viernes, 30 de enero de 2015

Aprende de tus errores

APRENDE DE TUS ERRORES
Palabras de Jesús
La vida se compone en gran parte de las pequeñas decisiones que tomamos a diario. Las decisiones del pasado tuvieron su efecto en tu vida, pero cada día puede ser un nuevo comenzar. Da igual lo que haya pasado hasta ahora: hoy tienes la oportunidad de tomar buenas decisiones.
No pierdas tiempo reviviendo el dolor que te ocasionan los errores y las decisiones equivocadas de ayer. Eso solo te resta energías e impide que hagas hoy el bien que podrías hacer. No puedes alterar el pasado, pero sí puedes tomar decisiones que forjen tu futuro empezando ahora mismo. Así que aprovecha al máximo el presente.
Aprende de tus errores y déjalos atrás. Perdona a quienes te hayan ofendido y pide perdón a quienes tú hayas ofendido. Tal vez no te resulte fácil, pero no lo postergues: hoy mismo toma la decisión de hacerlo. Acude a Mí y a Mi Palabra para que te transmita renovadas esperanzas y valor; hazlo hoy mismo. Hoy mismo puedes concebir nuevos sueños y fijarte nuevas metas. Emplea el tiempo de que dispones en lo que es realmente importante: ama a tu familia, cultiva la amistad. Comienza hoy mismo a hacer mejor las cosas.

miércoles, 28 de enero de 2015

Aguanta

¡Aguanta!

     A veces nos preguntamos: "Señor, ¿por qué tenemos que pasar por todos estos quebrantos y dificultades?" Pero hay muchas cosas que el Señor no te puede revelar por adelantado, pues aún no estás listo para ellas. Tienes que pasar por diversas pruebas desconociendo lo que hay en el futuro para ver de qué eres capaz, para que se demuestre tu lealtad y tu fortaleza, para medir tu fidelidad, ¡para ver si estás dispuesto a hacer lo que sea que Dios te pida! Si desde el principio el Señor te contara el final, todo sería demasiado fácil; sería como darte la solución a una adivinanza o como armar el rompecabezas por ti. Eso no sería una prueba.
     A pesar de que en cierto sentido le duela, a Dios le gusta ver cómo sales adelante a pesar de todas las pruebas y dificultades. ¡Disfruta al verte ganar la carrera, soportar la aflicción y la batalla, luchar hasta el final y vencer!
     Si aguantas la prueba y la superas, Dios podrá hacer por tu intermedio cosas aún mayores que antes, al estar en el centro de Su voluntad, donde Él sabe que encajas mejor, realizando esa labor específica que te tiene reservada, lo que Dios más quiere que hagas.
     ¡No te conformes, pues, con nada que no sea lo mejor que Él quiere para ti! ¡Aguanta! ¡Está a la vuelta de la esquina! ¡Y vale la pena! (Ap.3:11)

martes, 27 de enero de 2015

Siempre estamos superando obstáculos

Ante el Señor estamos siempre a prueba, superando obstáculos toda la vida.

     El Señor jamás permitirá que nos sobrevenga una tentación que no podamos soportar (1Cor.10:13), pero sí le permite al Diablo que ponga a prueba nuestra fe para ver si realmente acudiremos a Él, si citaremos Su Palabra y permaneceremos firmes en la fe.
     ¡Con cada nuevo nivel las pruebas se hacen más exigentes y las decisiones más difíciles! Cuanto más resistente a la prueba te considere el Señor, más difícil será. ¡Pero por dura que sea la prueba, si tienes fe y confías en que Dios te sacará de la dificultad, no murmurarás ni te quejarás! ¡Te regocijarás, alabarás al Señor y le agradecerás, hasta por la prueba, porque tendrás la certeza de que Él te puede salvar! ¡Como Job! Él aguantó el sufrimiento para demostrar su fe y su amor a Dios. ¡Y cuando superó la prueba y acertó con la respuesta final: "Aunque me matare, en Él esperaré", le dieron el diploma! (Job 13:15)
     ¡Dios permite las pruebas y sufrimientos no sólo para averiguar si tenemos fe o no, lo cual Él sin duda ya debe de saber, sino para que nosotros mismos veamos de qué somos capaces y para que lo vean también los demás! ¡Es un testimonio, es una prueba que termina fortaleciéndote en el Señor y que pone de manifiesto lo mejor que hay en ti!

