viernes, 29 de septiembre de 2017

El precio que tuvo que pagar

Nuestra gratitud se ve profundizada cuando recordamos el precio que otros pagaron por ayudar a obtener nuestra libertad. En los Estados Unidos, una de esas personas fue Richard Stockton.
Stockton fue uno de los que firmaron la Declaración de Independencia. Era un prominente abogado y un rico terrateniente. Debido a que apoyó los esfuerzos de la guerra, él y su familia fueron echados de su hogar. Su casa fue saqueada e incendiada. Stockton pasó varios años en prisión y fue sujeto a maltratos hasta el punto de que su salud se quebrantó. Murió como un mendigo a la edad de 51 años. Y, sin embargo, muy pocos norteamericanos recuerdan a este héroe quien pagó un precio tan alto por la causa de la libertad. Su sacrificio se ha olvidado casi por completo.
Lo que es aún más importante, ¿acaso nos hemos familiarizado tanto con el Evangelio que no logramos apreciar lo que al Salvador le costó nuestra salvación? Nos regocijamos en la libertad espiritual que disfrutamos por la fe en la muerte de Jesús, la cual anuló nuestro pecado, pero, ¿nos damos cuenta, al menos en un grado pequeño, del preció que Él pagó?.
¿Le estamos verdaderamente agradecidos a Jesús por todo lo que sacrificó para darnos la libertad espiritual? Si es así, hemos de «estar… firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres» (Gálatas 5:1). Sin importar qué otra cosa pueda estar demandando nuestra atención, tomémonos el tiempo para recordar la deuda pendiente que tenemos con Él.
La salvación es infinitamente costosa, pero absolutamente gratis.

