jueves, 30 de abril de 2015

Voluntad de Dios

¡Para buscar la voluntad de Dios, es a la Palabra de Dios donde primero acudimos!

     ¡La Palabra escrita de Dios es Su voluntad conocida, segura, absoluta y revelada! ¡En ella está todo; todo lo que necesitas saber está en la Biblia! ¡Busca en Su Palabra para ver todo lo que el Señor ya ha dicho! ¡Si Dios no vuelve a hablarte, si no vuelves a recibir ninguna revelación, ni a oír voz alguna; si no vuelves a recibir ninguna profecía, si no se te otorga conocimiento, ni sabiduría, ni discernimiento; si no recibes el don de curación, ni el de hacer milagros, pero simplemente actúas de acuerdo a la Palabra escrita de Dios, lograrás muchos resultados!
     Jesús dijo: "¡El cielo y la tierra pasarán, pero Mis Palabras no pasarán!" (Mat.24:35) "¡Para siempre, oh Señor, permanece Tu Palabra en los cielos!" (Sal.119:89) ¡No existe ninguna duda al respecto! ¡Puedes contar con la Palabra de Dios! ¡Jamás falla! "¡Qué base más firme, santos del Señor, tenéis para vuestra fe en la Palabra de Dios! ¿Qué más va a deciros que no os haya dicho, cuando un refugio fuisteis en Cristo a buscar?"
     ¡Cuando el Señor te dice algo por medio de Su Libro, sabes que es acertado! ¡Acude a la Palabra!

miércoles, 29 de abril de 2015

Los dos lobos

LOS DOS LOBOS
Gabriel García Valdivieso
En un cuento del folklore nativo norteamericano un anciano le explica a su joven nieto la lucha interna que tiene lugar entre el bien y el mal:
—Dentro de todos nosotros se libra una lucha, una pelea entre dos lobos. Uno de ellos es la encarnación de todo lo perverso, como el odio, la ira, la envidia, el resentimiento, la codicia, la arrogancia, la mentira y el egoísmo. El otro lobo es la personificación de todo lo bueno, como el amor, la alegría, la paz, la esperanza, la serenidad, la humildad, la bondad, la empatía, la generosidad, la compasión, la verdad y la fe.
El nieto reflexiona en esas palabras y le pregunta:
—¿Cuál de los dos lobos sale vencedor?
El abuelo le responde:
—Aquel al que le das de comer.
Si aplicamos esa enseñanza al abatimiento y la depresión, así como sus antítesis, el optimismo y la alabanza—, tenemos en nuestras manos la clave para una vida más feliz, productiva y exitosa.
El desaliento es comparable a un lobezno. Si lo alimentas, crece hasta llegar a ser una depresión, un lobo adulto, feroz y voraz que te atacará cada vez que tenga oportunidad. En cambio, si das de comer a su contrincante, puedes contar con un defensor firme y seguro contra esos ataques.
¿Cómo se puede distinguir entre esos dos lobos, para saber a cuál de ellos alimentar? Cuando piensas en algo que te produce descontento, resentimiento o pesar, o que te lleva a criticar a los demás, puedes estar seguro de que se trata del lobo feroz que acecha a su presa. No te conviertas en su próximo bocado. Más bien da de comer al otro llenando tu corazón y tu mente de pensamientos positivos, alentadores y edificantes que te infundan fe.
Quizá no haya modo de evitar que el lobo perverso ronde por ahí. Lo que sí puedes hacer es despabilarte y alimentar al bueno antes que se asome el malo. Además, recuerda que cuanto más des de comer al bueno, más se robustecerá. Aliméntalo cada vez que puedas. Así el lobo maligno no podrá plantarle cara: a la hora del enfrentamiento huirá con el rabo entre las patas.

martes, 28 de abril de 2015

Pídele a Dios lo que tienes que hacer

Pídele al Señor que te dé revelaciones directas para indicarte exactamente lo que debes hacer.

