DIOS AMA AL DADOR ALEGRE
La
inseguridad económica es un mal que afecta a cada vez más personas. La quiebra
de empresas e instituciones financieras es hoy pan de cada día. No es de
sorprenderse, pues, que tanta gente ande preocupada y angustiada por la
vulnerabilidad de sus medios de sustento y el futuro de su hogar.
En
épocas de dificultad y de incertidumbre es lógico preocuparse antes que nada
por la propia familia. Si hasta hace poco apoyabas económicamente a tu iglesia
o a diversas instituciones de caridad, puede que ahora —ante las sombrías
perspectivas de cara al porvenir— dudes de la sensatez de practicar la
generosidad y la beneficencia.
La
verdad de las cosas es que si quieres contar con la bendición de Dios, la
generosidad sigue tan vigente como siempre: «Dios ama al dador alegre» (2
Corintios 9:7). Ese es uno de los pilares del plan económico de Dios. Es más,
Él ha dispuesto que el camino de la abundancia se labre con liberalidad. Su
Palabra dice: «El alma generosa será prosperada» (Proverbios 11:25).
Naturalmente,
es posible que esa prosperidad no siempre sea en sentido material. Hace
poco me enteré del caso de una mujer que contribuyó con 10 dólares al mes
para el mantenimiento de un niño pobre de la India. A través de la organización
Save the Children aportó mensualmente esa suma hasta que el niño cumplió
18 años. Cada tanto el chico le enviaba notas de agradecimiento e
intercambiaban correspondencia. Treinta años más tarde la señora recibió una
llamada de él y se conmovió hasta las lágrimas cuando supo que, gracias a ella,
él había podido estudiar, se había convertido en un exitoso empresario y estaba
contribuyendo para la manutención de 1.000 niños pobres. Todo gracias a que
ella lo ayudó con esos 10 dólares al mes.
"PAN DE VIDA PARA EL MUNDO" Es un ministerio Cristiano dirigido a cualquier persona que quiera conocer mas acerca de la PALABRA DE DIOS. Este alimento espiritual diario, es enviado a través de este Ministerio a cientos de personas alrededor del mundo, los temas que se tocan son de carácter positivo y de mucha utilidad para enfrentar los problemas con una perspectiva espiritual diferente. Nos gustaría oír tus comentarios sobre nuestra pagina.
miércoles, 30 de septiembre de 2015
martes, 29 de septiembre de 2015
Los colores de la gratitud
LOS COLORES DE LA GRATITUD
Desde niño, Alberto Durero quería pintar. Finalmente dejó su hogar para
estudiar con un gran artista. Conoció un amigo que tenía el mismo deseo que
él y terminaron como compañeros de cuarto. Como los dos eran pobres, se les
hacía difícil ganarse la vida y estudiar a la vez. El amigo de Alberto se
ofreció a trabajar, para que Alberto pudiera estudiar. Cuando comenzaran a
venderse los cuadros, le llegaría a él su oportunidad. Aunque no fue fácil
convencer a Alberto, por fin se pusieron de acuerdo, y él pintaba sin cesar
mientras su amigo trabajaba largas horas para ganar el sustento.
Llegó el día en que Alberto vendió su primera escultura en madera y su
amigo regresó a sus pinturas. Pero al hacerlo se dio cuenta de que se le
habían endurecido las manos y los dedos con el trabajo, y que ya no podía
pintar con habilidad. Al enterarse Alberto de lo que le había sucedido a su
amigo, sintió gran pesar. Cierta vez, al regresar sin avisar a la casa,
escuchó la voz de su amigo y vio que sus manos nudosas y estropeadas por el
trabajo estaban juntas en oración.
«Le puedo mostrar al mundo cuánto lo aprecio pintando sus manos tal
como las veo en este momento, juntas en oración». Fue ése el pensamiento que
inspiró a Durero cuando se dio cuenta de que jamás podría devolverle a su
amigo la destreza que habían perdido sus manos.
La gratitud de Durero quedó captada en la inspiradísima pintura que se
volvió mundialmente famosa. Y nosotros nos beneficiamos tanto de la belleza
de dicho cuadro como de la bella historia de gratitud y fraternidad.
Desde niño, Alberto Durero quería pintar. Finalmente dejó su hogar para
estudiar con un gran artista. Conoció un amigo que tenía el mismo deseo que
él y terminaron como compañeros de cuarto. Como los dos eran pobres, se les
hacía difícil ganarse la vida y estudiar a la vez. El amigo de Alberto se
ofreció a trabajar, para que Alberto pudiera estudiar. Cuando comenzaran a
venderse los cuadros, le llegaría a él su oportunidad. Aunque no fue fácil
convencer a Alberto, por fin se pusieron de acuerdo, y él pintaba sin cesar
mientras su amigo trabajaba largas horas para ganar el sustento.
