“Tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón; porque Tu nombre se invocó sobre mí, oh Jehová Dios de los ejércitos” Jeremías 15:16
Nuestro hijo Esteban se pasó la mayor parte de sus años de adolescencia conectado a un teléfono celular, así que nos conmocionó un poco cuando pasaron largos periodos de tiempo en los que no podíamos hablar con él, después que él se alistó en la Marina. Soportamos largos periodos de tiempo sin comunicación alguna, primero en el campamento de entrenamiento para reclutas, y luego durante su entrenamiento como enfermero del hospital. Así que era una alegría siempre que finalmente lográbamos saber de él.
Después de que alguno de nosotros recibía la llamada de Esteban, lo primero que el otro preguntaba siempre era: “¿Qué dijo?” Esperábamos cada palabra para saber cómo le estaba yendo, lo que pensaba y lo que la Marina estaba planeando para él.
Es natural responder así a las palabras de aquellos que son importantes para nosotros. Esperamos ansiosamente saber de ellos.
¿Somos así con la Palabra de Dios? ¿Estamos ansiosos por comunicarnos con Él -estudiar cuidadosamente Su Libro para preguntar, “¿Qué dijo?” A diferencia de las poco frecuentes llamadas de un hijo en las fuerzas armadas, las palabras de aliento y guía de Dios siempre están a nuestra disposición. Sólo tenemos que escuchar.
El profeta Jeremías oró: “Fueron halladas Tus palabras, y yo las comí; y Tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón” (Jeremías 15:16). ¿Tienes ese mismo anhelo por escuchar a Dios cuando te habla a través de Su Palabra?.
No podemos conocer el corazón de Dios a menos que tengamos un corazón para Dios.
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