     ¡Algunas personas creen que después de hablarle a Juan en la isla de Patmos, Dios no volvió a pronunciar palabra! ¡Pero Él sigue hablando, haciendo revelaciones y mostrando cosas, y puede hablarte a ti directamente! Desde el momento en que te conviertes en un cristiano que progresa y madura, puedes recibir tus instrucciones directamente del Señor.
     Pero, ¿cómo se pone a prueba la inspiración? ¡La Escritura es la norma, el patrón definitivo por medio del cual puedes medir cualquier cosa que se diga! Las revelaciones auténticas jamás expresan nada que la contradiga, y en cambio pueden llenar muchos vacíos y guiarte en la circunstancia particular en que te encuentres. ¡Por eso, sólo debes asegurarte de que tus revelaciones no se opongan a la Palabra de Dios ni la contradigan, sino que estén en concordancia con ella! Pídele al Señor versículos que las confirmen.
     Es maravilloso recibir directamente del Señor las soluciones que necesitamos con urgencia. ¡Cuando recibimos del Señor una evidencia concreta, Su pronunciamiento sobre el caso, sabemos que vamos por buen camino y que podemos seguir adelante y actuar con convicción y fe, sin vacilar! ¡Así ya queda decidido! ¡Has oído la voz del Cielo!

lunes, 27 de abril de 2015

¡Hay cosas que Dios no puede hacer!

¡Hay ciertas cosas que Dios no puede hacer!

     Porque no quiere, porque se ha impuesto a Sí mismo ciertas limitaciones para no entorpecer nuestra capacidad de decisión. Como a Adán y Eva en el Paraíso, a cada uno se le da una oportunidad de elegir entre hacer el bien o el mal. De hecho, y a fin de cuentas, desde el Huerto del Edén hasta la fecha, ésa ha sido la razón principal por la que estamos aquí: ¡para aprender a tomar decisiones bajo la guía de Dios! ¡Tú tienes que tomar las decisiones, Él no te obligará a hacer Su Voluntad! "¡El que quiera, venga!" (Ap.22:17)
     ¡Dios nunca fuerza a nadie! Simplemente ofrece a la gente la oportunidad de recibir Sus bendiciones. Si las rechazan, ¡son ellos quienes pierden! "¡Cada hombre debe dar a Dios cuenta de sí!" (Rom.14:12) No podemos escondernos detrás de nadie en lo referente a nuestra soberana capacidad de decisión. ¡Cuando Dios nos pide cuentas, no podemos echar nuestra responsabilidad sobre otras personas! Dios quiere que cada uno tome su propia decisión por fe, según su fe. No por la fe de otra persona, ¡sino la propia! ¡Quiere que aprendamos a confiar en Él por nosotros mismos, y no apoyados siempre en los demás! Cada decisión depende de ti y de nadie más. ¡Nadie puede elegir por ti, ni siquiera Dios!
     "¡Conforme a vuestra fe os sea hecho!" (Mat.9:29)

viernes, 17 de abril de 2015

¡Tu eres una Bíblia forrada en piel de zapatos!

La mayoría de la gente sólo lee una Biblia forrada en piel de zapatos: ¡nosotros mismos!

     ¡Muchos no quieren leer la Biblia, pero sí están dispuestos a leer a un cristiano! Y aunque tal vez duden parte de lo que digas, ¡siempre creerán lo que hagas!
     ¡El único amor de Dios que ven los demás es el que observan en ti; y si no les muestras un amor que puedan ver y sentir, les costará mucho creer que exista Alguien en las alturas, a quien no conocen, que de verdad los ama! Tienen que aprender a amarte a ti primero antes de poder aprender a amar a Dios.
     Para conquistar a la gente debes inspirarles fe en ti, antes de que puedan creer en Dios, pues no podrán entender ni creer lo que les digas de Dios a menos que se lo demuestres de un modo visible y tangible que ponga en práctica tus palabras y lleve a efecto tu fe, algo que la convierta en realidad y no en teorías; en hechos, y no palabras. ¡Hazles ver el verdadero amor de Dios y manifiéstalo con gestos que lo demuestren genuinamente!
     ¡Es solamente por tu intermedio que los demás podrán encontrar la alegría, la paz, el amor y la felicidad del Señor, y luego el Cielo! Por eso, en todo lo que hagas, ¡recuerda que el Señor quiere que le muestres a este mundo lo maravilloso que es pertenecerle a Él! (Mat.5:16)