Llegó el día en que Alberto vendió su primera escultura en madera y su
amigo regresó a sus pinturas. Pero al hacerlo se dio cuenta de que se le
habían endurecido las manos y los dedos con el trabajo, y que ya no podía
pintar con habilidad. Al enterarse Alberto de lo que le había sucedido a su
amigo, sintió gran pesar. Cierta vez, al regresar sin avisar a la casa,
escuchó la voz de su amigo y vio que sus manos nudosas y estropeadas por el
trabajo estaban juntas en oración.
«Le puedo mostrar al mundo cuánto lo aprecio pintando sus manos tal
como las veo en este momento, juntas en oración». Fue ése el pensamiento que
inspiró a Durero cuando se dio cuenta de que jamás podría devolverle a su
amigo la destreza que habían perdido sus manos.
La gratitud de Durero quedó captada en la inspiradísima pintura que se
volvió mundialmente famosa. Y nosotros nos beneficiamos tanto de la belleza
de dicho cuadro como de la bella historia de gratitud y fraternidad.
lunes, 28 de septiembre de 2015
Un pequeño paso para el hombre...
UN PEQUEÑO PASO PARA EL HOMBRE…
Abi May
Ha pasado casi medio siglo desde que Neil Armstrong declaró el 21 de julio de 1969: «Es un pequeño paso para un hombre, pero un salto gigantesco para la humanidad». Fue un momento memorable, la primera vez que un ser humano ponía pie en la superficie de la Luna.
La pericia tecnológica llevó a la tripulación de Apolo 11 donde nunca nadie había llegado. Es difícil imaginar los pensamientos y las emociones de los astronautas y sus familias. Sin embargo, cuando el módulo lunar acababa de posarse se produjo un hecho sorprendente, poco divulgado, pero muy revelador.
El compañero de Armstrong, el astronauta Buzz Aldrin, había ido preparado. Antes que ninguno de los dos saliera del módulo, leyó en silencio una selección de palabras de Jesús del Evangelio de Juan. Luego tomó un minúsculo cáliz y una pequeña porción de pan y vino. Así se lo describió Aldrin a la revista Guideposts en 1970:
«Vertí el vino en el cáliz que me habían dado en la iglesia. Al ser la gravedad de la Luna seis veces menor que la de la Tierra, el vino subió lenta y grácilmente por las paredes de la copa. Fue interesante pensar que el primer líquido vertido en la Luna y el primer alimento comido allí fueron las especies sacramentales». Por política de la NASA, la ceremonia no se publicitó en aquel momento. Desde entonces, sin embargo, ha quedado bien documentado.
Abi May
Ha pasado casi medio siglo desde que Neil Armstrong declaró el 21 de julio de 1969: «Es un pequeño paso para un hombre, pero un salto gigantesco para la humanidad». Fue un momento memorable, la primera vez que un ser humano ponía pie en la superficie de la Luna.
La pericia tecnológica llevó a la tripulación de Apolo 11 donde nunca nadie había llegado. Es difícil imaginar los pensamientos y las emociones de los astronautas y sus familias. Sin embargo, cuando el módulo lunar acababa de posarse se produjo un hecho sorprendente, poco divulgado, pero muy revelador.
El compañero de Armstrong, el astronauta Buzz Aldrin, había ido preparado. Antes que ninguno de los dos saliera del módulo, leyó en silencio una selección de palabras de Jesús del Evangelio de Juan. Luego tomó un minúsculo cáliz y una pequeña porción de pan y vino. Así se lo describió Aldrin a la revista Guideposts en 1970:
«Vertí el vino en el cáliz que me habían dado en la iglesia. Al ser la gravedad de la Luna seis veces menor que la de la Tierra, el vino subió lenta y grácilmente por las paredes de la copa. Fue interesante pensar que el primer líquido vertido en la Luna y el primer alimento comido allí fueron las especies sacramentales». Por política de la NASA, la ceremonia no se publicitó en aquel momento. Desde entonces, sin embargo, ha quedado bien documentado.
viernes, 25 de septiembre de 2015
Tu victoria esta asegurada
Cada vez que
enfrentamos una adversidad es como si tuviéramos que pelear contra un gigante
que podría llamarse: enfermedad, muerte, separación, deudas, falta de trabajo,
adicción, soledad, baja autoestima, etc. Sin importar el nombre que éste tenga,
causa en la mayoría de nosotros temor, ansiedad, depresión hasta incluso
vergüenza porque sólo nos enfocamos en él, pero no podemos seguir viviendo de
esa manera, es momento de mirar al cielo y pedirle a Dios que nos ayude, que
nos dé el dominio propio y la fortaleza para vencer la prueba, tal como lo hizo
Jesús cuando estuvo en el huerto de Getsemaní y dijo las siguientes palabras:
“Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la
tuya”. Lucas 22:41 (NTV)
Otro ejemplo que
tenemos en la Biblia es David, quien sólo siendo un pastor, de estatura mediana
y contextura delgada, mató al gigantesco Goliat con cinco piedras y una honda.