jueves, 28 de septiembre de 2017

Consultar con Dios

Consultar con Dios

María Fontaine

[Seeking God’s Answers]
«Tú diste alegría a mi corazón.»  Salmo 4:7
Fuimos creados para deleitarnos en el Señor, y también nos deleitamos los unos en los otros y en Sus creaciones. Su Palabra dice: «Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque Tú creaste todas las cosas, y por Tu voluntad existen y fueron creadas»[1]. ¿No es eso hermoso? El Señor nos creó por Su voluntad, porque le plació. Fue un placer para Él. Si nos creó porque le plació, para Su deleite, eso significa que cuando gozamos de Él y estamos agradecidos por Su creación y por la vida que nos ha dado, eso es fuente de placer para Él.
A continuación hay una hermosa canción sobre la búsqueda de Su presencia para que sea como el amanecer y una gloria dentro de nosotros:
Amo al Señor de mañana.
Está el día en su esplendor.
Siento entonces Su presencia
que me inunda como el sol.
Todo el día me acompaña.
Siempre a mi lado está.
Navegamos suavemente
por un mar en tempestad,
por un mar en tempestad.
Veo barcos en peligro.
A otros veo sucumbir.
Mas los vientos que los baten
traen sosiego para mí.
Aún recuerdo travesías
que no quiero repetir.
Sin contar con Su presencia
hacia el ancho mar partí.
Esas duras experiencias
me han hecho comprender
que si lo amo en la mañana
todo el día lo tendré.
Ralph Spaulding Cushman
Te alabamos, Señor, y glorificamos Tu nombre. Te amamos, Jesús. Sin Ti no somos nada, Señor. Como dijiste, todo lo que tenemos nos lo has dado Tú. Sin Ti no tenemos nada, ¡y lo que tenemos te lo devolvemos en forma de alabanza y gloria por lo mucho que has hecho por nosotros!
Te damos gracias por hablarnos. Gracias por estas hermosas canciones que podemos invocar al hablarte y alabarte. Gracias por Tu maravillosa Palabra. Sin lugar a dudas, «lámpara es a nuestros pies Tu Palabra, y lumbrera a nuestro camino»[2]. La Palabra es nuestra vida, Señor. ¡No podemos vivir sin ella!
Muchas veces, subconscientemente pensamos que el Señor quiere que nos esforcemos mucho para obtener las respuestas a nuestras preguntas o desafíos que se nos presentan. Sin embargo, nos ha dicho que debemos pedir para recibir, y buscar para hallar[3]. Quiere que pidamos. Desea darnos las respuestas que necesitamos porque nos ama.
Cada vez que acudimos a Él con poca convicción diciendo: «Señor, yo no sé. A lo mejor no debiéramos preguntarte acerca de esto porque no tiene tanta importancia», el Señor nos repite con suma paciencia y dulzura: «Pregúntenme sin miedo. Yo quiero que me pregunten. Quiero que acudan a Mí con fe. Quiero que me pidan lo que necesiten. Me deleito en sus peticiones.» Él no se cansa de repetírnoslo mientras nosotros avanzamos un poquitito más a rastras sobre el hielo y decimos: «A ver, Señor. ¿De verdad quieres hablarnos?» Por su parte, Él nos repite: «Pídanme y recibirán. Quiero responderles. Me complace hablarles.»
Quiere que comencemos ahora mismo el ciclo, cuyas fases son: preguntarle, buscar Sus respuestas, alabarlo por dichas respuestas y volver a preguntarle. Es extraordinario el amor que nos tiene y el magnífico plan que ha trazado para nosotros. ¿No les parece? El Señor ha prometido darnos las respuestas que necesitamos porque nos ama, y también se vale de ello para rebajarnos un poco el orgullo y ayudarnos a acercarnos más a Él a medida que lo reconocemos en todos nuestros caminos para que Él haga derechas nuestras veredas[4].
Al buscar las respuestas del Señor, primero que nada debemos guiarnos por los principios de la Palabra escrita. Desde luego que no hace falta que le preguntemos sobre principios que ya están claramente escritos en Su Palabra. Por ejemplo, si debemos testificar o no, o vivir una vida íntegra y honesta, etc. Hay, sin embargo, ciertas situaciones que no figuran en la Palabra y sobre las cuales necesitamos indicaciones concretas. A veces no nos basta con los principios, y no sabemos qué hacer. Basándonos en los principios fundamentales podemos conjeturar y llegar a conclusiones bastante acertadas. No obstante, ¿por qué hemos de tomar decisiones sin buscar la guía del Señor o sin pedirle que nos hable con Su voz apacible?
Para la mayoría de las decisiones cotidianas, si procedemos con oración, el Señor nos indicará qué hacer mediante Su Palabra y la sabiduría que nos infunde, o bien mediante circunstancias y condiciones, o las otras maneras de averiguar la voluntad de Dios. La mayoría de las decisiones cotidianas las tomaremos basándonos en la sabiduría y los pensamientos que el Señor nos da cuando oramos, y consultando a otras personas, así como tomando en cuenta en oración los principios de la Palabra escrita. Pero es posible que nos haga falta escuchar lo que nos diga el Señor en profecía cuando no está claro cuál es la decisión correcta, cuando no sabemos a ciencia cierta qué hacer, en particular cuando se trata de cosas que quedan fuera del ámbito de las actividades que habitualmente tenemos programadas.
El estupendo y maravilloso don de profecía es una línea directa de comunicación con el cielo, con el gran Creador del universo, Aquel que tiene pleno conocimiento del presente y del futuro, y que nos ha dicho que pidamos y recibiremos, que busquemos porque hallaremos. Tenemos el privilegio de poder pedir respuestas y averiguar la voluntad de Dios, mediante los medios que nos ha dado para conocer la voluntad de Dios, que incluye cuando nos habla en profecía.
«Persigue el amor, y anhela con fervor los dones espirituales, en especial que debas profetizar. Porque todos pueden profetizar... para que todos aprendan y todos se animen.»  1 Corintios 14:1, 31[5]
*

