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1 mar.
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Debes aprender a vivir con las fuerzas del Señor, ¡no con las tuyas!
¡Si tratas de hacer la obra del Maestro sin Su poder, verás que es una empresa imposible! No llegarás a ninguna parte esforzándote y bregando, empleando tus propias fuerzas. Debes acudir al Señor y orar fervientemente para que te dé las fuerzas, el espíritu y la inspiración que hacen falta para seguir adelante, pues de lo contrario te agotarás.
Como aquella anécdota del niñito que se esforzaba mucho por levantar un objeto muy pesado. Al entrar su padre en el cuarto, éste le preguntó: "¿Estás empleando todas tus fuerzas?" "Claro que sí", exclamó el niño, impaciente. "Yo creo que no", contestó el padre, "¡no me has pedido a mí que te ayude!" ¡Un poquito de ayuda de Jesús vale más que la ayuda que te puedan prestar todos los demás! ¡Un poquito de ayuda del Señor es la mejor ayuda que puedes recibir! Eso es lo único que necesitamos: un poquito de ayuda de Jesús. ¡Un poco de ayuda de Jesús bastará para que todo salga bien! ¡Sin Él no eres nada, pero con Él lo eres todo! (Juan 15:5; Fil.4:13)
"Dame una tarea muy difícil, humanamente imposible. Y entonces por fin acudiré a apoyarme en Ti, para hallar así fuerzas y fe."
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