No fue su destreza la que le permitió obtener la victoria, sino haber puesto su
confianza en Dios. Esa es la actitud que debemos tener cada vez que enfrentamos
a un gigante, pues la batalla no la ganaremos con nuestras propias fuerzas sino
con el poder de Dios.
David le respondió al
filisteo: —Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina, pero yo vengo
contra ti en nombre del Señor de los Ejércitos Celestiales, el Dios
de los ejércitos de Israel, a quien tú has desafiado. 1 Samuel 17:45 (NTV)
Ya no sigas
cuestionando a Dios, más bien sigue confiando en Él porque no perdió el control
de la situación sino que una vez más te mostrará su protección y respaldo.
Dentro de poco tiempo entenderás que todo esto era necesario para que
aprendieras a depender más de Él, a reconocer que lo necesitas en todo momento
y que sólo Él tiene el poder para hacer que todas las cosas cooperen para tu
bien, según sus propósitos.
jueves, 24 de septiembre de 2015
Por què tengo que perdonar
¿POR QUÉ TENGO QUE PERDONAR?
Pregunta: ¿Por qué tengo que perdonar a quienes me han herido? Eso sería absolverlos de toda culpa, ¿o no? ¿Por qué dejar que se salgan con la suya?
Respuesta: Por muy difícil que te resulte perdonar, tu situación no mejorará hasta que des ese paso trascendental. Para empezar hay que entender que el perdón no es algo que se practique entera o siquiera primordialmente para beneficio del otro.
Por tu propio bienestar emocional y espiritual debes perdonar a la persona que te agravió; es condición imprescindible del proceso de sanación. Hay tres razones para ello:
En primer lugar, te ayuda a neutralizar el efecto tóxico que tiene una actitud rencorosa en la persona que la adopta. La negativa a perdonar a quienes te han ofendido abona tu mente y tu espíritu para que proliferen toda suerte de sentimientos malos y destructivos, tales como el odio, el resentimiento, la ira y la sed de venganza. Con ese estado de ánimo nunca llegarás a ser feliz. El antídoto es el perdón, un agente de cambio que con el tiempo contrarresta el daño sufrido.
En segundo lugar, aunque esos sentimientos te parezcan justificados a la luz de las circunstancias, si actúas motivado por la hostilidad o incluso si te empeñas en revivir la injuria mentalmente, te vuelves tan culpable como la persona que te hirió. Dos malas no hacen una buena.
Por último, en el Padrenuestro Jesús nos enseña a pedir perdón y ser clementes. «Perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. [...] Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; más si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas». El perdón no altera el pasado, pero sí propicia un futuro mucho más dichoso.
Pregunta: ¿Por qué tengo que perdonar a quienes me han herido? Eso sería absolverlos de toda culpa, ¿o no? ¿Por qué dejar que se salgan con la suya?
Respuesta: Por muy difícil que te resulte perdonar, tu situación no mejorará hasta que des ese paso trascendental. Para empezar hay que entender que el perdón no es algo que se practique entera o siquiera primordialmente para beneficio del otro.
Por tu propio bienestar emocional y espiritual debes perdonar a la persona que te agravió; es condición imprescindible del proceso de sanación. Hay tres razones para ello:
En primer lugar, te ayuda a neutralizar el efecto tóxico que tiene una actitud rencorosa en la persona que la adopta. La negativa a perdonar a quienes te han ofendido abona tu mente y tu espíritu para que proliferen toda suerte de sentimientos malos y destructivos, tales como el odio, el resentimiento, la ira y la sed de venganza. Con ese estado de ánimo nunca llegarás a ser feliz. El antídoto es el perdón, un agente de cambio que con el tiempo contrarresta el daño sufrido.
En segundo lugar, aunque esos sentimientos te parezcan justificados a la luz de las circunstancias, si actúas motivado por la hostilidad o incluso si te empeñas en revivir la injuria mentalmente, te vuelves tan culpable como la persona que te hirió. Dos malas no hacen una buena.