miércoles, 27 de septiembre de 2017

me amas...cuida de mis ovejas

Justo antes de que dejara este mundo, Jesús instruyó a Simón Pedro para que cuidara del objeto más preciado de Su amor, Sus ovejas. ¿Cómo podía alguien cuidar de ellas tal y como Jesús lo había hecho? Sólo por amor a Él. No hay otra manera.
Tres veces le preguntó Jesús a Pedro: «¿Me amas?» Pedro respondió: «Sí, Señor; Tú sabes que Te amo». Y, cada vez, Jesús le respondió: «Apacienta Mis ovejas».
¿Acaso no estaba Jesús al tanto del amor de Pedro? Por supuesto que sí. Su pregunta, que involucraba tres respuestas, no era para Él mismo, sino para Pedro. Él hizo estas preguntas para subrayar la verdad esencial de que sólo el amor a Cristo sostendría a Pedro en la obra que le esperaba realizar por delante, esa obra ardua y exigente de cuidar de las almas de las personas; tal vez la más dura de todas las labores.
Jesús no le preguntó a Pedro si él amaba a Sus ovejas, sino si Le amaba a Él. El afecto por el pueblo de Dios en sí no nos sostendrá. Al final, nos encontraremos derrotados y desalentados.
El «amor de Cristo» -nuestro amor a Él- es la única motivación suficiente que nos capacitará para permanecer en la direcciónadecuada y para continuar apacentando al rebaño de Dios. Por lo tanto, Jesús nos pregunta a ti y a mí, «¿Me amas? Apacienta Mis ovejas».

Es el amor a Cristo lo que nos capacitará para amar a Sus hijos.

lunes, 25 de septiembre de 2017

Espero que fracasen

El orador en la ceremonia de graduación de una escuela secundaria era el presidente de una gran corporación. Se le eligió para la ocasión debido a su éxito. Pero su discurso vino con un deseo de lo más inusual para los graduados.
El orador les dijo a los estudiantes que estaban sentados delante de él con sus togas y birretes: “Si yo pudiera tener una esperanza para ustedes ahora que salen al mundo, sería ésta: Espero que fracasen. Espero que fracasen en algo que sea importante para ustedes”. Prosiguió diciendo cómo su propia vida había sido un fracaso tras otro, hasta que aprendió a ver el fracaso como un maestro efectivo.
Muchos de los cánticos de Israel se originaron en épocas de fracaso. De la desesperación surgió el clamor: “Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por Ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo” (Salmo 32:1-2).
Algunas veces no estamos listos para ver la maravilla de la sabiduría y la fuerza de Dios hasta que estamos jadeando exhaustos porque nos hemos quedado sin fuerzas.
Una historia recurrente en la Biblia es que los valles del fracaso se levantan las montañas de la fe. Antes de descubrir el terreno elevado que estamos buscando, puede que tengamos que ver el fracaso de los sueños que albergamos en nuestros corazones y en vez de ello, confiar en el amor, la sabiduría, y la guía de nuestro Dios.
Aprende de tus fracasos, o fracasarás en tu aprendizaje.

viernes, 22 de septiembre de 2017

No vayas por alli

En su libro Lessons Learned Early (Lecciones aprendidas temprano), Jerry Jenkinscuenta una historia acerca de su primer año en la universidad. Era 1968, un año de tremenda agitación política y social en los Estados Unidos.
Se habían desatado disturbios en muchas ciudades principales. Desde el techo de su residencia estudiantil en Chicago, Jerry escuchaba las sirenas y veía los incendios. Se les había dicho a los estudiantes que permanecieran en el recinto universitario, pero Jerry quería ver lo que estaba sucediendo.
Mientras corría hacia una tienda que estaba ardiendo a unas cuantas manzanas de distancia, un patrullero se detuvo a su lado. “No vayas por allí”, le advirtió el oficial.
Jerry esperó a que el vehículo arrancara y luego siguió caminando. El oficial regresó. Esta vez fue más claro cuando le repitió, “no vayas por allí” y le apuntó con una escopeta por la ventana.
Nuestras rachas de rebeldía o testarudez a menudo llevan a resultados infelices. En un arranque de ira, Moisés golpeó la roca para obtener agua en vez de simplemente hablarle, tal y como Dios se lo había mandado. Perdió el privilegio de entrar en la Tierra Prometida con su pueblo (Números 20:7-12). Jonás desobedeció un orden de ir a Nínive y se le dieron tres días para que pensara en su elección -dentro de un gran pez (Jonás 1).
¿Qué hace falta para que le obedezcamos a Él? ¿Obedeceremos simplemente porque le amamos a Él? (Juan 14:15,21).
La obediencia es otra palabra para el amor y la lealtad.

jueves, 21 de septiembre de 2017

¡El nombre de Jesús tiene poder!