lunes, 26 de enero de 2015

Vales mas que un gorrión

Vales mucho más que un gorrión
Palabras de Jesús
Sigo con la mirada al gorrión mientras revolotea de aquí para allá buscando alimento y donde anidar. Yo lo guío, y él confía en Mí. No se preocupa por lo que no tiene. Se dedica a lo suyo y confía en que Yo proveeré para sus necesidades. Aunque los gorriones son pequeños y numerosos, Yo los conozco a todos y velo por ellos. No me olvido de ninguno.
Tú tienes para Mí mucho más valor que todos los gorriones juntos. Si me preocupo tanto por esas aves tan pequeñas, ¿no me preocuparé también por ti?
Conozco tus cuitas, tus desdichas, tus temores. Estoy aquí para infundirte fe y responder a tus oraciones; pero para eso es preciso que confíes en Mí como hace el gorrioncito. A él no lo verás aleteando frenéticamente, asustado, sino que vive tranquilo, con la confianza de que no le quito los ojos de encima y lo cuidaré.
Tengo también la mirada puesta en ti y estoy siempre listo para prestarte asistencia. Así que confía en Mí, ¿de acuerdo? Que sea Yo quien se preocupe.

viernes, 23 de enero de 2015

Superando Obstáculos

Ante el Señor estamos siempre a prueba, superando obstáculos toda la vida.

     El Señor jamás permitirá que nos sobrevenga una tentación que no podamos soportar (1Cor.10:13), pero sí le permite al Diablo que ponga a prueba nuestra fe para ver si realmente acudiremos a Él, si citaremos Su Palabra y permaneceremos firmes en la fe.
     ¡Con cada nuevo nivel las pruebas se hacen más exigentes y las decisiones más difíciles! Cuanto más resistente a la prueba te considere el Señor, más difícil será. ¡Pero por dura que sea la prueba, si tienes fe y confías en que Dios te sacará de la dificultad, no murmurarás ni te quejarás! ¡Te regocijarás, alabarás al Señor y le agradecerás, hasta por la prueba, porque tendrás la certeza de que Él te puede salvar! ¡Como Job! Él aguantó el sufrimiento para demostrar su fe y su amor a Dios. ¡Y cuando superó la prueba y acertó con la respuesta final: "Aunque me matare, en Él esperaré", le dieron el diploma! (Job 13:15)
     ¡Dios permite las pruebas y sufrimientos no sólo para averiguar si tenemos fe o no, lo cual Él sin duda ya debe de saber, sino para que nosotros mismos veamos de qué somos capaces y para que lo vean también los demás! ¡Es un testimonio, es una prueba que termina fortaleciéndote en el Señor y que pone de manifiesto lo mejor que hay en ti!

jueves, 22 de enero de 2015

Cobra ánimo

COBRA ÁNIMO…

Sra. Charles E. Cowman

Cobren ánimo y ármense de valor, todos los que en el SEÑOR esperan.  Salmo 31:24

Mantén la fe y la mira en Jesús. Dediquémonos a ayudar a alguien que lo necesite y olvidémonos de nosotros. Claro que eres un desastre total. Todos lo somos. Si ponemos los ojos en nosotros mismos, nos deprimimos tremendamente.

No cedas al desaliento, independientemente de lo intensa que sea la presión o lo que te acose. El alma desalentada no puede hacer nada. Cuando se encuentra en ese estado, no puede resistir las artimañas del enemigo, ni puede persistir en la oración por otros.

Busca las promesas de Dios y de cada una de ellas repite: «Esta promesa es mía». Si de todos modos tienes alguna duda y desaliento, desahógate con Dios y pídele que reprenda al enemigo de tu allma que te fastidia tan despiadadamente.

En el mismo momento en que te apartes de todo síntoma de desconfianza y desaliento, el Espíritu Santo aumentará tu fe e infundirá fortaleza divina a tu alma. […] Ah, si nuestros ojos pudiesen contemplar la sólida falange de fortaleza,  de poder, que hay detrás de cada vez que alguien se aparta de los ejércitos de tinieblas, dirigiéndose hacia Dios, ¡entonces haríamos poco caso de los esfuerzos que hace el astuto enemigo para afligirnos, deprimirnos y desalentarnos!

Todos los magníficos atributos del Altísimo están de parte del más débil de los creyentes, que en el nombre de Cristo y con una confianza sencilla, como la de un niño, se entrega a Dios y acude a Él en busca de ayuda y guía. 

lunes, 19 de enero de 2015

Ven tal como eres

Ven tal como eres

Palabras de Jesús
¿De qué tienes miedo? ¿De que no te acepte tal cual eres? ¿De que no tengas nada que aportar? ¿De que no seas talentoso? ¿De que hayas fracasado en cuanto a amar? ¿De que no seas capaz de madurar y progresar? No temas esas cosas. Acércate tal cual eres, y Mi amor echará fuera el temor. Acércate y conoce Mi amor. Déjame amarte, y sabrás que no hay nada que temer. Al venir tal como eres y dejar que te ame verás que Mi amor echará fuera el temor.
En Mí no hay temor. Exponme cada uno de tus temores y deja que te diga cuánto te amo, y verás que los temores se desvanecen. No tengas miedo de confesarlos, no me los ocultes. Deja que torne tus temores en paz y contentamiento. Tu temor de que se repitan las heridas del pasado se desvanecerá porque sabrás que estás protegida por Mi amor. Cuando permaneces en Mi amor estás resguardada de temores. Y si sigues en Mi amor, las heridas del pasado sanarán, los temores se esfumarán y los olvidarás, porque Mi amor los borrará.
Sintoniza con Mi amor para que te diga al oído palabras que harán que tus temores se den a la fuga. Cierra la puerta a los pensamientos negativos a los que das cabida. Sintoniza para escuchar Mis Palabras, Mis susurros, que te darán las respuestas que necesitas y te brindan paz y reposo.
Les dejo un regalo: paz en la mente y en el corazón. Y la paz que Yo doy es un regalo que el mundo no puede dar. Así que no se angustien ni tengan miedo.  Juan 14:27