Por último, en el Padrenuestro Jesús nos enseña a pedir perdón y ser clementes. «Perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. [...] Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; más si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas». El perdón no altera el pasado, pero sí propicia un futuro mucho más dichoso.
miércoles, 23 de septiembre de 2015
Receta para la alegría
RECETA PARA LA ALEGRÍA
Antes de empezar, póngase un delantal de tela bien resiliente, como los que usaban las abuelas, para no mancharse con gotas de amargura y de sinsabores. En un receptáculo de cerámica dura, a prueba de golpes y fuegos desanimantes, mezcle:
– Dos cucharadas rebosantes de gratitud
– Una cucharada y media de contentamiento
– Un abundante chorrito de generosidad
– Tres gotas de jarabe concentrado de optimismo
– Una rodaja de sonrisa bien radiante
– Un granito de fe
– Una copita de elíxir Aleluya
Salpimentar con una dosis magnánima de buen humor.
Revolver todo con entusiasmo y servir en una mesa bien amplia y jovial donde quepan todos sus seres queridos.
Antes de empezar, póngase un delantal de tela bien resiliente, como los que usaban las abuelas, para no mancharse con gotas de amargura y de sinsabores. En un receptáculo de cerámica dura, a prueba de golpes y fuegos desanimantes, mezcle:
– Dos cucharadas rebosantes de gratitud
– Una cucharada y media de contentamiento
– Un abundante chorrito de generosidad
– Tres gotas de jarabe concentrado de optimismo
– Una rodaja de sonrisa bien radiante
– Un granito de fe
– Una copita de elíxir Aleluya
Salpimentar con una dosis magnánima de buen humor.
Revolver todo con entusiasmo y servir en una mesa bien amplia y jovial donde quepan todos sus seres queridos.
martes, 22 de septiembre de 2015
El Cristianismo da sentido a la vida
Por qué el cristianismo da sentido a la vida
Compilación
El cristianismo no se limita a dar
sentido a una pequeña parte de la vida, sino que es una cosmovisión que da
auténtico sentido al ser humano. Descifra algunos de los grandes misterios de la
humanidad y lidia con los temas más espinosos de nuestra historia: la vida
después de la muerte, los orígenes del universo, la existencia y el carácter de
Dios, el conflicto universal entre el bien y el mal. Todo eso y más se resume
en el mensaje que denominamos Evangelio. Stuart McAllister
*
Desde el punto de vista cristiano,
Dios no permanece distante y alejado del mal, sino que se adentra en este mundo
de crueldad, sufrimiento e injusticia en la persona de Jesucristo. En representación
de Dios, entabló amistad con los marginados, curó a los enfermos y proclamó
esperanza para todo aquel que se aleje de sus caminos errados y le siga. Jesús
murió desnudo sobre una cruz, pero resucitó para cumplir Su palabra y ha
prometido regresar para corregir todos los errores del mundo y dar vida a una
nueva creación, donde la injusticia y el mal no serán más. Paul Copan
*
En cierta forma nuestra
cosmovisión es la manera en que discernimos la realidad. Es lo que más me gusta
de la fe cristiana: que corresponde a la vida real. Es coherente, lógica y
apropiada a nuestra cosmovisión. Cuando se pone en práctica adquiere relevancia
con los objetivos más íntimos del ser humano. De manera que no le teman a la
ciencia. No sientan aprehensión de la filosofía. No rehúyan el estudio de las
religiones del mundo. Todo ello debe entenderse a cabalidad y responderse de
forma significativa. Rabí Zacarías
*
En estos tiempos, una enseñanza
revolucionaria sería la que nos hiciera volver a Dios. ¡Eso sí que sería
revolucionario hoy en día! Que nos hiciera volver a Dios en la creación, a la
verdadera fe en la religión, al creacionismo en la ciencia, a un propósito en
la historia, a la belleza en la pintura, a la armonía en la música, a las
reglas en la enseñanza de la lectura, al bien y el mal en el comportamiento, al
orden en el gobierno y a Dios en todo —el Creador de todas las cosas, el
diseñador de todo, el planificador por excelencia—, de modo que la vida
vuelva a significar algo.
Porque Dios es el único capaz de
darle verdadero sentido a la vida. Volvamos a poner a Dios en la educación, en
toda materia y todo campo. Yo fui profesor muchos años, y sacaba a colación a
Dios en todo, demostrando que hay perfección en todas las cosas, que el perfecto participó en la creación de
todo y que todo tiene un propósito.
Sería volver a la razón, a una
pauta de vida elaborada por el diseñador divino, que traza los planes siguiendo
ciertas reglas, pone orden, llena de sentido el universo, traza el derrotero de
los planetas, y nos da amor, paz interior, salud, reposo espiritual, felicidad,
alegría y la sabiduría para entender que «el temor de Dios es el principio de
la sabiduría»[1], y que no basta con tener
conocimientos, sino que más importante es saber utilizarlos para la gloria de Dios.
