Dar amor a otra persona aporta su propia satisfacción. No solo se siente la satisfacción de iluminar el día a alguien y aliviar su carga, sino que es entonces cuando la ley de las recompensas divinas entra en juego, así como reza el popular adagio: «Si das, recibirás».
Si has estado buscando a alguien que te haga feliz, tal vez debas buscar a alguien a quien tú puedas hacer feliz, ¡entonces la felicidad te encontrará a ti! Pues todo lo que el hombre sembrare, eso mismo cosechará. Es una de las leyes de Dios y del mundo espiritual, que son tan definitivas y ciertas como las leyes de la física, como la ley de la gravedad. Sin embargo, las leyes del espíritu ¡siempre dan resultado! Siempre funcionan, ya sea a tu favor o en contra tuyo, según la manera en que las hayas obedecido, según las obedezcas o no.
La Familia Internacional
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