miércoles, 5 de octubre de 2016

¡Dios si te escucha!

Ma. Patricia de Rodriguez – Salmo 130:1-18
“De lo profundo, oh Jehová, a ti clamo. Señor oye mi voz; estén atentos tus oídos a la voz de mi súplica. Jehová si mirares a los pecados, ¿quién, oh Señor, podrá mantenerse? Pero en ti hay perdón, para que seas reverenciado. Esperé yo a Jehová, esperó mi alma; en su palabra he esperado. Mi alma espera a Jehová, más que los centinelas a la mañana, más que los vigilantes a la mañana. Espere Israel a Jehová, porque en Jehová hay misericordia, y abundante redención con él; y el redimirá a Israel de todos sus pecados”.
En este pasaje vemos cómo el salmista comienza su oración expresando la angustia tan grande que tiene; así como nosotros que al pasar por una prueba nos sentimos atribulados, muchas veces solos y hasta pensamos que Dios no nos escucha y que tenemos que llamar su atención. El salmista David -quien era un hombre que amaba al Señor profundamente, tanto que fue catalogado como el hombre conforme al corazón de Dios- también escribió muchos salmos en los que levantaba su voz con angustia en los momentos de aflicción, sin embargo, los terminaba en victoria, dándole la gloria a Dios y reconociendo que siempre estaba con él, sin importar la prueba que pasara.
Hemos escuchado muchos testimonios de diferentes hermanos sobre cómo el Señor los ha sacado de sus pruebas y aflicciones, unas más grandes que otras, pero al final de cuentas momentos difíciles; pues cuando estás metido en el horno de la aflicción, no es posible ponerle medida ni distancias, pareciera como si estuvieras viviendo lo peor, hasta que escuchas acerca de las dificultades de otros y comprendes que las tuyas no son necesariamente las más duras.
Por eso, sin importar quién seas o cuán grave sea tu situación, al punto de que hayas pensado que no hay salida, quiero que recuerdes: no hay nada que pase desapercibido para Dios pues Él no se cansa, ni se duerme (Salmos 121) porque está atento para cuidar a cada uno de sus hijos. Él es omnipresente y Omnipotente, o sea que está en todas partes y que nada es imposible para Él; por lo cual puedes confiar en la protección y cuidado divinos.
En el versículo tres del salmo 130, el salmista expresa su angustia por los pecados y dice que Dios no fija su mirada en ellos pues, de lo contrario, nadie podría mantenerse en pie; por eso afirma que en Dios hay perdón. Algunas personas, cuando atraviesan momentos difíciles, se preguntan si Dios los escucha y si acaso no estarán recibiendo un castigo por sus pecados. Sin embargo, debemos recordar que Él es misericordioso y no un juez castigador como algunos piensan y que si nosotros confesamos nuestros pecados, es fiel y justo para perdonarnos toda maldad (1 Juan 1, 9). No hay nada de lo que hayas hecho que la sangre de Jesús no pueda limpiar. La Palabra de Dios dice que el único pecado imperdonable es la blasfemia contra el Espíritu Santo. (Mateo 12, 31-32) Por lo tanto, no cuestiones ni hables neciamente de aquello que ignoras. Así que, no importa la magnitud de tu pecado, si fue antes de conocer a Cristo o después de haberlo aceptado; no importa si crees que tu falta es muy grave; déjame decirte que hay salvación para tu alma. Clama al Señor del cielo, reconociendo tus faltas y pidiendo su perdón; te aseguro que serás escuchado, porque Dios desea que todos nos arrepintamos. Cuando lo hacemos, experimentamos el perdón de Dios y reconocemos su inmenso amor; entonces el Espíritu Santo nos llena de paz, de alegría, y en gratitud podemos adorar a Dios y reverenciar su nombre.
Querido hermano: si estás en un momento de aflicción o de prueba, ten presente que Dios sí te escucha, aun cuando no lo oigas o te parezca que está lejos; o si crees que no está pendiente de ti; eso no quiere decir que Él no esté a tu lado, pues como la conocida historia de Huellas en la arena, es en ese momento cuando está contigo más que nunca; pero te está enseñando a que seas una persona de fe, porque la Palabra de Dios dice que el justo por la fe vivirá (Romanos 1, 17). Sientas o no sientas a Dios, tienes que saber que siempre está contigo. ¡Dios siempre está contigo!
