¡Para victorias constantes, constantes batallas!
Vivir para el Señor no es algo de lo cual uno puede decir sin más: "¡Ya logré esa victoria! ¡Ya gané esa batalla y la guerra terminó, así que ahora me voy a acomodar y disfrutaré de la vida!" Porque es imposible alcanzar victorias sin librar batallas, ¡y hay ciertas batallas en las que seguiremos peleando por el resto de nuestras vidas, hasta el día de nuestra muerte!
Todos los días hay batallas, sobre todo contra los pecados asediantes, esos "pesos y pecados que nos asedian". (Heb.12:1) Algunas personas parecen creer que pueden alcanzar una victoria definitiva sobre algo y no volver nunca a entrar en batalla. ¡Sin embargo, con lo que el Diablo más nos probará es con nuestros puntos débiles, con nuestro talón de Aquiles, con nuestro pecado asediante, con nuestra mayor tentación! ¡Pero el Señor siempre tiene la victoria reservada para nosotros si seguimos adelante por Él! Nos dice: "Bástate Mi gracia; porque Mi poder se perfecciona en tu debilidad." (2Cor.12:9)
¡Es emocionante volver la mirada y ver nuestros progresos! ¡Mirar hacia abajo y ver la escarpada senda que acabamos de trepar, ver que sí avanzamos! ¡Pero es aún más emocionante alzar la mirada y contemplar las cumbres que pronto hemos de alcanzar y los paisajes que en breve nos estremecerán si seguimos luchando, escalando y triunfando y no nos damos por vencidos! ¿Amén?
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