jueves, 16 de abril de 2015

El factor Dios

EL FACTOR DIOS
Casi todas las personas del mundo pasan apuros económicos en uno u otro momento. Algunas, sin embargo, lidian mejor con ellos que otras. Las circunstancias no suelen ser el factor determinante; la cuestión de fondo es más bien a quién recurren. El secreto para superar las penurias económicas es en realidad el mismo que para superar cualquier otra dificultad: hacer lo que está dentro de tus posibilidades, y luego confiar en Dios.
Hace siglos dije a Mis discípulos: «Para los hombres es imposible, más para Dios, no; porque todas las cosas son posibles para Dios». ¡El factor Dios puede cambiar todo el panorama! Cuando se aplica el factor Dios, lo imposible resulta posible, ya que la fe en Dios y en Sus promesas anula toda imposibilidad.
He aquí algunas promesas en las que puedes depositar tu confianza: «Dios suplirá todo lo que os falta conforme a Sus riquezas en gloria». «Todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá». «Buscad primeramente el reino de Dios y Su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas».
Todo lo que tiene el Padre es Mío también. Eso significa que todas las riquezas del universo están a Mi disposición. Te quiero mucho, y me preocupan tu felicidad y tu bienestar. Empieza por hacer lo que puedes y aplica luego el factor Dios, pidiéndome que intervenga y haga lo que a ti te resulta imposible.
—Jesús

miércoles, 15 de abril de 2015

¡Dios sigue al mando!

¡Dios sigue en el trono y al orar cambian las cosas!

     Al parecer, para mucha gente los hechos de Jesús y Sus discípulos pertenecen a un pasado remoto. Lo consideran cuentos de hadas. No les ven nada de real. ¡Dios es muy lejano, el Cielo es algo remoto; Jesús hace mucho tiempo que murió y todo parece muy distante! Pero el Señor sigue siendo tan real como siempre, y es capaz de lo mismo y aun más. ¡Dios sigue vivo, con buena salud y obrando con tanto poder como siempre entre los que confían en Él! Él ha dicho en la Biblia: "Porque Yo el Señor no cambio" (Mal.3:6), ¡y "Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos"! (Heb.13:8) ¡La época de los milagros no se ha acabado! Tanto la Palabra de Dios como Sus garantías carecen de restricciones, limitaciones o condiciones, salvo las que nuestra propia fe les impongan.
     Lo único que Dios nos pide es que lo honremos con nuestra fe, creyendo en las promesas de Su Palabra. Al orar, hay que presentárselas para recordárselas. Al recordarle a Dios Su Palabra demuestras fe en ella. A Dios le complacen las declaraciones explícitas de nuestra fe y de nuestro conocimiento de la Palabra. ¡Por lo tanto, cita Escrituras y hazle cumplir Su Palabra!
     "¡Sigue creyendo en el Señor! ¡Él aún responde a la oración!" ¡Nunca ha faltado a ninguna de Sus buenas promesas! (1Re.8:56)

martes, 14 de abril de 2015

¡Preguntalé!

Para aprender todo lo que el Señor quiere enseñarte, ¡tienes que orar y preguntarle!

     ¡Puedes pasar por la vida y perderte muchísimas cosas que el Señor quiere enseñarte! Algunas son tan evidentes que en realidad no hay que preguntárselas. ¡Pero otras no son tan obvias y se te pueden escapar si no le preguntas, si no prestas atención o si no las tomas como provenientes del Señor!
     Es una pena, porque permanentemente suceden muchas cositas mediante las cuales el Señor quiere enseñarte y hablarte. ¡Pero si no las ves como avisos del Señor, se te pasan y no las captas, no aprendes de ellas y se desperdician! Lo que hubiera podido ser una enseñanza, lo que el Señor quiere que te sirva de lección, puede quedar en nada si no te detienes a preguntarle: "Señor, ¿qué quieres enseñarme?"
     En cambio, si paras a reflexionar, a orar y a preguntarle al Señor, Él te lo hará ver. Las soluciones están siempre a disposición. ¡Basta con que abras los ojos y las pidas! Pero por la misma razón, ¡si no pides, muchas veces no recibes! "¡Pedid y se os dará!" (Mat.7:7) Por eso, ¡busca al Señor! ¿Amén?  