¡El nombre de Jesús tiene poder!

     Hay gente que pregunta: "¿Por qué no dejas a Jesús de lado? ¿Por qué hablar de ese nombre? ¿Acaso no basta con decir "Dios", hablar del amor de Dios y hacerlo todo en el nombre de Dios?" ¡Es que, en realidad, esa es una condición impuesta por Dios, no por nosotros!
     Sólo se puede llegar a Dios por intermedio de Jesús, nuestro Intercesor y Sumo Sacerdote (1Tim.2:5). ¡Jesús es el único que resucitó de los muertos y que puede darte el poder de hacer lo mismo! La Biblia dice: "¡Y en ningún otro nombre hay Salvación!" (Hechos 4:12) ¡Debemos orar en Su nombre, sanar en Su nombre, echar fuera demonios en Su nombre, bautizar en Su nombre y predicar Su nombre! ¡Sin ese nombre no hay poder alguno! ¡Todo lo que tenemos es en el nombre de Jesús! "¡Todo lo que pidiéreis al Padre en Mi nombre", dijo Jesús, "Él os lo dará!" (Juan 16:23) ¡Cuenta con milagros, y en el nombre de Jesús los verás!
     ¡Fíjate en el Libro de los Hechos y verás la importancia que daban los primeros discípulos al nombre de Jesús! ¡Únicamente predicaban y hablaban de Jesús! ¡Y en ese nombre, el de Jesús, fue que obraron tantos milagros! En ese nombre conquistaron el mundo: ¡Jesús! Y sólo en ese nombre lo conquistaremos también nosotros: ¡Jesús! ¡Lo importante es Jesús!


Cristian Mejia

miércoles, 20 de septiembre de 2017

LAS BUENAS NUEVAS

LAS BUENAS NUEVAS


Cuentan que Mahatma Gandhi (1869–1948) dijo: «No conozco a nadie que haya hecho más por la humanidad que Jesucristo». Buena parte de la población del mundo —tanto de los que abrazan el cristianismo como de los que no— estaría de acuerdo con él. Sin embargo, ¿alguna vez has pensado en las beneficiosas transformaciones que no se habrían operado de no haber divulgado los discípulos de Cristo lo que habían visto, oído y aprendido mientras estaban con Él? Las enseñanzas que impartió se habrían extinguido con ellos.


Debemos tener presente que el ministerio público de Jesús —de escasos tres años y medio de duración— no quedó documentado en artículos de periódico ni dio la vuelta al mundo en grandes noticieros de TV, como sucedería en la actualidad. ¿Cuántas personas calculamos grosso modo que presenciaron alguna vez un milagro de Cristo o lo oyeron hablar?¿A cuántos se apareció luego de Su resurrección en la mañana de Pascua? Según 1 Corintios 15:4–6, el número apenas superó los quinientos.


Si bien Jesús hizo lo que nadie más podía hacer —morir por nuestros pecados—, Sus discípulos también hicieron lo que solamente ellos podían hacer: mantener viva la llama de Su mensaje.


¿Qué habría pasado si, después de la muerte de Cristo, Simón Pedro y sus condiscípulos ex pescadores hubieran retomado permanentemente su anterior actividad, la pesca? ¿Qué habría sucedido de haber retornado Mateo a su trabajo como cobrador de impuestos? ¿Qué habría pasado si el escéptico de Tomás hubiera seguido aferrado a sus suspicacias? ¿Qué habría ocurrido si los discípulos hubieran desoído las instrucciones finales de Jesús poco antes de Su ascensión —que esperaran la promesa del Padre, el Espíritu Santo— y por tanto no hubieran recibido «poder del cielo»? ¿Cuántos millones habrían muerto sin conocer al Salvador? ¿Habría perdurado siquiera el evangelio hasta el día de hoy?


