere a muchos incidentes en la historia de Israel y concluye el relato con estas palabras: “Todas estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, que vivimos en estos tiempos finales” (1 Corintios 10:11).
Hay necesidad, como es natural, de mantenernos en guardia en contra de las interpretaciones extrañas e imaginativas. Debemos movernos con cuidado para no extralimitarnos respecto a las leyes de la interpretación. Pero sería una lástima pasar por alto las interpretaciones sobre las ilustraciones del Antiguo Testamento acerca de las grandes verdades de la fe cristiana reflejadas en el libro de Romanos y en otros lugares. Tal vez la más clara y de más ayuda de todas estas descripciones del Antiguo Testamento sea la crónica de la vida de Abraham, que empieza en el distante Ur de los Caldeos y termina por fin en la cueva de Macpela cerca de Hebrón en Canaán. Abraham es claramente el ejemplo del hombre de fe. Una y otra vez en el Antiguo Testamento se le presenta ante nosotros como el ejemplo de cómo Dios obra en la vida de un hombre para cumplir Sus promesas de gracia. Abraham es sin duda el principal de los héroes de la fe que se mencionan en el capítulo 11 de Hebreos, y además de la fe cristiana hay dos otras grandes religiones en el mundo que le tienen en gran estima.
Por lo tanto, bien podemos empezar el estudio de la vida de este hombre sintiéndonos emocionados. Nosotros mismos nos veremos reflejados en Abraham. Al seguir el curso de la historia de su vida, descubriremos los secretos mismos por medio de los cuales el Espíritu de Dios tiene la intención de transformarnos a nosotros de peregrinos vacilantes en hombres y mujeres de fe firme, dignos de colocarnos junto a los héroes de Hebreos 11.
|
No hay comentarios.:
Publicar un comentario