lunes, 13 de abril de 2015

Jesús es la palabra de Dios

JESÚS ES LA PALABRA DE DIOS


No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.  Mateo 4:4

Al encontrarme con Tus palabras, yo las devoraba; ellas eran mi gozo y la alegría de mi corazón.  Jeremías 15:16

Jesús es la Palabra, es el espíritu y la vida y necesitamos tomar una dosis de Él cada día. Darnos un banquete con viandas y bebidas. Así como debemos comer para obtener fortaleza física, debemos comer y beber la Palabra para obtener fortaleza espiritual.

La Palabra es todo ello. La Palabra es Jesús. La Palabra es Dios. La Palabra es espíritu. La Palabra es vida.

El secreto del poder, la victoria, la superación, la productividad, la fogosidad, la vida, el calor, la luz, el liderazgo, el secreto para todo es la Palabra. Y la falta de la misma también es el secreto para el fracaso, la frialdad, la oscuridad, la debilidad y la muerte espiritual. 

viernes, 10 de abril de 2015

Solucíon a tus problemas

¡A solas con Dios, Él te dará soluciones espirituales que harán desaparecer tus montañas de problemas!

     Rendirás mucho más para el Señor si sencillamente dedicas más tiempo a la oración, a solas con Dios. Si no buscas un momento de reposo y tratas de acudir al Señor, ¿cómo esperas recibir algo de Él? A solas y en silencio escucharás al Señor mejor que de ningún otro modo. ¡Porque así podrá hablarte a ti solo, y tú podrás prestarle toda tu atención y mostrarle el honor debido! Hasta Jesús tenía que levantarse al alba, antes que Sus discípulos, y alejarse por entre los cerros, o escalar la montaña, para poder estar a solas con Dios y escuchar a Su Padre.
     ¡Para poder oír al Señor tendrás que guardar silencio a solas en algún lugar, de alguna manera y en algún momento! ¡Debes darte cuenta de que te resulta imposible resolver tus problemas recurriendo a tus propias fuerzas, tienes que ansiar desesperadamente la solución que pueda darte Dios, dejar todo lo que estés haciendo, y escuchar! Ayúdanos, Jesús, a recordar que no podemos seguir adelante sin la visión celestial que Tú das. Todos necesitamos pasar más tiempo a solas contigo, para descansar al abrigo de Tus brazos, para recuperar las fuerzas y obtener la fortaleza de Tu Espíritu. Para poder pensar solamente en Ti, para orar y acercarnos a Ti sin que medien otras distracciones. ¡Gracias, Jesús!

jueves, 9 de abril de 2015

¿Cual es tu montaña?

Cuando era niña, mi padre se asoció a un club de andinismo en el que personas de todo Río de Janeiro se reunían los domingos para escalar. Cuando ya se aprendió las principales rutas, comenzó a llevar a sus hijos y a otros jóvenes del vecindario a la cima de muchos cerros de la zona. En aquella época me fui dando cuenta de que la vida es como una serie de montañas y que hay que aplicar una táctica distinta para conquistar cada una.
Mi hijo menor, Mat, sufre de déficit atencional. Es hiperactivo y tiene dificultad para concentrarse. Le cuesta aprender las conductas que se esperan de él y entender las reglas. Por otro lado, es muy compasivo y se lleva sorprendentemente bien con los animales y los niños pequeños.
Siempre pensé que si tenía un hijo minusválido o con problemas de aprendizaje me descorazonaría o me enojaría con Dios. Sin embargo, mi primera reacción al conocer el diagnóstico fue de profundo amor y compasión. Estreché a Mat en mis brazos y pensé: «Esta es la siguiente montaña y la escalaremos juntos». Además tuve la bendición de contar con mucho apoyo de amigos que me ayudaron a investigar sobre ese trastorno.
Con el paso de los años he tenido mis momentos de dudas y de cuestionamientos: «¿Por qué nos pasó a nosotros?» Con todo, Dios siempre se las ha arreglado para reconfortarme y asegurarme que Él siente un amor excepcional por Mat. Con frecuencia ha recibido atenciones especiales, como en una ocasión en que tomamos un avión para ir a visitar a mi hija mayor y a su familia en Chile, y Mat trabó amistad con la tripulación de cabina y los pilotos. Como el embarque se retrasó, pudo charlar con ellos largo rato en su castellano rudimentario y quedó fascinado cuando el comandante más tarde mencionó su nombre al hacer los anuncios y lo invitó a visitar la cabina de mando.
Temprano por la mañana el avión pasó junto al Aconcagua (cumbre de 6.961 metros). Era la primera vez que yo veía una montaña tan alta que hasta los aviones tienen que pasar por el lado. Es una cumbre majestuosa con cientos de montañas más bajas a su alrededor. Esa mañana todos los picos estaban cubiertos de nieve que resplandecía con los primeros rayos dorados del sol.
La vida puede ser igual de hermosa que los Andes al amanecer, aunque en ella abunden los cerros altos. Hasta el momento mi hijo Mat ha sido mi aconcagua. Aunque me ha costado, estoy fascinada con cada instante de nuestro ascenso hacia la cumbre.