Siguiendo con el texto base, en el verso cinco dice: “Esperé yo a Jehová, esperó mi alma, en su palabra he esperado” porque Dios también se toma su tiempo; no te desesperes cuando la respuesta no llega inmediatamente, tienes que esperar el tiempo de Dios y ser paciente para creerle al Señor, permitiéndole que haga su obra. No importa cuánto Él se tarde, Él no se retrasa; Dios puede soltar la bendición ya mismo, pero si se ha tomado su tiempo es porque quiere que seas una persona madura y no un niño caprichoso que cuando pega su pataleta tiene lo que quiere. No, así no se puede vivir delante del Señor, confía en Él y Él hará. Acude a su Palabra, toma la Biblia y empieza a estudiarla y a creerla; escudríñala porque está llena de sabiduría y bendición.
Luego, el verso seis, habla de cómo los centinelas esperan la mañana, para relacionarlo con la espera del salmista. Este texto siempre me conmueve, ¡me parece tan precioso! Figúrate la espera tan larga que representa para los centinelas la noche: velando, aguardando, muchas veces de pie, tomándose un café para mantenerse despierto; cuidando su lugar de trabajo: un banco, una casa, un edificio. Imagínate lo largas que se hacen las noches para los celadores, deben parecerles eternas. Del mismo modo, cuando tú estás metido en el fuego de la prueba, te parece que la mañana no va a llegar, que la noche ya no tiene doce horas sino como cuarenta o cincuenta; sientes que estás metido en un hueco muy profundo; pero no, déjame decirte que así como el centinela espera la mañana, tú tienes que esperar en Dios, sabiendo que la mañana, de hecho, vendrá; que amanecerá un nuevo día porque así el Señor lo estipuló para tu prueba tenebrosa y horrible, ¡amanecerá un nuevo día! En el momento más oscuro, más terrible, recuerda que la mañana está próxima a venir, no te desanimes.
Hoy mi llamado, mi palabra, mi oración para cada una de mis ovejitas es: no te desanimes, así como el centinela espera la mañana, espera la respuesta de Dios; por favor no te desesperes, porque Dios es real, ¡Dios es real! tan cierto como cada día que ves el sol y, aunque no lo veas, sabes que ahí está, detrás de esas sombras oscuras; así mismo, no importa la prueba, ahí está el Señor. Clama a Él, escucha su voz, escudriña y atiende a su Palabra; si sabes que hay pecado, ponte ahora mismo de rodillas y dile: “Señor, perdóname por favor cualquier falta que haya cometido, perdóname”. Si estás ansioso, no te preocupes y así como el centinela espera la mañana, espera la redención de Jehová, porque está pronta, a la puerta de tu casa. Voy a orar por ti, abre tu corazón y recibe esta oración porque esta palabra viene de Dios para ti. Si estás quebrantado o desesperado, si la angustia llegó a tu puerta, toma esta palabra. Si crees que tu pecado ha sido grandísimo, para ti hay redención, esperanza y salvación.
ORACIÓN
Padre mío yo tomo esta Palabra que me diste y te pido que tú la vuelvas realidad en el corazón de cada uno de tus hijitos. Padre, cualquiera sea su situación, no importa hasta dónde Satanás los haya llevado, yo sé que eres Dios misericordioso y perdonador, tú eres clemente, Señor; eres lento para la ira y grande en misericordia, porque eso dice tu Palabra y nosotros lo hemos evidenciado. Señor: así como el centinela espera la mañana y el guardia que vela por las casas de otros espera que amanezca, yo te pido por tus hijos que están en situaciones difíciles y están clamando a ti, para que tú los llenes de fuerza y ellos puedan esperar en ti, con la confianza de que están en tus manos y que tú tienes todo bajo control. Gracias Señor porque tú aquietarás esas tormentas, les darás paz y una pronta respuesta. Amén.

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