lunes, 10 de diciembre de 2018

El hijo prodigo

LOS DOS HIJOS PRÓDIGOS
Rob Bell


En la parábola del hijo pródigo los errores del hermano menor lo han apartado de su hogar, de su familia, y lo han llevado a una situación de gran miseria. Es verdad, sus pecados lo han separado de su padre.


La segunda verdad, una que es mucho más sutil y además mucho más dañina, es que el hermano mayor se ha apartado de su padre también, aun cuando ha estado en casa.


Lo que lo perjudica es su «bondad».


Su confianza en sus obras, en que observa las reglas y es respetuoso de la ley, en realidad lo ha distanciado de su padre.


Lo que aprendemos de lo que dijo a su padre es que él ha actuado partiendo del supuesto de que sus años de servicio y esclavitud en realidad hacían que su padre lo tuviera en gran estima.


Piensa que su padre lo ama porque ha sido obediente; que lo merece debido a todo el trabajo que ha hecho.


Piensa que es algo que su padre le debe.


Está claro que nuestra maldad puede separarnos del amor de Dios.


Sin embargo, también nuestra bondad puede separarnos del amor de Dios.


Los dos hijos no entienden que el amor del padre jamás tuvo que ver con ninguna de esas cosas. El amor del padre no se puede ganar, y tampoco se puede arrebatar. […]


Es un amor que continúa toda la noche, y al día siguiente y a los que le siguen. Es un amor al que no se le ve fin.


La Familia Internacional

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