David B Berg
La misericordia de Dios es infinita, ¡es desde la eternidad y hasta la eternidad! Su amor, compasión, perdón y salvación no se agotan jamás. Nunca deja de amarnos, hagamos lo que hagamos. Nunca nos rechaza, nunca nos niega Su amor. Siempre tiene esperanza en nosotros, por mucho que nos descarriemos.
Cualesquiera que hayan sido nuestros tropiezos, fallos, fechorías o delitos, la sangre de Jesús cubre todos nuestros pecados, habidos y por haber. Si dejamos nuestros pecados y nos volvemos al Señor, Él es generoso para perdonarnos. La Biblia dice:«Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados», independientemente de lo que hayamos hecho. El único pecado imperdonable es negarse a creer en Jesús, rechazarlo como Salvador.
La Familia Internacional
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