EL AMOR ECHA FUERA EL TEMOR
Philip Yancey
La fe no es algo estacionario, ni una habilidad que puedo llegar a dominar. Se me presenta como un regalo de Dios, y tengo que pedirlo en oración día tras día, al igual que oro por el pan de cada día. Una amiga mía que quedó paralizada tras sufrir un accidente asocia estrechamente el momento más decisivo de su fe a ese principio.
No se sentía capaz de enfrentar una vida de parálisis total; no obstante, de lo que sí se sentía capaz era de encarar sus circunstancias un día a la vez, con la ayuda de Dios. La Biblia contiene 365 órdenes de «no temer»: es la instrucción más reiterada en toda la Biblia. Es como si se nos quisiera recordar diariamente que enfrentaremos dificultades que naturalmente nos provocarán temor.
«En el amor no hay temor», escribe el apóstol Juan, «sino que el perfecto amor echa fuera el temor…» Y luego procede a señalarnos la fuente de ese amor perfecto: «Amamos, porque Él nos amó primero».
Dicho de otro modo, la cura para el temor no se consigue cambiando nuestras circunstancias sino más bien arraigándonos firmemente al amor de Dios. Yo le pido a Dios que se me revele de manera directa, o a través de mi relación con las personas que también lo conocen, oración que a Dios agrada sobremanera responder.
La Familia Internacional
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