TÓMATE UN RESPIRO
Cuando se está metido en una situación,
puede ser difícil no perder la perspectiva general. Los pensamientos tienden a
confundirse, uno se siente aturdido. Cuesta pensar. En algunos casos, algo tan
sencillo como tomarse un respiro puede llegar a ser justo lo que se necesita y
ayuda a recobrar las energías, no solo física sino también mentalmente.
A veces es provechoso salir a estirar
las piernas. Cierra los ojos y respira lento y hondo hasta el diafragma.
Respirar hondo proporciona oxígeno puro al torrente sanguíneo y contribuye a
aliviar el estrés y la sensación de embotamiento, e incluso es una excelente
cura para la jaqueca.
Luego abre los ojos y dales un tiempo
para adaptarse a la luz natural del exterior. Concentra la vista en un punto
cercano, como una flor o una brizna de hierba. A continuación, dirige la mirada
a algo distante, como una colina o un árbol, si están a la vista. Absorbe todos
los colores que te rodean. Si tienes a la vista pasto, árboles y cielo, mejor.
¿Sabías que el azul y el verde son relajantes naturales y que envían señales
tranquilizadoras al cerebro?
Ahora trata de tocarte los dedos de los
pies con las manos, arqueando lentamente la espalda hasta alcanzarlos. Vuelve a
incorporarte. Esto hace que se irrigue el cerebro y acelera la circulación, con
lo que te sentirás más alerta. Haz otros estiramientos que te relajen, o
pequeños movimientos circulares con los hombros y la cabeza.
Así como las pausas a lo largo del día
para venir a verme te renuevan espiritualmente, tu cuerpo necesita unas cuantas
pausas para renovarse físicamente. Una vez que te hayas recargado de energía,
podrás continuar y te sentirás como nuevo.
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