Tomado de La Familia Internacional

martes, 19 de septiembre de 2017

Sobrelleven los unos las cargas de los otros

Sobrelleven los unos las cargas de los otros

Recopilación


Sobrelleven los unos las cargas de los otros, y cumplan así la ley de Cristo.  Gálatas 6:2[1]
*
Un hombre que descendía de Jerusalén a Jericó cayó en manos de ladrones, los cuales lo despojaron, lo hirieron y se fueron dejándolo medio muerto.
Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino, y al verlo pasó de largo. Asimismo un levita [asistente del Templo], llegando cerca de aquel lugar, al verlo pasó de largo.
Pero un samaritano [mestizo al que los judíos ortodoxos puros despreciaban y cuyo trato evitaban] que iba de camino, vino cerca de él y, al verlo, fue movido a misericordia. Acercándose, vendó sus heridas echándoles aceite y vino, lo puso en su cabalgadura, lo llevó al mesón y cuidó de él.
Otro día, al partir, sacó dos denarios, los dio al mesonero y le dijo: «Cuídamelo, y todo lo que gastes de más yo te lo pagaré cuando regrese».
¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?  Jesús, Lucas 10:30-36 (RVR1995)
*
Con la parábola del buen samaritano Jesús enseñó que nuestro prójimo es toda persona que necesite nuestra ayuda, sea cual sea su raza, el color de su piel, su religión, su nacionalidad, su condición social o su lugar de residencia. Si tenemos amor, no pasaremos de largo al ver la necesidad de alguien; haremos algo, como hizo el samaritano. He ahí la diferencia entre la lástima y la compasión: la lástima es un sentimiento de tristeza por las penurias ajenas; la compasión nos impulsa a traducir nuestra condolencia en hechos y no quedarnos en meras palabras. El amor consiste en establecer un vínculo entre Dios y alguien que necesita Su amor. Ese vínculo se forja manifestando a los demás amor divino, por medio de acciones concretas. «El amor de Cristo nos apremia»[2].
El amor constituye la mayor de las necesidades del hombre y es, por ende, el mayor servicio que puede rendírsele. El amor es espiritual, pero se manifiesta físicamente. Cobra vida cuando uno lo pone en acción. […] Prefiere la felicidad ajena a la propia. Se sacrifica para ayudar al prójimo. El amor es valeroso, supone abnegación. El amor nunca se pierde; tarde o temprano, siempre surte efecto.  David Brandt Berg
*
La Biblia dice que sobrellevemos los unos las cargas de los otros. Es una enseñanza acerca del dolor; una enseñanza en la que todos podemos estar de acuerdo. Algunos de nosotros no vemos el dolor como un regalo. Otros, siempre acusarán a Dios de ser injusto al permitir el dolor. Sin embargo, el hecho es que el dolor y el sufrimiento están aquí entre nosotros y necesitamos responder de algún modo. La respuesta de Jesús fue sobrellevar las cargas de aquellos con los que tuvo contacto. A fin de vivir en el mundo como Su cuerpo, Su encarnación emocional, debemos seguir Su ejemplo. La imagen del cuerpo representa con exactitud la manera en que Dios obra en el mundo. A veces entra, ocasionalmente, al hacer milagros; y a menudo, al dar fuerzas sobrenaturales a quienes tienen necesidad. Sin embargo, principalmente contará con que nosotros, Sus agentes, hagamos Su trabajo en el mundo. Se nos pide que en el mundo hagamos realidad la vida de Cristo, no que solo hagamos referencia a ella o la describamos. Anunciamos Su mensaje, trabajamos por la justicia, oramos por misericordia… y sufrimos con los que sufren.  Philip Yancey[3]
*
Unos de los bellos aspectos del evangelio cristiano es que en realidad no tenemos que vivir para nosotros mismos a fin de encontrar una buena vida. En realidad, lo contrario es cierto: los que buscan salvar su vida la perderán. Jesús ofreció un plan diferente como alguien que vino a servir. Cuando el apóstol Pablo animó a los cristianos filipenses a no limitarse a buscar sus propios intereses, sino a tener presente también los intereses de los demás, miró la vida de Jesús. […] ¿Qué tan diferente se vería el mundo si a diario pensáramos en las necesidades de otra persona, aunque fuera una sola vez al día?  Margaret Manning
*
Joni Eareckson Tada es la presidenta de JET Ministries, un apostolado que busca servir a los discapacitados. Ella es tetrapléjica. Hace unos años, Joni era una espectadora en las Olimpiadas Especiales de Los Ángeles. Ken, su marido, era el coordinador de las pruebas de atletismo. Joni estaba entre el numeroso público que veía a los participantes preparándose para la carrera de 50 metros.
Se disparó el arma que marcaba el inicio de la carrera. A medida que los corredores se apresuraban a llegar a la meta, un chico salió de la pista y empezó a correr hacia sus amigos que estaban de pie en la zona interior del circuito de carreras. Ken hizo sonar el silbato en un intento, sin éxito, de hacer que el chico volviera a la pista.
Otro de los participantes lo notó. Era una chica con síndrome de Down y anteojos muy gruesos. Se detuvo un poco antes de la línea de llegada y llamó al chico: «Detente. Vuelve. Este es el camino». Al escuchar la voz de su amiga, el chico se detuvo a mirar. Ella lo llamaba: «Vuelve. Este es el camino». El chico se quedó de pie, confundido. Su amiga, al darse cuenta de que estaba confundido, dejó la pista y corrió hacia él. Puso los brazos alrededor de él y juntos corrieron de vuelta a la pista y terminaron la carrera. Fueron los últimos en cruzar la meta, pero fueron recibidos con abrazos de sus compañeros competidores y el público se puso de pie para aplaudir.
Ese día, la chica con síndrome de Down y gruesos anteojos enseñó a todos los presentes algo importante: hacer una pausa en las metas personales a fin de ayudar a que otros encuentren su camino. Ken, reflexionando más tarde acerca de ese episodio, recordó unos versículos de Romanos 15:
«Así que, los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los débiles, en vez de hacer lo que nos agrada. Cada uno de nosotros debe agradar a su prójimo en lo que es bueno, con el fin de edificarlo. Que el Dios de la paciencia y de la consolación les conceda a ustedes un mismo sentir, según Cristo Jesús» (Romanos 15:1,2,5 RVC). Anónimo[4]
*
Así lo ordenó Dios, para que aprendamos a llevar las cargas los unos de los otros. Porque no hay nadie sin defecto, nadie sin carga, nadie se basta a sí mismo, ninguno es cumplidamente sabio para sí. Por lo tanto, debemos apoyarnos, consolarnos, ayudarnos, instruirnos y aconsejarnos unos a otros.  Tomás de Kempis
Publicado en Áncora en agosto de 2017.

