En algún momento a todos nos ha pasado que unas palabras de aliento influyeron palpablemente en nuestro humor o alteraron radicalmente el curso de los acontecimientos, por el solo hecho de que nos inspiraron y cambiaron el cariz de la situación. Tal vez nos encontrábamos al borde del colapso, y esa infusión de ánimo nos abrió todo un nuevo horizonte de posibilidades. O simplemente estábamos agotados después de una larga jornada, y esas palabras de aliento nos reconfortaron y nos devolvieron las energías.
Un día mi marido hizo un experimento que desde entonces me ha servido de recordatorio de que debo ser pródiga con mis gestos y palabras de aliento.
Íbamos en bicicleta por un sendero de montaña y, como de costumbre, habíamos llevado a nuestra perra Iris. Le encanta andar por los montes, y es muy veloz.
Mientras pedaleábamos trabajosamente cuesta arriba, ella correteaba a nuestro alrededor muy acelerada y llena de energía. Sin embargo, vimos que cuesta abajo le costaba mantenerse a nuestro lado. La superábamos un poquito en velocidad y, aunque al principio intentó seguirnos el ritmo, enseguida se desanimó y desistió.
En ese momento la solución lógica habría sido reducir la marcha para que nos diera alcance. Pero mi marido dijo: «Veamos qué pasa si la motivamos un poco». Continuando cuesta abajo la fue arengando: «¡Vamos, Iris, que tú eres muy rápida! ¡Puedes seguirnos el ritmo! ¡Corre!»
Al instante fue como si Iris se llenara de bríos y renovada energía. Enseguida nos dio alcance, feliz de estar nuevamente a nuestro lado. Pero cuando dejó de escuchar las palabras de aliento, perdió la motivación y se quedó otra vez rezagada. Una nueva ráfaga de aliento la volvió a espolear.
Al cabo de un rato redujimos la marcha para hacérselo más fácil, pero ese experimento quedará para siempre grabado en mi memoria como muestra de la eficacia y del efecto que pueden tener las palabras positivas. Me recuerda que debo tratar de infundir ánimo a quienes me rodean. Es algo muy sencillo que puede estimular a alguien a desarrollarse en toda su capacidad.
¿Hay algún compañero de trabajo o familiar con quien tienes una relación un poco estéril? Intenta hacer uso del poder del aliento y verás cómo esa relación mejora, se revitaliza y se renueva.
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