martes, 3 de enero de 2017

Alunizaje

ALUNIZAJE
Ha pasado casi medio siglo desde que Neil Armstrong declaró el 21 de julio de 1969: «Es un pequeño paso para un hombre, pero un salto gigantesco para la humanidad». Fue un momento memorable, la primera vez que un ser humano ponía pie en la superficie de la Luna.
La pericia tecnológica llevó a la tripulación de Apolo 11 donde nunca nadie había llegado. Es difícil imaginar los pensamientos y las emociones de los astronautas y sus familias. Sin embargo, cuando el módulo lunar acababa de posarse se produjo un hecho sorprendente, poco divulgado, pero muy revelador.
El compañero de Armstrong, el astronauta Buzz Aldrin, había ido preparado. Antes que ninguno de los dos saliera del módulo, leyó en silencio una selección de palabras de Jesús del Evangelio de Juan. Luego tomó un minúsculo cáliz y una pequeña porción de pan y vino. Así se lo describió Aldrin a la revista Guideposts en 1970:
«Vertí el vino en el cáliz que me habían dado en la iglesia. Al ser la gravedad de la Luna seis veces menor que la de la Tierra, el vino subió lenta y grácilmente por las paredes de la copa. Fue interesante pensar que el primer líquido vertido en la Luna y el primer alimento comido allí fueron las especies sacramentales». Por política de la NASA, la ceremonia no se publicitó en aquel momento. Desde entonces, sin embargo, ha quedado bien documentada.
Aldrin no fue el único astronauta que expresó su gratitud y reverencia a Dios. Un año antes, Frank Borman participó en la primera misión tripulada que circunvoló la Luna. Observando nuestro planeta desde una distancia de 400.000 kilómetros, envió un mensaje por radio en el que citaba la primeras palabras del Génesis: «En el principió creó Dios los cielos y la tierra».
Más tarde explicó: «Sentí con tremenda intensidad que tenía que haber una potestad superior a cualquiera de nosotros, que Dios existe y que hubo claramente un principio».
Cuando esos hombres dieron esos pasos espectaculares dentro de aquel programa de exploración, Dios estuvo con ellos. ¡Ojalá que al dar los primeros pasos de este Nuevo Año descubramos también y reconozcamos la presencia de Dios en nuestra vida!
Tomado de La Familia Internacional

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