miércoles, 8 de abril de 2015

La fe elimina el temor y la tensión

LA FE ELIMINA EL TEMOR Y LA TENSIÓN


La fe es uno de los factores más importantes para curarse, el conocimiento de que Dios nos ama, vela por nosotros y nos cuidará pase lo que pase. La fe elimina el temor y la tensión, dos de los principales factores que causan enfermedades y mala salud, porque uno se siente en paz y descansa confiadamente en el Señor, sabiendo que Él se encargará de todo. Esa actitud elimina algunas de las causas más frecuentes de enfermedades psicosomáticas.

El temor, la tensión y el odio generan diversas enfermedades sicológicas y nerviosas, además de dolencias propiamente físicas como la insuficiencia cardiaca, la artritis y las úlceras estomacales. Esos males pueden tener su origen en la inquietud y el miedo. Los casos graves de artritis —salvo cuando se debe a una infección— pueden ser de origen psicosomático, siendo con frecuencia la causa el resentimiento, el odio y una actitud negativa ante la vida. Esos sentimientos provocan una acumulación de toxinas en el cuerpo, las cuales a su vez generan congestión y dolor en las articulaciones.

Al neutralizar el temor mediante la fe se logra sosiego interior, se le da descanso al estómago y otros órganos vitales, entre ellos el corazón, y se eliminan las toxinas de la sangre que causan las enfermedades. Dicho de otro modo, la actitud de una persona puede envenenar su cuerpo. La ciencia tiene conocimiento y prueba de ello. Por eso algunas religiones de orientación puramente sicológica como la ciencia cristiana, la Escuela de la Unidad del Cristianismo, el Nuevo Pensamiento y ciertas religiones orientales logran a veces muy buenos resultados.

martes, 7 de abril de 2015

Cuando van mal las cosas

CUANDO VAN MAL LAS COSAS

Frank Stanton

Cuando van mal las cosas, como sucede a veces,
cuando la senda que sigues empinada parece,
cuando escasea el dinero y la deuda está elevada,
y quieres sonreír, pero te sale una expresión cansada,
cuando el afán y la brega te hacen bajar la vista,
date una tregua, si es preciso, pero no desistas.
La vida es misteriosa con sus curvas y recodos;
de eso tarde o temprano nos percatamos todos.
¡Pensar que tuvimos tantos proyectos fallidos
que hoy serían éxitos si hubiéramos persistido!
No te rindas aunque el progreso aparente ser muy lento;
¿Quién sabe? Puede que triunfes en el próximo intento.
Con frecuencia, la meta anhelada se halla
más cerca de lo que alcanza a creer el que desmaya.
Muy comúnmente el luchador flaquea en su deseo
cuando bien habría podido conquistar el trofeo,
y ya tarde se entera, llegada la anochecida,
de lo cerca que estaba la corona perdida.
El triunfo, créeme, tras la derrota aguarda,
oculto por las nubes de dudas que acobardan.
Es imposible precisar lo lejos que se encuentra;
puede estar cerca, ahí mismo, aunque no lo parezca.
Sigue, pues, luchando cuando te peguen más duro,
¡y nunca jamás te rindas, ni en el peor apuro!
 