lunes, 18 de septiembre de 2017

Excepcion

¿Existe alguna persona perfecta viva hoy? No según el psiquiatra de la Universidad de Harvard, Jerome Groopman. En su fascinante libro How Doctors Think (Cómo piensan los doctores), él expresa su acuerdo con las profundas verdades que se encuentran en la Biblia. Escribe: «Todo tiene defectos, en algún momento, ya sea de obra o pensamiento, desde Abraham, pasando por Moisés, hasta los apóstoles».
Pero, ¿qué acerca de Jesucristo? Él desafió a Sus oyentes en cuanto a Sí mismo: «¿Quién de vosotros Me redarguye de pecado?» (Juan 8:46). El veredicto de los discípulos, después de haber tenido oportunidad de escudriñar Su vida al menos durante tres años, es que Él era sin pecado (1 Pedro 2:22; 1 Juan 3:50.
¿Acaso Jesús fue un milagro moral, la única Persona sin pecado en toda la procesión de humanos pecaminosos? Sí, Él fue la excepción intachable a esta observación del apóstol Pablo: «Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios» (Romanos 3:23). ¡Y esa palabra, todos, nos incluye tanto a ti como a mí!
Debido a que toda la humanidad ha pecado, podemos regocijarnos de que Jesús -Él y sólo Él- estaba calificado para ser el Sacrificio sin mancha que necesitábamos.
Demos gracias por Jesucristo, quien llevó nuestros pecados sin tener pecado alguno -¡la única excepción!
Sólo Jesús, el sacrificio perfecto, puede declarar perfectas a personas culpables.

