lunes, 31 de julio de 2017

Dios proveerá

Dios proveerá

Por Joyce Meyer

Dios da alimento y provee a los que le temen y adoran reverentemente.

¿Acaso está usted preocupado por la provisión en esta etapa de su vida? ¿Necesita algún tipo de sustento, e ignora de dónde va a venir? He realizado encuestas en las conferencias y estas demuestran que al menos un cincuenta por ciento de la gente tiene temor por no saber de dónde vendrá su provisión.
El Salmo 111:1-5 dice: "Alabaré a Jehová con todo el corazón en la compañía y congregación de los rectos. Grandes son las obras de Jehová, buscadas de todos los que las quieren. Gloria y hermosura es su obra, y su justicia permanece para siempre. Ha hecho memorables sus maravillas; Clemente y misericordioso es Jehová. Ha dado alimento a los que temen; Para siempre se acordará de su pacto". Note el último versículo en donde el salmista está alabando y adorando a Dios por sus grandes obras a favor de su pueblo.
Esto nos dice que siempre que adoremos a Dios, vamos a tener su provisión ¡la adoración gana la batalla!
Marque ese versículo en su Biblia; medite en él y trate incluso de memorizarlo porque contiene la clave para satisfacer todas sus necesidades. De esa forma, cuando la necesidad venga a su vida, tendrá atesorada en su corazón la Palabra de Dios, y ella le fortalecerá y ayudará a permanecer confiado, en vez de atemorizarse.
Quizás le dijeron que perderá su empleo o su casa. Quizás usted es una persona de edad madura que recibe seguro social, y se pregunta qué le deparará el futuro. O ve que los precios suben todo el tiempo, y el diablo le susurra al oído: "No vas a tener suficiente para vivir". Tal vez los números simplemente no le cuadran; sus ingresos no le alcanzan, aunque esté haciendo todo lo que esté a su alcance.
Cualquiera que sea el motivo que lo esté preocupando en cuanto a su provisión, tome este versículo y digiéralo. Jeremías dijo: "Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón..." (Jer 15:16). Debemos, por decirlo así, "masticar" la Palabra de Dios. En sus escritos, el salmista usa la palabra selah, que significa "haga una pausa, y piense en eso con calma", para animar al lector a digerir lentamente lo dicho.
Esa Palabra dice que Dios da alimento y provee a los que le temen y adoran reverentemente. Cualquiera que sea su situación, Dios le proveerá siempre que usted lo adore.
La adoración es realmente divertida y vigorizante; la preocupación carga nuestros corazones y nos hace perder el gozo. ¡Adore, y no se preocupe! ¡La batalla es del Señor!
Si lee el libro de Proverbios y viera todas las promesas fundamentales hechas para la persona que camina sabiamente, se dará cuenta que la reverencia y la adoración son el principio de la sabiduría.
La Biblia dice que quienes caminan en sabiduría serán ricos, vivirán una larga vida y serán felices. Serán bendecidos, tan bendecidos que los envidiarán (Pr 3:1-18).
Pero no existe sabiduría sin adoración. Actualmente, muchas personas buscan conocimiento, lo que es bueno, pero la sabiduría es mejor. La sabiduría es el uso correcto del conocimiento. El conocimiento sin sabiduría puede hacer que la persona se llene de orgullo, lo que finalmente arruinará su vida. Una persona sabia siempre será conocedora, pero no todas las personas conocedoras son sabias.
Estimo que en la sociedad actual, exaltamos el conocimiento más de lo que debemos. La educación parece ser el principal objetivo de la mayoría de la gente, y sin embargo, nuestro mundo decae moralmente en forma vertiginosa. La educación es buena, pero no es mejor que la sabiduría. La Palabra de Dios nos dice que clamemos por sabiduría; que la busquemos como la plata y el oro; que la hagamos una necesidad vital de la vida. No hay nada más importante que la sabiduría, y el principio de ellas es la reverencia y la adoración. Al adorador le será enseñada sabiduría por Dios.
Joyce Meyer es una maestra de la Palabra y la autora de varios éxitos de ventas como lo son: Controlando sus emociones, El desarrollo de un líder, la serie ¡Ayúdenme! y La batalla es del Señor.

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