lunes, 6 de abril de 2015

La Resurrección

LA RESURRECCIÓN
Los escépticos argumentan que es ilógico creer que Jesús haya resucitado y se apareciera ante sus amigos y seguidores después de haber sido brutalmente ejecutado y encerrado en una tumba sellada durante 3 días. Sin embargo, ¿es tan ilógico?
Existe un argumento contundente a favor de la resurrección: Tanto los creyentes como los escépticos reconocen que los discípulos de Jesús estuvieron dispuestos a jugarse la vida por su Salvador resucitado. Hay que recordar que se trata de los mismos hombres que pocos días antes huyeron despavoridos, cuando Jesús fue detenido por los guardias del templo en el Huerto de Getsemaní, y luego se ocultaron por temor a perder la vida. Si la resurrección fue un invento, ¿los discípulos habrían estado dispuestos a sufrir lo que sufrieron, eso es golpizas, torturas, encarcelamiento y la propia muerte, por una mentira? Se sabe que todos los apóstoles, menos Juan, como también la mayoría de los otros líderes cristianos de aquella época, fueron martirizados. No dudaron en dar su vida por su fe, porque sabían que Jesús era el Mesías y que había resucitado.
Cierto analista comentó al respecto: «Históricamente, bajo esas presiones, los farsantes confiesan sus engaños y traicionan a sus cómplices». Los discípulos de Jesús no lo hicieron. Está claro que creían firmemente en lo que predicaban. Lo mismo se aplica al apóstol Pablo, quien fue uno de los más feroces perseguidores de aquellos discípulos hasta que el propio Cristo resucitado se le apareció en el camino a Damasco.
Todos ellos estuvieron en presencia del Salvador resucitado. Pide a Jesús que entre en tu corazón y podrás tener esta misma certeza de que Jesús está vivo como rey de reyes y como tu mejor amigo.

viernes, 3 de abril de 2015

Reflexión para La Semana Santa

Reflexión para la Semana Santa

Reflexión para la Semana Santa
Imagínate una dura semillita atrapada en la oscuridad. Cae la lluvia, pega el sol, y dentro de esa semilla las células se multiplican. En poco tiempo aparece un brote verde de vida. Se está desarrollando una planta.
Ahora imagínate un pichoncito atrapado en una cáscara dura e incómoda. A consecuencia de los picoteos y rasguños de la avecilla, se hace una rajadura en la cáscara, y sale un polluelo amarillo y peludito.
Esas son apenas un par de manifestaciones de vida nueva de las que somos testigos temporada tras temporada, año tras año.
Si bien esperamos que brote vida nueva, no esperamos que vuelva a la vida algo que está muerto. Un pájaro muerto no vuelve a volar. Sin embargo, la Biblia dice que hubo muchos testigos de la resurrección de Jesús:
«Cristo murió por nuestros pecados, conforme a lo anunciado en las Escrituras; […] fue sepultado y […] resucitó al tercer día, conforme a esas mismas Escrituras; […]se apareció primero a Pedro y, más tarde, a los Doce. Después se apareció a más de quinientos hermanos juntos»1.
Al igual que aquellos primeros testigos, nos quedamos perplejos. ¿Cómo pudo un cuerpo desgarrado y exánime, que yacía en un frío sepulcro, volver a la vida? El milagro de la resurrección de Cristo desafía el orden natural y verdaderamente trasciende nuestra comprensión humana.
Pero el milagro no termina ahí. Como escribió C. S. Lewis (1898–1963): «Jesús forzó la apertura de una puerta que había estado cerrada desde la muerte del primer hombre. Se enfrentó al Rey de la Muerte, luchó contra él y lo venció. Ese hecho lo transformó todo».
* * *
Bendito sea Dios […] , que, según Su gran misericordia y por la resurrección de Jesucristo de la muerte, nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva, a una herencia que no puede destruirse, ni mancharse, ni marchitarse, reservada para ustedes en el cielo.  1 Pedro 1:3,4 (BNP)

