Padre Celestial:
Gracias por darme hoy la oportunidad de comenzar todo de nuevo. Lo más importante que quiero hacer con este día es compartirlo contigo. Antes que nada, deseo sentarme a Tus pies y escuchar lo que quieras decirme hoy. Si deseas expresarme o señalarme algo, aquí estoy, Señor.
Te presto toda mi atención. Si tienes alguna instrucción, sugerencia, indicación, palabra de sabiduría —tal vez algunos consejos prácticos que puedan ayudarme a lo largo del día— o tiernas palabras de amor, estoy aquí a Tu entera disposición. Te escucho.
Este es mi rato predilecto de cada nuevo día, estos instantes en la mañana en que hago a un lado los afanes de la vida a fin de escucharte y hallar las fuerzas que necesito para embarcarme en la jornada. Te agradezco estos momentos.
En el nombre de Jesús te lo pido, amén.
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