viernes, 16 de enero de 2015

Espera que la niebla se disipe

Tienes que elegir entre varias alternativas y no sabes por cuál decantarte? Tu deseo es seguir el camino que Dios te indique, pero el problema es que no lo distingues bien. Avanzas a trompicones, sin saber a dónde te diriges, qué hacer o cómo proceder. No logras visualizar las consecuencias que tendrá cada una de tus acciones. Muy pocas cosas se pueden decidir por separado. En cada decisión deben considerarse muchos factores.
Hace poco me vino a la memoria el versículo: «Aguarda al Señor; esfuérzate, y aliéntese tu corazón; sí, espera al Señor»1. Me llevó a meditar sobre lo prudente que es esperar a que Dios disipe la niebla en vez de precipitarnos a tomar decisiones cuando no distinguimos bien lo que hay delante. Con el tiempo las cosas empiezan a discurrir por su cauce y logramos ver el camino con mayor claridad.
Seguro que recuerdas alguna ocasión en que debías tomar una decisión y te sentías desorientado; pero seguiste orando, convencido de que el Señor no te fallaría, y cuando al cabo de un tiempo te indicó claramente el camino, te alegraste de haber esperado y confiado.
Esperar es un elemento importante de la vida de fe. No es fácil, pero constituye una parte integral del proceso por el que Dios nos instruye, nos enseña paciencia, forma nuestro carácter y nos acerca a Él. La próxima vez que estés en un compás de espera, anímate. Seguro que la niebla se disipará, ¡es lo que siempre ocurre!
* * *
Encomienda al Señor tu camino, confía en Él y Él hará.  Salmo 37:5 (RVR 95)
Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora.  Eclesiastés 3:1
Si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos.  Romanos 8:25
Después de esperar con paciencia, Abraham recibió lo que se le había prometido.Hebreos 6:15 (NVI)
Mantengamos firme la esperanza que profesamos, porque fiel es el que hizo la promesa.  Hebreos 10:23 (NVI)
La prueba de vuestra fe produce paciencia.  Santiago 1:3
Miren cómo espera el agricultor a que la tierra dé su precioso fruto y con qué paciencia aguarda las temporadas de lluvia. Así también ustedes, manténganse firmes y aguarden con paciencia.  Santiago 5:7,8 (NVI)

jueves, 15 de enero de 2015

Integridad

Integridad

Peter A.
La integridad no tiene tanto que ver con lo que hacemos como con quiénes somos. Y quiénes somos, a la vez, determina lo que hacemos. Nuestro sistema de valores es parte tan integral de nuestro ser, que no podemos separarlo de nosotros. Se convierte en el sistema de navegación que rige nuestra vida.
La integridad tiene que ver con lo que no haremos, con aquello a lo que no estamos dispuestos a renunciar, con aquello por lo que nos plantaremos firmes pase lo que pase… La integridad se encuentra en el centro mismo de nuestro ser; perderla es perder una parte esencial de nuestra identidad.
Integridad significa «cualidad o estado de plenitud o totalidad» e indica una adherencia firme a nuestros valores. Nuestros valores son algo a lo que damos mucha importancia, algo que valoramos profundamente a medida que nos vamos labrando una vida. Integridad es vivir conforme a esos valores.
Cuando obras de manera congruente con aquello en lo que crees —cuando das importancia a tus palabras— se produce una sensación de paz y bienestar… ¡incluso si hacerlo te cuesta! Tienes la clara sensación de que obras bien. Mientras que, cuando tu conducta no es congruente con tus valores, sucede exactamente lo opuesto.

miércoles, 14 de enero de 2015

El brillo de tu velita

El brillo de tu velita

Palabras de Jesús

«Hagan brillar su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben al Padre que está en el cielo».  Mateo 5:16

Cuando está oscuro, una velita encendida puede verse desde muy lejos. Cuando una gran oscuridad se apodera de la tierra, el brillo de tu velita resplandecerá muchísimo. Es posible que te sientas pequeño e insignificante, pero seas quien seas y cualesquiera que sean las circunstancias que te rodean, puedes brillar con Mi luz y contribuir a que se enciendan las velas apagadas que hay en el mundo. No necesitas una llamarada gigante para encender la mecha de otra vela.

Por eso, enciende tantas velas como puedas y muy pronto habrá millones de velas encendidas por todo el globo terráqueo brillando con Mi luz, aun en el momento más oscuro que el mundo haya conocido jamás. Haz que brille tu luz y compártela.
 

martes, 13 de enero de 2015

Remonta las olas

Remonta las olas
Palabras de Jesús
No luches contra las olas y el viento. Deja más bien que te lleven. ¡Remóntalos! No temas, que Yo te ayudaré. El viento, que parece tan furioso y a veces parece tu enemigo, será lo que te ayude a remontar las olas y te lleve al puerto donde puedas echar anclas y encontrarte a salvo, seguro y contento.

Conozco tus anhelos. Veo tu corazón. Antes de llegar a puerto debes lidiar con las olas. Esta experiencia te convertirá en un capitán de navío que sabe maniobrar en condiciones difíciles, que aprende a confiar tanto en la tempestad como en la bonanza.

En realidad, la única forma de salir airoso de la tormenta y vencer las olas es confiando en Mí, entregándote a Mí. No trates de empuñar el timón, de dirigir tu nave con tus propias fuerzas ni de desplegar las velas.

Amárralo todo y confíame tu vida. Ríndete ante el viento que Yo te llevaré. Aunque tu embarcación haga agua y te parezca que estás a punto de naufragar, no tengas miedo pues ello no sucederá. Te sacaré adelante. Tu embarcación no hará más agua de lo que Yo permita, y no zozobrará.
 

lunes, 12 de enero de 2015

No hay tesoro como la paz

NO HAY TESORO COMO LA PAZ

Haz el bien. Busca la paz, y síguela.  Salmo 34:14

No hay caminos para la paz; la paz es el camino.   Mahatma Gandhi

Encontraremos paz. Escucharemos ángeles. Veremos el cielo centelleando con diamantes.  Antón Chéjov

Consérvate primero tú mismo en paz y luego podrás llevar la paz a los demás.  Tomás de Kempis

Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada nos servirá buscarla fuera.  François de La Rochefoucauld

Los mansos heredarán la tierra y se recrearán con abundancia de paz.  Salmo 37:10

Por mucho que la paz cueste, nunca es cara.  Refrán español

Si no tenemos paz en el alma, el consuelo ajeno no nos hará más bien que una zapatilla de oro a un pie gotoso.  John Bunyan

La paz no proviene de la ausencia de conflictos, sino de la presencia de Dios.  Anónimo

Donde está la paz, Dios está.  Refrán español

viernes, 9 de enero de 2015

La vida amplia

La vida amplia

J. R. Miller

«Ensancha el sitio de tu tienda y las cortinas de tus habitaciones sean extendidas; no seas apocada; alarga tus cuerdas y refuerza tus estacas» (Isaías 54:2).
No somos conscientes ni de la mitad de nuestras posibilidades. No empezamos siquiera a tomar posesión de nuestra herencia. Nuestros montes yacen repletos de oro; sin embargo, ¡no hacemos más que raspar la arena y la delgada capa de tierra superficial! Vivimos en pequeñas chozas en el valle, cuando espléndidos palacios nos aguardan en las cimas de los cerros.
Nunca debemos contentarnos con una vida estrecha. Fuimos hechos para la holgura y la plenitud, y defraudamos a Dios cuando no logramos realizar nuestro potencial. Hay quienes afirman que el ideal de vida del cristianismo es estrecho. Dicen que nos corta las alas y nos limita. No da cabida, por ejemplo, a la formación física o intelectual. No dice nada del arte, la música, la ciencia o las múltiples facetas de la actividad humana. Solo presenta el lado moral: la conciencia, la obediencia a las leyes celestiales, logros y realizaciones espirituales.
La respuesta por supuesto es que si bien es posible que el cristianismo no nombre explícitamente las cosas del intelecto o no haga una invocación manifiesta para que los hombres aspiren a nobles realizaciones en el arte, la exploración, la inventiva, la investigación y la cultura de lo bello, sí abarca en su espectro todo lo que contribuye a la plenitud y culminación  de la vida y el carácter. No excluye nada, salvo lo que atañe al pecado: la desobediencia a la ley, la impureza, el egoísmo, la falta de caridad, conductas que no hacen otra cosa que estrechar y degradar y que no amplían ni enriquecen la vida. Engloba «todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre». ¿Podría calificarse de estrecha esa vida?
Nuestra fe cristiana no impone límite alguno a la vida, salvo en lo que malogra, mancha y degrada el carácter. Los horticultores japoneses conocen una técnica para atrofiar los árboles, y el mundo también está lleno de hombres atrofiados, enanos en comparación con lo que Dios quiso que fueran. El cristianismo, sin embargo, siempre propicia hombres plenos, hombres que alcancen su pleno potencial y que logren su mayor expansión en todo aspecto. [...] El cristianismo promueve el pleno desarrollo de toda potencia y capacidad del ser. Jesucristo, nuestro modelo, quiere que lleguemos a ser personas plenamente desarrolladas. En calidad de dirigentes, de maestros, de seguidores de Cristo, nuestra influencia debe propender al enriquecimiento y expansión de la vida de la gente. [...] No hay mejor manera de demostrar nuestra amistad a otras personas que influyendo sobre ellas de tal modo que su vida sea más llena, más auténtica, más amorosa, más provechosa. [...]
Hay mucha gente que vive en una sola habitación, por así decirlo. Estaba destinada a morar en una casa amplia, con muchos aposentos, aposentos de la mente, del corazón, del gusto, de la imaginación, del sentimiento y de las sensaciones. No obstante, esos aposentos altos permanecen inútiles mientras los inquilinos viven en el sótano.
 Se cuenta que un noble escocés, al momento de tomar posesión de sus propiedades, se propuso dotar a su gente de mejores viviendas, la cual vivía apretujada en casitas de un solo ambiente. Edificó para sus súbditos casas bonitas y cómodas. Al poco tiempo, sin embargo, cada familia terminó viviendo como antes, todos apiñados en un cuarto, sin ocupar el resto de la casa.
No sabían vivir en espacios más amplios y mejores. El experimento satisfizo al noble: no se podía beneficiar a la gente simplemente por medios externos. La única manera de ayudarla realmente era desde el interior, en su mente y en su corazón.
Horace Bushnell lo expresó en un epigrama: «El alma del progreso es el progreso del alma». Lo que hace falta no es una casa más grande para un hombre, sino ¡un hombre más grande en la casa! No se engrandece a un hombre facilitándole más dinero, mejores muebles, cuadros más finos, alfombras más suntuosas y un automóvil más costoso; sino entregándole conocimiento, sabiduría, buenos principios, integridad; enseñándole amor. [...]
Ciertas vidas son estrechas, porque las circunstancias mismas las han encogido. No podemos decir, sin embargo, que la pobreza tenga necesariamente ese efecto, ya que muchos que son pobres, que tienen que alojarse en una casa pequeña, con pocas comodidades y lujos, llevan una vida amplia y libre, tan ancha como el cielo en su alborozo. Hay en cambio quienes poseen todos los bienes terrenales que pueda desear un corazón; así y todo llevan vidas estrechas.
Hay personas para las cuales la vida ha sido una carga tan onerosa que están a punto de desmayar en el camino. Oran pidiendo salud; en cambio les llega la enfermedad con su cuota de sufrimiento y sus costos. Su trabajo es arduo. Les toca vivir en continuo malestar. Sus asociaciones son poco amigables. No vislumbran ningún alivio. Cuando despiertan por la mañana su primer pensamiento es la carga que deben echarse a cuestas y sobrellevar una vez más. De arrastrarlo por tanto tiempo, Su desaliento ha devenido en desesperación. El mensaje para esas personas es «ensancha el sitio de tu tienda». Por muchas o por muy grandes que sean las razones del desaliento, el cristiano no debe dejar que la amargura penetre en su corazón y le ciegue los ojos, impidiéndole contemplar el cielo azul y las estrellas radiantes.
Visto desde una perspectiva terrenal, ¿pudo haber una vida más estrecha en su condición que la de Cristo? Reparemos en lo que fue Jesús: el Hijo de Dios, inmaculado, amoroso, infinitamente tierno de corazón. Consideremos ahora la vida a la que se incorporó: el odio implacable que imperaba, la enconada enemistad que lo perseguía, el desdén de que era objeto Su amor a cada instante. Pensemos en el fracaso que al parecer sufrió Su misión y en Su traición y muerte. Así y todo, nunca perdió el ánimo. Nunca dio pie al resentimiento.
¿Cómo superó la estrechez? El secreto era el amor. El mundo lo odió, mas Él siguió amando. Los Suyos no lo recibieron; lo rechazaron. Sin embargo, Su afecto hacia ellos no cambió. El amor lo salvó de acabar resentido por la estrechez. Ese es el único secreto que salvará a una vida de la influencia opresora de las más angustiantes circunstancias. ¡Ensanchemos nuestra tienda! Hagamos lugar en ella para Cristo y nuestros semejantes. Conforme creamos espacio para el ensanchamiento, este tendrá lugar.
Hubo una mujer que abrigó rencor luego de un largo periodo de enfermedad, injusticia y agravio, a tal punto que terminó presa de la desesperanza. Entonces, con motivo de la muerte de un pariente, arribó a su puerta una huerfanita. La mujer abrió esa puerta con muchas reservas. Al principio la niña no fue bien recibida. Sin embargo, cuando la mujer finalmente la acogió, Cristo entró con ella y enseguida el otrora hogar sombrío empezó a iluminarse. La estrechez comenzó a ensancharse. Se presentaron otras necesidades humanas que no fueron rechazadas. Al bendecir a otros, la mujer resultó bendecida ella misma. Hoy en día no hay hogar más feliz que el de ella. Probemos a hacer lo mismo cuando andemos de capa caída. Pongámonos al servicio de los que necesitan nuestro amor y atención. Ofrezcamos aliento a algún descorazonado, y nuestro propio desaliento se disipará. Iluminémosle la vida solitaria a alguien y se iluminará la nuestra.
Algunas vidas terminan en estrechez por no disponer de oportunidades. Hay quienes no tienen las mismas oportunidades que otros. Quizás están físicamente incapacitados para mantener su puesto en la marcha de la vida. Por otra parte, puede ser que hayan fracasado en los negocios luego de años de duros esfuerzos y no tengan el coraje para empezar de nuevo. Tal vez la insensatez o el pecado los entorpeció, y no son capaces de remontar como lo hacían antes. Hay gente en todo círculo social que por una u otra razón no parece tener la oportunidad de sacar algún provecho a su vida. En todo caso, sea cual sea el motivo por el que uno termina encerrado en un espacio estrecho, como en una tienda muy reducida, el evangelio de Cristo trae un mensaje de esperanza y regocijo. Siempre nos llama a ENSANCHAR el sitio de nuestra tienda y a extender las cortinas de nuestras habitaciones; a no ser apocados, sino alargar nuestras cuerdas y reforzar nuestras estacas.
Existe el peligro de que algunos pequemos de excesiva satisfacción. Llegamos a considerar infranqueables ciertos obstáculos que Dios permitió simplemente para inspirarnos valor. Las dificultades no están concebidas para coartar nuestros esfuerzos, sino para estimularnos a poner todo de nuestra parte. Nos rendimos con demasiada facilidad. Determinamos que no podemos hacer ciertas cosas y al darnos por vencidos sin batallar pensamos que nos estamos sometiendo a la voluntad de Dios, cuando en realidad no hacemos más que demostrar nuestra indolencia. Suponemos que nuestras limitaciones son parte de los designios de Dios para nosotros y que debemos aceptarlas con pasividad y tratar de conseguir del mal el menos.
En algunos casos eso es cierto: hay barreras infranqueables; no obstante, en muchos casos Dios quiere que superemos nuestras limitaciones. Nos invoca a ensanchar el sitio de nuestra tienda. […]
La vida no debe dejar de ensancharse nunca. Un hombre debe alcanzar el máximo de sus posibilidades en los últimos años de su vida. Siempre debiera estar ensanchando el sitio de su tienda ¡hasta que las cortinas de su habitación se proyecten hasta los ilimitados espacios de la inmortalidad!