Debemos ver a Dios en todo para
descubrirles a las cosas su sentido, su razón de ser, su finalidad, de acuerdo
con un plan, un diseño y un objetivo, y conocer la paz, el orden y un modelo de
vida dispuesto para nosotros por el gran diseñador mediante Sus reglas y leyes
sobre el bien, el mal y los principios absolutos, sin todo lo cual no puede
haber paz, ni orden, ni felicidad.
Gracias a Dios por las verdades
absolutas y las normas que nos dio el Legislador para que sepamos distinguir
entre el bien y el mal y así encontremos la felicidad mediante Su amor, Sus
amorosas leyes y Sus reglas sensatas. Que Dios te ayude a conocerlo, pues
conocerlo es tener vida eterna[2]… ¡y absoluta! David Brandt Berg
*
Una adecuada cosmovisión debe ser más que la búsqueda de los placeres y el
aumento de las ganancias personales. Debe encontrar sentido a los mayores
interrogantes que nos acechan en la quietud y oscuridad de la noche: ¿Por qué estamos aquí? ¿Qué sigue? ¿Cómo deberíamos vivir? ¿Qué
requiere la salvación? Mucha gente hoy en día no busca en su vida
reflexión, sino estimulación constante y cada vez mayor. Es posible que nunca
se tome el tiempo para examinar su cosmovisión, y que al pasar de una actividad
a otra, aparte la sensación de que algo falta en su vida. Es por ello que
muchos tal vez no comprenden —al menos no durante mucho tiempo— que
operan bajo una delgada premisa del
mundo, una que realza los placeres y el poder, pero que ignora todo aquello que
perdura…
La cosmovisión que se debe adoptar
es la verdadera, la que se conforma de lleno a la realidad. El cristianismo no
promete una vida perfecta aquí y ahora. Todo lo contrario. Seguir a Cristo
augura una vida de pruebas y dificultades. Pero si lo que se desea es una vida
digna, bien vivida y la garantía de alcanzar la perfección mediante Aquel que
la define, la cosmovisión cristiana será el destino que precisan. Al Serrato
*
Los atletas que compiten con todo
el corazón siempre me recuerdan las palabras del apóstol Pablo en 1 Corintios
9:24-27:
«¿No sabéis que los que corren en
el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred
de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos,
a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una
incorruptible. Así que yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta
manera peleo, no como quien golpea el aire; sino que golpeo mi cuerpo y lo
pongo en servidumbre, no sea que, habiendo sido heraldo para otros, yo mismo
venga a ser eliminado.»
Las tareas que enfrentamos los
cristianos son de proporciones olímpicas. La puesta en práctica del reino de
Dios no incluye a personas que solo disfrutan del
paseo. Todo cristiano debe estar completamente equipado con una
cosmovisión coherente con la Biblia, conocimiento de la aplicación de las
Escrituras a cada aspecto de la vida, y valentía, determinación, recursos y
sabiduría. Tiendo a pensar que la mayoría de cristianos no están recibiendo
toda esa formación. ¿Será posible que nuestros atletas se estén quedando atrás
en la carrera de la vida? Dr. Jeff Myers
lunes, 21 de septiembre de 2015
Viaje a las estrellas
La primera película de Viaje a las estrellas es en cierto modo una
parábola en la que una nave buena —la Enterprise, con su buen capitán
Kirk y su tripulación— es enviada con la misión de averiguar si una nave
espacial alienígena que se aproxima a la Tierra tiene buenas o malas
intenciones y determinar qué hacer con ella. Descubren que es un vehículo
espacial muy poderoso y sofisticado, creado accidentalmente por la sonda
espacial Voyager 6 que fue lanzada desde la Tierra para reunir información, y
que posteriormente se convirtió en una especie de ser sensible que empezó a
tener curiosidad por saber por qué lo habían creado, qué era y quién lo había
fabricado. Quería hallar a su creador y por eso estaba volviendo a la Tierra,
en busca de su hacedor.
La sonda espacial fabricada por la
NASA y lanzada al espacio había aprendido tanto que había sido capaz de
convertirse en una nave espacial de extraordinarias dimensiones, que se dirigía
de nuevo a la Tierra porque quería conocer a su creador. Quería averiguar por
qué la habían hecho, buscaba respuestas. Ese es el argumento en términos
generales.
