“Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto” 1 Timoteo 6:8.
La esposa del autor Calvin Trillin, Alicia, tenía una opinión única del impuesto a la renta. Ella creía que “después de un cierto nivel de ingresos, el gobierno simplemente debía quedárselo todo”. Ella no pensaba que debía haber un límite en cuanto a la cantidad de dinero que se debía permitir que las personas conservaran para sí. Al escribir en una importante publicación, Trillin dijo de su esposa: “Ella creía en el principio de lo suficiente”.
En Marcos 12, Jesús evitó una trampa cuidadosamente puesta al decirles a Sus inquisidores: “Dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios” (v. 17). Cuando Jesús observó a las personas dando sus ofrendas al tesoro del templo. Él elogió a una mujer que habría sido considerada insensata por su extravagancia. “De cierto os digo que esta viuda pobre echó más que todos los que han echado en el arca; porque todos han echado de lo que les sobra; pero ésta, de su pobreza echó todo lo que tenía, todo su sustento” (v. 43-44).
Jesús le dio más importancia al amor incondicional por Dios que a la preocupación total por las necesidades materiales. Su actitud serena hacia el dinero y las posesiones se basaba en la confianza en que Su padre proveería para las necesidades de cada día. “Porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad” (Mateo 6:8).
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