Yo soy el que vive. Estuve muerto, pero ahora vivo para siempre.  Jesús en Apocalipsis 1:18 (BLPH)

Las manos milagrosas,
ahora traspasadas,
volvían a ser las manos
potentes y piadosas.
Jesús se levantaba
y los pies taladrados
se echaban otra vez por los caminos,
infatigablemente,
buscando a los perdidos y olvidados…
Desde entonces Él vive
y porque vive
la vida es nuestra herencia;
la Cruz fue cual preludio tenebroso
de un nuevo amanecer más luminoso…
Francisco Estrello (1907–1959)  
 

jueves, 2 de abril de 2015

Haz el bien sin mirar a quien



A través de Rochester, en Nueva York, corre el río Genessee, entre
riberas abruptas y serpenteantes. Una vez, un habitante de la ciudad
acababa de regresar en tren de un largo viaje. Se sentía ansioso por
llegar a casa y ver a su esposa e hijos. Caminaba rápidamente por las
calles, con la luminosa imagen del hogar en la mente, cuando acertó a
pasar por un recodo del río donde se había formado un grupo de personas,
al parecer muy angustiadas.
—¿Qué sucede? —gritó. Le contestaron:
—¡Ha caído un niño al agua!
—¿Y por qué no lo rescatan? —preguntó el hombre.
Sin dudarlo un momento, dejó su equipaje, se despojó de su abrigo y se
lanzó a las aguas turbulentas. Tomó al muchacho en sus brazos y luchó
contra la corriente hasta llevarlo a la orilla. Allí, mientras se
quitaba el agua del rostro y se alisaba los cabellos, exclamó de pronto:
—¡Por todos los cielos, es mi hijo!
     Se había arrojado al agua para salvar al hijo de otra persona, y
había rescatado a su propio hijo.

miércoles, 1 de abril de 2015

¡Somos vencedores!

somos vencedores

Tendemos a admirar a las personas que se superan, que vencen sus miedos y salen ondeando la bandera del triunfo luego de una dura lid. De ahí que nos inspiren los ejemplos de Nairo Quintana, joven ciclista de extracción humilde que con fe y esfuerzo fue el primer latinoamericano en ganar el Giro de Italia; el equipo de fútbol de Costa Rica, que sorprendió derribando a gigantes en el último mundial; Malala Yousafzai, la joven paquistaní que con lacerante sufrimiento y valentía ha defendido el derecho a la educación de las niñas de su país. ¡Y cuántos más!
Decía Platón que la conquista propia es la mayor de las victorias, pensamiento que también recoge el refrán: «Quien a sí mismo vence, ese es el más valiente». La actitud, cómo no, puede más que la vicisitud.
Funciona también al revés. Muchas veces los deportistas atribuyen sus derrotas no a los méritos de sus rivales sino a sus propias carencias. Se ha dicho sabiamente que cada uno es su propio peor enemigo. El apóstol Pablo llegó a afirmar: «Realmente no acabo de entender lo que me pasa ya que no hago lo que de veras deseo, sino lo que detesto. Y es que, estando a mi alcance querer lo bueno, me resulta imposible realizarlo»1.
¿Qué hacer entonces? ¿Cómo vencer a ese enemigo íntimo que más que ninguno nos impide alcanzar el triunfo? La Biblia aporta la clave: «Nuestra victoria es absoluta por medio de Cristo»2. Él nos da la gracia celestial y también las herramientas terrenales para lograrlo.
Claro que lo que entiende Dios por triunfo es muy distinto de lo que promueve la sociedad en general hoy en día. Él mide los triunfos por patrones muy diferentes. En el juego de la vida nos anotamos puntos cuando dejamos que Jesús se exprese por medio de nuestras acciones y palabras, cuando nos conducimos con integridad y compromiso y manifestamos amor a las personas que providencialmente vamos encontrando en nuestro camino.
Lo principal es que a los ojos de nuestro amoroso Padre ya somos vencedores, por más que no nos lo parezca: «Ustedes, mis queridos hijos, pertenecen a Dios. Ya lograron la victoria»3.
¡Nos vemos en el podio!