El sentido implícito de esta
película es que el ser humano fue creado y puesto aquí en la Tierra por su
Hacedor; y fue formado con un deseo innato de encontrar y conocer a su Creador
y unirse a Él, el cual nosotros sabemos que es Dios. Por supuesto, se aplica a
nosotros: para eso nos creó Dios. «Puso en el corazón de los mortales la noción
de la eternidad»[1].
El cuerpo humano en cierta forma
es como una máquina; pero somos mucho más complejos que las máquinas. Somos
máquinas que se reproducen a sí mismas, y además de tener conocimientos, lógica
y capacidad de raciocinio, tenemos emociones y sentimientos, de los cuales el
más importante es el amor, que nos pone en un plano muy superior al de
cualquier máquina, animal u otra cosa creada, aunque lo cierto es que
hasta los animales entienden el amor. La ciencia ha descubierto que hasta las
plantas captan el amor. Pareciera que todos los seres vivos son sensibles al
amor y las emociones humanas. Y desde luego Dios ha puesto en el corazón humano
el anhelo eterno de encontrar, conocer y amar a Dios, su Creador.
El hombre siempre está buscando a
Dios; y Dios, al hombre. Pero este tiene que buscar a Dios por las vías que Él
ha dispuesto; si no, no lo encuentra. Y la forma de hallar al Señor es mediante
Su Espíritu, que es Su medio de comunicación, por así decirlo. Dios está al
alcance de los seres humanos, quiere que estos lo encuentren y lo conozcan,
pero ellos tienen que acceder a prender su receptor, tienen que desear a Dios,
ansiar a Dios y escuchar de buena gana los mensajes que Él les transmite, sobre
todo por medio de Su Palabra. El principal medio que usa Dios para comunicarse
con los seres humanos es Su Palabra. Fundamentalmente, Dios se nos da a conocer
por medio de Jesús.
Dios ha dispuesto una manera de
que los seres humanos conozcan a su Creador, y ha determinado que esa sea la
única vía —«el camino, la verdad y la vida»—; no hay más mediador o
comunicador que Jesucristo hombre[2]. Él ha dispuesto
que quien quiera conocerlo tenga que pasar por Jesús. Uno tiene que
hallar a Cristo. Su comunicación es Jesús, y a Dios se le encuentra por esa
vía. No hay otra forma de encontrarlo porque no hay otro Dios y no hay
otra representación o Palabra viviente de Dios aparte de Jesús.
Quien de verdad quiere encontrar
al Señor, lo halla; Dios lo ha prometido. El propio Jesús afirmó que Él sacia
el alma hambrienta, y Dios ha dicho que si lo buscamos, lo encontraremos[3].
Si alguien anhela sinceramente encontrar al Señor y comunicarse con Él, el
Señor se encarga de que lo encuentre de una u otra manera. Hay muchos
testimonios de salvación de personas que buscaban a Dios y querían descubrir el
propósito de su existencia y el sentido de su vida, y se preguntaban: «¿Qué
sentido tiene todo esto? ¿Quién soy yo? ¿Para qué estoy aquí?» Los que buscan a
Dios, lo encuentran. «Para que me conozcan a Mí, pues en conocerme está la vida
eterna»[4].
El Señor ha dicho que si lo
buscamos, lo encontraremos, porque Él quiere que lo encontremos. Nos ha enviado
Su Palabra —Jesús— para comunicarse con nosotros, para darse a
conocer a nosotros en la persona de Su Hijo, para mostrarnos cómo es Él[5].
Dios es como Jesús; la única forma de saber cómo es Dios y de encontrarlo es
por medio de Jesús. Él es Su Palabra, Su comunicación, Su mensaje, Su
respuesta. Cuando alguien emite señales con el ánimo de encontrar a Dios y
presta oído, oye las respuestas de Dios. El Señor le habla. El Señor lo lleva a
encontrarse con alguien que conozca a Jesús y que le pueda hablar de Él.
La humanidad, como creación de
Dios, busca a su Hacedor. Muchos no lo saben; no se dan cuenta. No saben bien
lo que buscan. No saben a quién o qué buscan; solo desean saber quiénes son,
para qué están en este mundo, qué sentido tiene su vida, qué propósito tiene su
existencia. Se preguntan: «¿Para qué estamos aquí? ¿Por qué fuimos creados?
¿Quién nos creó?» Nosotros sabemos las respuestas, ¿no es una maravilla?
Conocemos las respuestas a los interrogantes que se plantea la humanidad sobre
la razón de nuestra existencia, el sentido de la vida, por qué estamos en este
mundo, por qué fuimos creados.
Viene todo explicado en la Biblia:
cómo fue creado el mundo y para qué, y quién lo creó, y cómo fue que nos puso
aquí, hasta culminar con la historia de Jesús, que al final vino el Hijo de
Dios para revelarnos a Dios y mostrarnos cómo es. Por lo tanto, Jesús es Su
Palabra, Su comunicación, Su mensaje. Jesús dice: «Yo soy»[6].
