Por Cash Luna
¿Te preguntas cómo vivir realmente conforme a la fe en Dios? La respuesta es sencilla, pero a la vez compleja, puede resumirse en una frase: «Entrégate al Señor», lo que implica muchas cosas, desde el conocimiento de Su Palabra, donde encuentras tu identidad y código de conducta, hasta tu actitud frente a cada situación.
Sin ir muy lejos, la oración del Padre Nuestro, ampliamente conocida, es una completa declaración de fe a partir de la primera afirmación: «Padre nuestro…», aseguras comprender que eres hijo, heredero y ciudadano de un reino que opera bajo estándares y normas diferentes a las del mundo. ¡Esa es la clave!
En dicha oración, pides: «Venga Tu reino, hágase Tu voluntad así en la tierra como en el cielo», pero tal vez no comprendes completamente lo que esa petición implica: que tengas paz, que prevalezca el bien, que haya justicia, que te liberes del afán. En resumen, que vivas en la tierra como vivirías en el cielo, ¿no es así?
Y para vivir en esas condiciones ideales, sobrenaturales, debes aprender a vivir bajo el sistema de Dios que, efectivamente, no es de este mundo; despojarte de lo que el mundo enseña y renovar el entendimiento.
Tener fe en Dios significa que la maravillosa verdad de Su paternidad debe ser tu fundamento, a tal punto que cambies totalmente tu perspectiva de la vida.
Cierta vez, un niño llevó a su madre una nota de la escuela. El niño la vio abrir el sobre sellado, sacar la nota y leerla con los ojos llenos de lágrimas. Luego, ella, al ver la ansiedad en los ojos del niño, leyó la nota en voz alta: «Su hijo es un genio, esta escuela es muy pequeña para él y no tenemos buenos maestros para enseñarle, por favor enséñele usted».
Muchos años después, cuando falleció la madre, el hijo que ya era un hombre, encontró la carta entre algunas cosas viejas de la familia. La tomó y la leyó: «Su hijo está mentalmente enfermo y no podemos permitirle que venga más a la escuela, por lo que usted deberá enseñarle». El hombre lloró durante horas al ver la realidad que hubiera marcado su vida de forma diferente, pero que no le afectó, gracias a la fe que su madre tuvo en él cuando apenas era un niño. Entonces, escribió en su diario: «Thomas Alva Edison fue un niño mentalmente enfermo, pero gracias a una madre heroica, se convirtió en el genio del siglo».
¡Dios tiene esa misma fe en nosotros! Así que no hay razón para que te menosprecies o escuches las voces del mundo que intentan debilitarte. Él te conoce, te formó, sabe cuál es tu potencial y lo que eres capaz de lograr. Por lo tanto, no tienes derecho a dudar de ti. Confía en tu Creador porque Sus obras son buenas y siempre tienen un propósito.
Vivir por fe es alinearnos al pensamiento de Dios y aceptar el reto que implica haber sido preparados para alcanzar grandes objetivos. Así de sencillo. ¡Créele y cree en ti!
Dios tiene potestad en el cielo y en la tierra; aunque a veces lo visualices como un lejano espectador. Al leer Su Palabra, te das cuenta de que ¡no es así! Porque en todo momento habla sobre asuntos terrenales; de hecho, Jesús no solo vino a darnos la bendición de la vida eterna, sino que también nos dio vida y en abundancia.
Él quiere que seas Su testigo; tu existencia en la tierra no es simplemente un paso hacia la eternidad, tienes un propósito, un tiempo que debes aprovechar y disfrutar. Es importante que abras tus ojos y entendimiento a estas dos dimensiones: la terrenal y la espiritual, pues la fe debe sustentarte en ambas.
Hay un aquí y ahora, así como hay un futuro eterno, ambos escenarios reciben el impacto de tu fe.
Entonces, aceptar la potestad del Padre por sobre todas las cosas espirituales y materiales te brinda la certeza de que fuiste hecho para aprovechar tu vida terrenal y disfrutar de la vida eterna conforme a la voluntad de Dios que es buena, agradable y perfecta.
Jesús maldijo la higuera y esta se secó, le pegó la oreja a un hombre, resucitó muertos, convirtió el agua en vino… todo esto porque tenía autoridad en la tierra; pero también echó fuera demonios porque tenía autoridad en el cielo. ¿Acaso no dijo que todo lo que atáramos y desatáramos en la tierra sería atado y desatado en el cielo? No menosprecies tu posición privilegiada ni le cedas el poder al enemigo derrotado. Debes manifestarte poderosamente sobre lo que hay en la tierra y también sobre lo que hay en el cielo.
¡Decídete a entrar en esa dimensión de fe que te da confianza en tus capacidades y te otorga la libertad que Dios desea para ti!
Jesús no pudo hacer milagros en Nazaret —el pueblo donde creció con su familia— porque lo veían como un carpintero y no como el Hijo de Dios. Allí no encontró fe sino suspicacia. Cuando leí esto en las Escrituras yo también me quedé con la boca abierta. En Su tierra neutralizaron a Jesús con desprecio, descrédito, deshonra y envidia; fue como si lo bombardearan con kriptonita. La Palabra de Dios es viva y eficaz, es buena semilla y no regresa vacía, pero la incredulidad puede impedir que veas la Gloria de Dios manifestarse en tu vida.
Y ¿cómo se hace para deshacerse de la incredulidad? Buscando escuchar solo palabras que te edifiquen. En una oportunidad, cuando los discípulos intentaron echar fuera un demonio y no lo lograron, le preguntaron a Jesús qué había sucedido. Entonces Él les explicó que les faltaba fe y les puso el ejemplo del grano de mostaza. Pero la analogía no es que se tenga una fe tan pequeña como esa semilla, sino que sea tan poderosa, con el mismo temple y carácter, ya que a pesar de ser minúscula, llega a ser la mayor de las hortalizas y se transforma en un árbol grande que da abundante fruto.
Además, les enseñó cómo incrementar la fe: con oración y ayuno. Cuando deseamos sanar a alguien no debemos orar y ayunar por el enfermo sino por nosotros, para que nuestra fe se fortalezca y seamos usados como instrumentos para la obra del Señor. La oración y el ayuno son efectivos para fortalecer tu fe, no como «fórmulas mágicas» que provocan el resultado que deseas.
Proclama tu fe con valentía y defiende lo que crees porque de eso depende tu bendición. Honra a Jesús, ¡demuéstrale que es tu Señor! Sé congruente con tus actos: si dices que Él es tu Señor, demuéstralo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario