martes, 27 de septiembre de 2016

Mira hacia adelante

MIRA HACIA DELANTE

Miremos hacia atrás sin remordimiento habiendo aprendido de nuestros errores. Miremos hacia delante con fe y ganas de seguir perseverando. Y miremos a nuestro alrededor con amor y tolerancia.

No sólo al inicio del año se nos presenta la oportunidad de volver a empezar. También ocurre al despertar cada mañana: se nos ofrece la posibilidad de comenzar de nuevo y corregir nuestros errores, sabiendo que las misericordias del Señor se renuevan cada día.

Ten una actitud positiva; es saludable.

Las preocupaciones tienen su lugar: fuera de nuestra vida. Pongámoslas en su sitio.

El mundo —y lo que en él hay— es tan bello como lo percibimos.

Esfuérzate por aprender algo nuevo cada día.

Para descubrir, es preciso explorar.

El hombre prudente se esfuerza por dar con un equilibrio en todo, por descubrir la mejor solución, la medida justa, la magnitud, la cantidad y la proporción más acertada.

Las experiencias amargas no tienen por qué amargarnos.

No nos conformemos con dejar un mal hábito; sustituyámoslo con un buen hábito.

Aunque todos afirmen que no tienes posibilidades de lograr el éxito, no abandones los sueños que Dios ha puesto en tu corazón.

Jamás sabrás lo que puedes realizar hasta que lo intentes.

Que las circunstancias no limiten tu visión. Mira mucho más allá.

Procura sustituir las críticas que te vienen a la cabeza acerca de otros o de ti mismo por pensamientos positivos, constructivos, comprensivos. Si has aprendido a canalizar tus pensamientos por el camino angosto, verás que tus pies no tienen dificultad de seguirlos.

La vida es una combinación de éxitos y fracasos, ambos son necesarios para nuestro desarrollo y madurez.

Con frecuencia los grandes hombres sufren grandes penas, pero no se dejan derrotar.

Las adversidades nos retuercen y nos zarandean, como hace la lavadora con la ropa. Pero al final salimos relucientes, mejores que antes.

Sigue luchando aunque te den duro.
¡Y nunca jamás te rindas, ni en el peor apuro!

Los errores tienen de bueno que nos enseñan a tener paciencia con los demás. ¿Cómo podemos criticar las faltas ajenas sabiendo que las nuestras son tan numerosas?

Si bien el modo de obrar de Dios a veces nos resulta desconcertante, con el tiempo lo entenderemos, siempre y cuando confiemos en Él.

Los tiempos de prueba no tienen por qué abatirnos si los percibimos como puertas que conducen a nuevos comienzos.

Dios ama al humilde, al abatido, al que lucha por no perder sus ideales. Está cerca del quebrantado de corazón; anhela consolarlo y curarle las heridas con amor.

Si te han fallado los planes, ¿no será que existe un plan mejor que todavía no has descubierto?

Una promesa incumplida equivale a una bofetada. En cambio, una promesa que se respeta vale más que una botella de vino exquisito.

Un solo acto heroico no define quiénes somos. Lo que verdaderamente cuenta son los pequeños actos cotidianos.

No saques conclusiones precipitadas. Las probabilidades de que juzgues mal son muy elevadas.

No hay situación que no tenga su lado bueno; sólo hay que buscarlo.

Sé sincero y transparente,
como el agua de la fuente.

El éxito es peligroso, porque puede generar arrogancia. A veces es preferible no triunfar. El fracaso fomenta la humildad, elemento indispensable para hacer sentir bien a los demás.

Dios nos da Su paz, una vez que depositamos en Él nuestra confianza.

Si quieres una sesión con el mejor siquiatra, habla con Dios. Te conoce mejor que nadie.

Una mentalidad pesimista carcome como el cáncer. Extírpala rechazando todo pensamiento negativo.

Si lubricas la maquinaria de tu vida por medio de la oración, ten por cierto que funcionará con más suavidad.

El optimismo no consiste en cegarse a los problemas, sino en creer siempre que tienen soluciones.

Antes de insistir en divulgar tu opinión, pregúntate: ¿Estoy seguro de que tengo la razón, o simplemente estoy empecinado en mi idea?

Si una montaña se interpone en tu camino, rodéala. Si no puedes rodearla, pasa por encima. Si no puedes pasar por encima, detente y pregúntate si vale la pena llegar al otro lado. En caso afirmativo, cava un túnel.

Tu mente es como un jardín. Cuídala bien cultivando pensamientos positivos, alentadores y edificantes a lo largo del día.

Presta oídos enseguida a lo que te digan, pero no te dejes contagiar por la forma cómo te lo dicen, ni te apresures a sacar conclusiones.

El necio se pone en evidencia en cuanto abre la boca; mas si aprende a morderse la lengua, queda como sabio.

Los que triunfan en la vida no son los que nunca han probado las hieles de la derrota. Son los que no desisten por mucho que fracasen. Los triunfadores sacan partido a cada fracaso, aprenden de sus errores y los consideran un paso más en dirección a la victoria.

¿Te encuentras en dificultades? ¿Ha surgido algún contratiempo? Pide a Dios que te asista. Ponlo a prueba. Él es capaz de hacer lo imposible.

Si crees en Jesús, ya no eres ciudadano de este mundo, eres ciudadano del Reino de Dios.

Si necesitas con urgencia respuestas a los profundos interrogantes que te acosan, no busques en tu interior, en Internet, en las últimas tendencias de la sociedad, ni en ningún otro sitio. Recurre a Dios. Él puede y quiere respondértelos. Su palabra es fuente de sabiduría inagotable.

Dios no es solamente nuestro pronto auxilio en las tribulaciones, sino también un verdadero auxilio para evitar que nos ocurran esas tribulaciones.

El cristiano debe vivir de tal manera que en lugar de ser parte de los problemas de este mundo, sea parte de las soluciones.

El valor es como una cometa: los vientos contrarios le dan más vuelo.

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