Él es el gran «Yo soy». Dicho de otro modo: «Yo soy Dios, soy el Hijo de Dios,
soy Su comunicación. He venido a enseñarles cómo es Dios. Soy Su mensaje».
Jesús es la Palabra de Dios, el mensaje de Dios.
De otra forma nos habríamos
quedado sin saber cómo es Dios; pero al enviar a Jesús, digamos que nos pintó
un cuadro de Sí mismo, para que viéramos cómo es. Nos ha encargado que
divulguemos esa historia, ese mensaje, por todo el mundo, que anunciemos quién
es Él, qué es y cómo es, y proclamemos que nos ama, que desea unirse a nosotros
y fundirse con nosotros, y anhela que nosotros nos unamos a Él.
Esta película da un mensaje
extraordinario. Es una alegoría sobre esa sed de Dios y de su Creador que
tienen los seres humanos. Ilustra el profundo clamor del hombre por descubrir a
su Hacedor, el ansia de descubrir a Su Creador, al Ser que lo formó, y de
averiguar por qué fue creado, para qué está en este mundo, qué sentido tiene su
vida. Jesús nos puede explicar todo eso, y nos lo dice todo en la Biblia sin ir
más lejos. Hasta el Antiguo Testamento dice: «Honra a Dios y cumple Sus
mandamientos, porque eso es el todo del hombre»[7].
Es decir, obedecer a Dios y darle las gracias por habernos creado. Y sabemos
que Sus mandamientos se pueden resumir en dos: amar a Dios y amar al prójimo
como a nosotros mismos[8].
Los cristianos tenemos las
respuestas que busca la gente. Somos mensajeros —como la nave Enterprise
en esta película— y tenemos la misión de salir a buscar a las criaturas
que desean encontrar a su Creador y explicarles quién es Él y de qué modo
pueden conocerlo, amarlo y unirse a Él como se une una esposa a su marido. ¿No
es esa la imagen que Él usa? Se nos ha encargado que busquemos a las almas sedientas,
las amemos y las conduzcamos a Jesús, de modo que se fundan con Él.
Esa es nuestra misión, nuestra enterprise (empresa): conducir hacia el Creador a Sus criaturas, para que
se unan a Él, sepan quién es y qué es y conozcan Su amor. Preparamos ciudadanos
para el reino de Dios, con la intención de unirnos a Él en Su gran empresa del
futuro, consistente en restaurar el mundo entero, rehabilitar a la humanidad,
poner las cosas en orden y crear un nuevo mundo, un mundo celestial, tal como
Él lo quería.
Estamos embarcados en una gran
empresa, en la misión de explorar el mundo para conducir a la gente hacia el
Señor y contribuir a formar un nuevo mundo para Dios, a base de nuevas
personas, nuevos hijos de Dios, «un cielo nuevo y una tierra nueva, en los que
habite la justicia»[9].
viernes, 18 de septiembre de 2015
Un lugar tranquilo para orar
ENCONTRAR UN LUGAR TRANQUILO PARA ORAR
María Fontaine
A veces todos necesitamos estar a solas para reflexionar, orar o para pasar un ratito en silencio. Hace falta pasar un rato a solas para oír lo que nos quiere decir el Señor, o para hablarle. Todos necesitamos pasar un tiempito en privado, para reflexionar, orar y meditar. No se puede hacer nada de eso en medio del ajetreo.
Por muy ocupados que estemos, estoy segura de que si necesitan
un ratito a solas —y todos lo necesitamos—, el Señor lo proveerá. Pidan al
Señor que lo provea de una u otra forma.
Vengan a Mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo
les daré descanso. Carguen con Mi yugo y aprendan de Mí, pues Yo soy apacible y
humilde de corazón, y encontrarán descanso para su alma. Porque Mi yugo es
suave y Mi carga es liviana. Mateo 11:28-30
Yo te instruiré, Yo te mostraré el camino que debes seguir; Yo
te daré consejos y velaré por ti. Salmo 32:8
jueves, 17 de septiembre de 2015
Oración Intercesora
ORACIÓN
INTERCESORA
María F.
María F.
Señor, bendice a nuestros amigos, a quienes apreciamos mucho.
Cada uno de ellos lleva el peso de sus obligaciones y enfrenta desafíos. En
algunos casos, podrían ser cargas agobiantes de no ser por Tus promesas de
dotarnos de los medios necesarios y darnos Tu fortaleza. Sin embargo, a veces
los desafíos que enfrentamos se vuelven bastante agotadores física, mental y
espiritualmente, lo que produce mucha tensión; las montañas parecen
insuperables y los obstáculos insalvables.
