Lo que es importante en este versículo es que nos fijemos en lo que es la base de la victoria obtenida por los vencedores. ¿Cómo lograron vencer? Si hay alguna manera de que usted y yo podemos escapar a estas presiones extremas del error teológico actual, será de esta misma manera. Entendemos esta manera de vencer no tanto observando lo que dice Juan, sino por lo que no dice. Estos “hijitos” que son “de Dios” vencieron a los falsos maestros, con todo su error sutil y pernicioso presentado de una manera tan hermosa y atractiva, no porque tenían una inteligencia superior. No hay nada de esto. Juan dice: “Los vencisteis porque el que está en vosotros es superior al que está en el mundo”. En otras palabras, no fue nada que tuviesen estos cristianos lo que les libró, sino el que moraba en ellos. Fue la grandeza de Dios lo que les mantuvo rectos, y es lo que nos mantendrá también a nosotros rectos.
Cuando mira usted a su alrededor y se encuentra con el éxito del mal en la historia, y especialmente en nuestro tiempo, puede usted darse cuenta de que el enemigo tiene un gran poder. Piense usted en nuestro mundo y todo lo que está sucediendo en términos de agonía, de lucha, del mal, de violencia y aflicción, y abundando por todas partes la confusión. Cuando pensamos en la violencia, la pasión, las lágrimas y la muerte que caracterizan a nuestro mundo, podemos ver algo de la grandeza del poder del enemigo, así que no es de sorprender que alguien haya dicho: “Nuestra raza tuvo un comienzo lleno de esperanza, pero el hombre arruinó sus oportunidades pecando. Tenemos la esperanza de que la historia termine con la gloria de Dios, pero por ahora el que gana es el otro lado”.
Al menos esa es la impresión que tenemos, ¿no es cierto? Pero no es así, a pesar de todas las apariencias. Dios es más grande que el poder del enemigo. De hecho, es casi absurdo expresarlo de este modo. Dios es tan incomparablemente superior que no hay competición posible. Aquí es hacia donde el ojo de la fe debe volverse siempre en nuestras horas oscuras, de incomodidad o de desesperación; debemos volvernos a lo que revelan las Escrituras acerca de la verdad sobre Dios y cuan incomparablemente superior que Él es en comparación con cualquier otra cosa que se halle presente entre o tras los humanos.
Al escribir su primera epístola a los corintios, Pablo considera Corinto, esa hermosa ciudad de cultura, refinamiento, con su amor a la sabiduría y los grandes pensadores de la edad de oro de Grecia, renunciando a cada enfoque sobre la base de la sabiduría humana, diciendo: “Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo y a este crucificado” (1 Corintios 2:2). La razón que alegó fue que la debilidad de Dios es más poderosa que los humanos y la locura de Dios es más sabia que los humanos. Esa es la grandeza de Dios.
Padre, qué agradecido me siento por el hecho de que Tú me hayas dado Tu Palabra. Permíteme concederle el valor que tiene, leerla, buscar en ella y encontrar la sabiduría en cada relación en la vida.
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