RECORDATORIOS
En el mundo actual es un desafío vivir como seguidor de
Jesús; sin embargo, cuando los pensamientos, acciones y días son dirigidos por
principios divinos, se vuelve más fácil. La decisión correcta por lo general se ve con claridad
cuando evaluamos las opciones que tenemos frente a nosotros a la luz de
nuestros valores centrados en Cristo; cuando consideramos cómo Jesús habría
enfocado la situación.
A medida que vivimos, tenemos experiencias, aprendemos,
tenemos momentos de descubrimiento o clarividencia a menudo seguidos de este
pensamiento: «Espero acordarme de esto en el futuro».
El aprendizaje es una trayectoria de toda la vida y,
lamentablemente, a veces por el camino cometemos los mismos errores, o
parecidos. Lo sabíamos... pero lo olvidamos, o no relacionamos ambos hechos. Si
no hubiéramos olvidado las verdades aprendidas —ya sea por experiencia propia o
de otras personas— y las tuviéramos muy presentes, habríamos evitado muchos
problemas. Pero somos humanos. Estamos demasiado ocupados. Distraídos.
Olvidamos las cosas. Necesitamos
la ayuda de otros. Necesitamos recordatorios.
La segunda epístola de Pedro 3:1 trata
la cuestión relativa a la eficacia de los recordatorios inspirados por Dios,
como una forma en que Él quiere que nos ayudemos mutuamente a permanecer
fuertes en la fe, a espabilarnos, inspirar progreso y alentarnos a hacer buenas
obras. Ese versículo dice:
Amados, ésta es ya la segunda carta que
les escribo, en las cuales, como recordatorio, despierto en ustedes su sincero entendimiento. […]
El apóstol Pedro escribía una epístola a
los creyentes del norte de Galacia. Su público se componía de cristianos
firmes. Habla de ellos como de mente sincera; les encantaba la Palabra de Dios.
En su primera carta, se dirige a sus lectores como personas de gran fe, iguales
a los apóstoles.
[…] a los que han recibido una fe como
la nuestra [refiriéndose a los apóstoles], mediante la justicia de nuestro Dios
y Salvador, Jesucristo[1].
La intención de sus misivas no era
tratar de convencerlos ni discutir con ellos, sino motivar a aquellos dedicados
seguidores de Jesús; que pusieran atención en temas que ya conocían, en lo que
creían, pero que tal vez no habían pensado o no habían hecho. Este es un
ejemplo de algunos recordatorios que dio a sus colegas seguidores de Cristo.
Precisamente por eso, esfuércense por
añadir a su fe, virtud; a su virtud, entendimiento; al entendimiento, dominio
propio; al dominio propio, constancia; a la constancia, devoción a Dios; a la
devoción a Dios, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor.
Porque estas cualidades, si abundan en
ustedes, les harán crecer en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo, y
evitarán que sean inútiles e improductivos.
Por eso siempre les recordaré estas
cosas, por más que las sepan y estén afianzados en la verdad que ahora tienen.
Además, considero que tengo la obligación de refrescarles la memoria mientras
viva en esta habitación pasajera que es mi cuerpo[2].
Todos necesitamos recordatorios como ese
de vez en cuando, y pueden llegar de muchas fuentes: un podcast, un consejo de
un amigo, tiempo de quietud que se pasa en el estudio de la Palabra de Dios,
meditación y escuchar los susurros de Dios, entre otras cosas. Los
recordatorios de Dios son un elemento importante de nuestro crecimiento
espiritual; pueden ayudarnos a mantenernos activos espiritualmente, sanos y con
un buen equilibrio.
Es posible que en uno o dos aspectos de
tu vida espiritual necesites un recordatorio. O bien, tal vez tu fe flaquea y
necesitas que se te recuerde que Dios es capaz, que nada es imposible para Él y
que el Señor te ayudará a seguir adelante en esta época difícil.
Todos necesitamos recordatorios a fin de
que sigamos esforzándonos por ser como Jesús: misericordiosos, amorosos,
compasivos, honrados, sufridos, gentiles, buenos, lentos para criticar y
generosos para dar ánimo.
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