jueves, 8 de enero de 2015

Tiempo en el desierto

Tiempo en el desierto
Palabras de Jesús
No desmayes, sino confía en Mi amor, ten fe en él. Confía en que tus pruebas y batallas, los momentos en que te encuentras en un paraje desolado y tienes que reposar bajo los árboles y beber de aguas refrescantes que te devuelven las fuerzas que provienen de Mí. Ahora no lo ves como una bendición, pero este tiempo de quietud, de oración, de soledad, de reflexión, redundará en riqueza de espíritu.
Encontrarás sabiduría, compasión y comprensión. Hallarás fortaleza en Mí. En tu relación conmigo encontrarás el poder que necesitas. Piensas: «He estado tantas veces en este paraje desolado. Cuántas veces he participado de esta quietud y soledad. ¿Por qué he de hacerlo una vez más? ¿Será que no aprendí las lecciones que necesitaba? ¿Será que soy tan duro de corazón que no oigo la voz del Señor, y por eso Él tiene que castigarme y quebrantarme tantas veces?
Este tiempo no es ningún castigo. No es que no oigas Mi voz ni aprendas las lecciones que te hacen falta. Te estoy bendiciendo y honrando al concederte estos momentos tan especiales conmigo. Momentos en que podemos disfrutar de mutua comunión y conocernos de un modo más íntimo.
No quiero que tengas otros dioses delante de Mí: ni tu familia, ni tu trabajo. Necesitarás esa estrecha relación conmigo para cumplir el plan que te tengo reservado, cuando se te pida que estés en sintonía conmigo, que andes en oración y con prudencia, que manifiestes amabilidad, amor y compasión, y que entiendas a los que se sienten desanimados y han perdido las esperanzas.
Al haber pasado ese tiempo en el desierto podrás hablar de la abundancia de tu corazón. Hablarás por experiencia y darás testimonio de las bendiciones y beneficios que te reportó poner tu confianza en Mí y prestar oídos a Mi voz.

