La mayoría de la gente sólo lee una Biblia forrada en piel de zapatos: ¡nosotros mismos!
¡Muchos no quieren leer la Biblia, pero sí están dispuestos a leer a un cristiano! Y aunque tal vez duden parte de lo que digas, ¡siempre creerán lo que hagas!
¡El único amor de Dios que ven los demás es el que observan en ti; y si no les muestras un amor que puedan ver y sentir, les costará mucho creer que exista Alguien en las alturas, a quien no conocen, que de verdad los ama! Tienen que aprender a amarte a ti primero antes de poder aprender a amar a Dios.
Para conquistar a la gente debes inspirarles fe en ti, antes de que puedan creer en Dios, pues no podrán entender ni creer lo que les digas de Dios a menos que se lo demuestres de un modo visible y tangible que ponga en práctica tus palabras y lleve a efecto tu fe, algo que la convierta en realidad y no en teorías; en hechos, y no palabras. ¡Hazles ver el verdadero amor de Dios y manifiéstalo con gestos que lo demuestren genuinamente!
¡Es solamente por tu intermedio que los demás podrán encontrar la alegría, la paz, el amor y la felicidad del Señor, y luego el Cielo! Por eso, en todo lo que hagas, ¡recuerda que el Señor quiere que le muestres a este mundo lo maravilloso que es pertenecerle a Él! (Mat.5:16)
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