miércoles, 13 de septiembre de 2017

DECISIONES POCO ÉTICAS

DECISIONES POCO ÉTICAS


John Maxwell


Las personas toman decisiones poco éticas, o eligen un camino contrario a la ética, por tres razones:


La primera es que hacen lo que les parece fácil en vez de lo que saben que está bien.


La segunda es que creen que deben tener una conducta no ética a fin de abrirse camino en la vida.


La tercera es que se dejan guiar por la ética circunstancial, hacer lo que parece adecuado en situaciones específicas, en vez de seguir un código de conducta coherente.


Tomado de La Familia Internacional

martes, 12 de septiembre de 2017

La clave de todo es la fe y la confianza.

La clave de todo es la fe y la confianza.

     Al Señor le apasiona ver si tu fe es verdadera y si estás dispuesto a confiar en Él a pesar de todo. ¡Hay veces en que nuestra fe puede llegar a ser probada hasta el límite, hasta el extremo, aun hasta la muerte, para probar si es fe de verdad! Esa es la clase de fe que hay que tener si se quiere llegar a algo. ¡Hay que estar dispuesto a confiar en el Señor pase lo que pase, cualesquiera sean las consecuencias! ¡Como Job! Job al final salió adelante, y el suyo es uno de los más grandes testimonios que hay en toda la Biblia sobre sufrimiento, fracaso, desaliento y, a pesar de ello, una fe que le ayudó a seguir.
     Esa es la victoria más grande de todas, la de estar aparentemente vencido y sin embargo seguir confiando en el Señor. Para Dios eso debe de ser lo más admirable y grato, que aunque parezcas estar derrotado sigas confiando en Él a pesar de todo, como Job. Esa clase de fe debe de agradar muchísimo al Señor: ¡tener fe al borde del desastre, fe frente al sufrimiento, fe frente a la muerte! (Heb.11:6; 1Jn.5:4)
     A Dios le gusta verte triunfar sobre todas las pruebas y dificultades. ¡Disfruta al verte vencer, ganar la carrera, soportar la aflicción y la batalla y luchar hasta la victoria! ¡Que Dios te bendiga y te ayude a seguir confiando en Él!


Cristian Mejía.

lunes, 11 de septiembre de 2017

EL DON DE PERDONAR

EL DON DE PERDONAR

Uno de los dones más grandiosos que concedo a las personas es la capacidad de perdonar. Forma parte de la naturaleza y esencia de Dios, y cuando ejercitas ese don adquieres talla divina. Tienes la capacidad de perdonar y de elevarte por encima de la mezquindad de los mortales.
Para la mayoría de la gente, decidirse a perdonar a alguien es uno de los actos más difíciles que hay, sobre todo si el perdón es inmerecido. Cuesta Dios y ayuda, porque es contrario a la naturaleza humana. Ésta demanda venganza y retribución. Pero, ¿por qué quedarse empantanado en la naturaleza humana?
Si bien vine al mundo para traer perdón y salvarte de tus pecados, también vine a librarte de la naturaleza humana. Al aceptarme como Salvador, recibiste una porción de Mi naturaleza sobrehumana. Pero la medida en que esa naturaleza sobrehumana rija tu vida depende de ti, y se ve reflejada en tus decisiones. Dado que una de las características más sobresalientes de Mi naturaleza es la prontitud para perdonar, tu buena disposición en ese sentido es un claro indicador de cuánto permites que Mi naturaleza sobrehumana gobierne tu ser.
El hecho de que la persona que procedió mal contigo merezca o no perdón no es lo medular del asunto; lo importante es que tú obres bien. En realidad, nadie merece perdón. Quien ha obrado mal, en justicia merece una sanción. Sin embargo, el perdón es superior a la justicia. La justicia es humana; el perdón, divino.
Perdona a quienes te han ofendido, así como tu Padre celestial te perdona a ti.
Tomado de La Familia Internacional