miércoles, 7 de enero de 2015

El Hijo pródigo

El hijo pródigo

Recopilación

La compasión del padre

Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio llegar. Lleno de amor y de compasión, corrió hacia su hijo, lo abrazó y lo besó.  Lucas 15:20[1]
*
En esa parábola Dios se representa como un padre, ¡pero un padre excepcional! Los dos hijos insultan públicamente al padre. Y en los dos casos el padre, con misericordia, se humilla a sí mismo y procura que sus hijos se reconcilien. Aunque somos pecadores, Dios, con amor misericordioso, nos invita a volver a Él. Sus caminos no son nuestros caminos.  John Sanders
*
«Cuando aún estaba lejos, lo vio su padre». El padre no dirigió una mirada glacial al hijo que volvía. Lo vio con amor y «fue movido a misericordia»; es decir, tuvo compasión de él. Su corazón ya no albergaba ira hacia su hijo; solo sentía compasión por su pobre muchacho, que había llegado a un estado tan lastimoso. Era cierto que todo había sido culpa del hijo; pero no fue eso lo que pensó el padre. Lo que conmovió al padre profundamente fue el estado en que se encontraba su hijo, su pobreza y degradación, su rostro tan pálido por el hambre. Y Dios tiene compasión de las tribulaciones y sufrimientos de los hombres. Es posible que ellos se hayan acarreado todas sus dificultades, y en efecto ha sido así; sin embargo, Dios tuvo compasión de ellos. «Por la misericordia del Señor no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron Sus misericordias».  Charles H. Spurgeon
*
Cuando pongo atención a la parábola del hijo pródigo, como un oriental, esas dos historias poseen un gran significado para mí. […] Cuando alguien ha sido injusto con su padre y lo ha tratado como si ya estuviera muerto —que es lo que se insinúa cuando el hijo le pide la herencia que le corresponde—, y luego va y la derrocha, y seguidamente esa persona hace un giro de 180 grados y vuelve a la casa de su padre, en un contexto oriental, el padre nunca habría salido de su casa para encontrarse con el hijo afuera. Habría esperado hasta que el hijo llegara y cayera sobre su rostro, implorando perdón. El que el padre fuera misericordioso y corriera hacia el hijo que se dirige de vuelta a casa, es muy contrario a la forma de pensar oriental. Y allí el hijo fue recibido, perdonado, le dieron ropa, un anillo y todo lo demás.  Ravi Zacharias
*
Esa es la manera de representar a Dios, cuya bondad, amor, perdón, cuidado, alegría y compasión no tienen límites. Jesús representa la generosidad de Dios al emplear toda la imaginería de su cultura, y al mismo tiempo transformándola constantemente.  Henri Nouwen

El arrepentimiento del hijo

Su hijo le dijo: «Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de que me llamen tu hijo».  Lucas 15:21[2]
¡Nunca ha habido una descripción de un personaje tan corta como la del hijo pródigo! No entra en detalles realistas ni enumera sus pecados; sin embargo esa imagen inmortal queda grabada por siempre en nuestra imaginación. El fiasco de su vida es tan claro y vívido como las palabras que describen la ruina. Sin embargo, lo que nos atrae más mientras leemos la breve narración de su ruina no es que dice que vivió «perdidamente» ni que dilapidó imprudentemente su patrimonio, ni que tuvo hambre a tal grado que anhelaba la comida de los cerdos, ni que andaba con pies descalzos o que perdió su túnica; más bien, es que al llegar el hijo pródigo a su peor suerte, el relato señala: «Volviendo en sí». Recapacitó, comprendió. Hasta ese momento no había vuelto en sí. No se había hallado a sí mismo en su vida de desenfreno y complacencia. A fin de cuentas, esa no fue la vida para la que estaba destinado. Se extrañó más a sí mismo que a sus zapatos y túnica.
Eso plantea una buena pregunta que vale una respuesta: ¿En qué momento alguien es su verdadero yo? ¿Cuándo puede alguien decir adecuadamente «por lo menos me encontré a mí mismo; soy quien quiero ser»? Cristo nos ha revelado que en nosotros siempre hay posibilidades más sublimes y divinas. Cristo, el Vencedor —y no Adán—, es el verdadero modelo, la persona normal, que al final nos da el modelo de vida auténtica. Entonces, ¿cuál es el verdadero yo? Sin duda es el yo más excelso posible, el que descubrimos en nuestros mejores momentos.  Rufus M. Jones
*
En prisión y al enfrentar la muerte, Dostoyevsky descubrió la parábola del hijo pródigo. En ese relato del regreso a casa, Dios resucitó en su mente. La parábola del hijo pródigo transformó la mente, el alma y el cuerpo de Dostoyevsky. En el lecho de muerte, su última petición fue que le leyeran esa parábola que además influyó en todas las historias que escribió el autor genial. Fue absolutamente consciente de que ese relato de volver a casa es el nuestro. Es más, su toma de conciencia llegaría a otra alma que a la larga vio que la belleza de la parábola del hijo pródigo funcionaba en su propia vida. C. S. Lewis, al describir su conversión, que fue con bastantes reservas, exclamó: «¡¿Quién puede adorar debidamente ese Amor que abrirá enormes puertas a un hijo pródigo que ha llegado pateando, forcejeando, resentido y mirando rápidamente en todas direcciones en busca de una oportunidad de escapar?! La dureza de Dios es más bondadosa que la suavidad de los hombres, y la coacción de Dios es nuestra liberación».  Jill Carattini
*
Todos hemos sido hijos pródigos en uno u otro momento. Todos nos hemos descarriado y apartado mucho de la casa del Padre alguna vez, si no físicamente, por lo menos en espíritu, y todos nos hemos visto comiendo sobras y desperdicios, como quien dice, para luego volver a nuestro Padre, quien, viéndonos desde lejos, corrió a recibirnos con los brazos abiertos. Ya nos estaba buscando. Él cuenta con que escarmentaremos y volveremos a Él. Nos espera con amor hasta que descubrimos que ninguna otra cosa nos satisface y regresamos a Él. Entonces puede hacer Su parte y sanarnos como solo Él sabe hacerlo. Me recuerda a ese estribillo que dice:
Mi alma, oh, aún vibra,
pues Él de alegría la inundó.
Algo me hizo renacer.
Su mano me transformó.
Dios no permitirá que se frustre Su plan. Éste se cumplirá sin posibilidad de error. En el caso del hijo pródigo, con que solo te encamines hacia Dios y te vuelvas a Él, Él te estará esperando y te recibirá con los brazos abiertos, con amor y vestiduras nuevas de justicia, un hermoso anillo de oro, recompensa que ni siquiera te mereces, y un banquete de acción de gracias, una fiesta.
Recuerda, siempre hay esperanza. Dios conoce tu camino, y cuando te haya probado, saldrás como oro[3]. Es posible que a veces el camino sea difícil, pero Su Palabra dice: «El Dios de toda gracia, que nos llamó a Su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, Él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca»[4]María Fontaine
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La parábola del hijo pródigo trata de quienes se han alejado de Mí. Cuando los veo transitar el sendero que los lleva hacia Mí, de inmediato salgo corriendo a su encuentro. Los estrecho en Mis brazos, los envuelvo con Mi capa y llamo a Mis siervos para que preparen una fiesta. Porque Mi hija, Mi hijo y los que estaban perdidos han regresado a Mis brazos.
El hijo pródigo dejó la casa del Padre y gastó su herencia y dedicó su tiempo a hacer lo que quería, pensando que eso lo haría feliz. Al acabársele al hijo pródigo el dinero, se vio obligado a padecer pobreza. En cierto modo, fue como una cárcel para él, y no veía la forma de salir. Cuando estaba desesperado y no hallaba escapatoria, comenzó a revolcarse en el fango y hacerse como los cerdos. Hasta que al final recapacitó y empezó a preguntarse: «¿Qué he hecho?»
El hijo pródigo pensó que se había descarriado a tal grado que su padre nunca lo volvería a aceptar. Pero recuerda que para Mí es imposible que te pases de malo. ¡Todavía tienes un lugar reservado en Mi casa! Te espero con los brazos abiertos para acogerte de nuevo en Mi casa. Recuerda, independientemente de cómo te sientas, Yo todavía te amo.  Jesus.

martes, 6 de enero de 2015

Sirve y te serviran

Sirve y te servirán

Una de las mayores compensaciones de esta vida es que nadie puede tratar sinceramente de ayudar a otros sin ayudarse a sí mismo. Sirve y te servirán. Ralph Gualdo Emerson

Aliviar el sufrimiento ajeno es olvidar el propio. Abraham Lincoln

Dar es verdaderamente tener. Charles Spurgeon

La forma de asegurarse la paz interior y la felicidad es dárselas a alguien más. Anónimo

La bondad es recompensada por partida doble: bendice a quien la da y a quien la toma. Shakespeare

El remedio para la soledad está en amar más. Anónimo

La bondad siempre reporta bienestar tanto al dador como al receptor. Clark A. Frank

Si quieres que se solucionen tus problemas, olvídate de ti mismo y piensa en los demás. Anónimo

lunes, 5 de enero de 2015

Paz

¡PAZ!

Lo grito aquí: ¡Paz! Y lo grito
llenas de llanto las mejillas.
¡Paz, de pie! ¡Paz! ¡Paz, de rodillas!
¡Paz hasta el fin del infinito!
No otra palabra, no otro acento
ni otro temblor entre las manos.
¡Paz solamente! ¡Paz, hermano!
Amor y paz como sustento.
Rafael Alberti

Señor, Tú eres mi amparo, mi refugio
en todos los peligros de mi vida,
y en mis tribulaciones más terribles
eres el seno en quien mi amor se abriga.
Yo cantaré Tu gloria, Dios amable,
y te dirá mi alma enternecida:
«Tú eres mi apoyo, mi única esperanza,
mi dulce Dios, misericordia mía».
Pablo de Olavide