viernes, 8 de septiembre de 2017

UN HOMBRE ÍNTEGRO

UN HOMBRE ÍNTEGRO


Bobby Jones no era solamente un golfista talentoso. También ejemplificaba los principios del espíritu deportivo y el juego limpio. Cuando era amateur, en las eliminatorias finales del Abierto de 1925 en el club deportivo Worcester, se encontraba en un partido.


Entonces, la pelota terminó en el rough, un poco fuera del fairway, y cuando se disponía a dar un golpe, el palo hizo que la pelota se moviera un poco. Se enojó consigo mismo, y de inmediato miró a los árbitros y se marcó a sí mismo una falta. Los árbitros hablaron entre ellos y preguntaron al público si alguien había visto ese movimiento de la pelota de Jones. Llegaron a la conclusión de que ninguno de ellos había visto lo que pasó, así que dejaron la decisión a Jones.


Bobby Jones se dio una penalidad de dos golpes, sin saber que perdería el torneo por ese golpe. Cuando lo alabaron por ese gesto, Jones respondió: «Es como si elogiaran a alguien por no robar un banco».


Tomado de La Familia Internacional

jueves, 7 de septiembre de 2017

FELICIDAD GENUINA

FELICIDAD GENUINA


La felicidad genuina se compone de cualidades espirituales como el amor, la compasión, la paciencia, la tolerancia, el perdón y otras semejantes. Son estas virtudes las que nos proporcionan felicidad a nosotros y a los demás.—Tenzin Gyatso, xiv Dalái Lama (1935– )


Empecé a entender hace mucho tiempo que quienes son más felices son quienes más hacen por los demás.—Booker T. Washington (1856–1915)


La felicidad es un artículo maravilloso: cuanto más se da, más le queda a uno.—Blaise Pascal (1623–1662)


Buscamos la felicidad en los bienes externos, en las riquezas; el consumismo es la forma actual del summum bonum. Pero el consumidor nunca está satisfecho, es insaciable y, por tanto, no feliz. La felicidad consiste en el desprendimiento.—José L. López Aranguren (1909–1996)


Tomado de La Familia Internacional

miércoles, 6 de septiembre de 2017

CUANDO NOS CUESTA CONCILIAR EL SUEÑO

CUANDO NOS CUESTA CONCILIAR EL SUEÑO


David Brandt 


Según la Biblia el sueño es una bendición, un acto de confianza en Dios, de fe en que el Señor nos ayudará a vivir confiados, sin preocuparnos, inquietarnos ni pasar miedo. Muchas noches me he visto asaltado por problemas o preocupaciones y al final he tenido que hacer lo mismo que el obispo Asbury contó una vez. Se había pasado media noche en vela, preocupado por sus problemas, todas sus iglesias y su diócesis. Finalmente recordó este versículo: «Echa sobre el Señor tu carga, y Él te sustentará» (Salmo 55:22.)


Así que dijo: «De acuerdo, Señor, voy a encomendártelo todo ahora; voy a darme la vuelta para dormir y dejar que te preocupes Tú por ello el resto de la noche.» Y eso es lo que he tenido que hacer a veces: «Mira, Señor, ya le he dado vueltas en la cabeza y he orado al respecto bastante rato; ahora voy a dormir; preocúpate Tú de ello el resto de la noche». Una vez que han pensado en un asunto y que han orado al respecto, pueden echar su carga sobre el Señor y dejar que Él la lleve durante la noche. Él conoce la solución y lo va a resolver en el momento que le parezca oportuno y a su manera. De modo que cada uno de nosotros puede decir: «En paz me acostaré y asimismo dormiré, porque solo tú, Señor, me haces vivir confiado». Amén.