Jesús, te ruego que los ayudes a poner la mira en Ti, a confiar
en que, si pasan tiempo en comunión contigo, Tú harás que se desvanezcan esas
montañas, esos problemas, pues les harás ver cuáles son las soluciones. Y
ayúdales a presentarte todos sus problemas y a que no se preocupen demasiado ni
que teman lo que pueda suceder, sino que simplemente reposen en Ti, sigan Tus
indicaciones y se dejen guiar por Tus ojos.
Señor, ayúdanos a llevar los unos las cargas de los otros por
medio de nuestras oraciones e intercesión unos por otros, de modo que nadie
tenga la sensación de que lleva la carga solo, sino que trabajamos todos
juntos. Nosotros trabajamos a su lado y a Tu lado, Señor. En tu nombre te lo
pido, amén.
miércoles, 16 de septiembre de 2015
Los chismes
Marie Story
En más de una ocasión la Biblia habla de
los chismes y los compara con incendios. Santiago 3:5 dice: «La lengua es un
miembro pequeño pero se jacta de grandes cosas. He aquí, cuán grande bosque
enciende un pequeño fuego.»
Chismorrear es un hábito sutil. Los
chismes nos hacen sentir superiores porque desprecian a los demás. También nos
satisfacen porque dan la impresión de que sabemos más que otros. No parece gran
cosa y es fácil caer en ello. Me imagino que casi todos podemos recordar alguna
ocasión en la que hablamos mal de otros, aunque no fuera nuestra intención.
¿Qué tiene de malo? No es para tanto.
Para empezar, los chismes pueden
destruir amistades. Proverbios 16:28 dice: «El hombre perverso levanta
contienda, y el chismoso aparta a los mejores amigos.» Cuando hablamos
negativamente de otros, solemos hacerlo con desprecio, perdemos el respeto por
la persona. Y cuando sabes que se corren rumores sobre ti, puede dañar
seriamente tus relaciones con los demás.
Los chismes también destruyen la
confianza. ¿Alguna vez
le confiaste algo a un amigo y luego te enteraste que era información pública?
De ser así, me imagino que esa fue la última vez que confiaste en ese amigo.
Recuerda que si alguien te habla de otros,
es probable que también hable sobre ti. Una vez me senté a charlar con
una amiga y la conversación se centró en asuntos ajenos. Escuché de una persona
tras otra, y esta amiga no paraba de revelar información personal de otros. De
pronto me puse a pensar qué diría de mí en sus conversaciones con otras
personas. De ahí en adelante tuve mucho cuidado con lo que le contaba.
Proverbios 11:12 dice: «El que anda
en chismes descubre el secreto; más el de espíritu fiel lo guarda todo.» Si
eres un conocido chismoso, no confiarán en ti mucha información por temor a que
lo cuentes a otros.
martes, 15 de septiembre de 2015
Tormenta de nieve
TORMENTA DE NIEVE
Hace muchos años una joven madre cruzaba las colinas del sur de Gales
con un bebé en brazos, cuando fue sorprendida por una enceguecedora
tormenta de nieve. No llegó a su destino con vida, y al amainar la
ventisca encontraron su cuerpo sepultado bajo la nieve. Los exploradores
descubrieron también que antes de morir se había despojado de toda su
ropa de abrigo para envolver a la criatura.
Al quitar las ropas que cubrían al niño descubrieron alborozados que aún
vivía y que se encontraba bien. Había dado la vida por su hijo,
demostrando la profundidad de su amor maternal.
Años después aquel niñito, llamado David Lloyd George, convertido en
hombre, llegó a ser Primer Ministro de Gran Bretaña, y fue sin duda uno
de los más grandes estadistas de su país.
Hace muchos años una joven madre cruzaba las colinas del sur de Gales
con un bebé en brazos, cuando fue sorprendida por una enceguecedora
tormenta de nieve. No llegó a su destino con vida, y al amainar la
ventisca encontraron su cuerpo sepultado bajo la nieve. Los exploradores
descubrieron también que antes de morir se había despojado de toda su
ropa de abrigo para envolver a la criatura.
Al quitar las ropas que cubrían al niño descubrieron alborozados que aún
vivía y que se encontraba bien. Había dado la vida por su hijo,
demostrando la profundidad de su amor maternal.
Años después aquel niñito, llamado David Lloyd George, convertido en
hombre, llegó a ser Primer Ministro de Gran Bretaña, y fue sin duda uno
de los más grandes estadistas de su país.
lunes, 14 de septiembre de 2015
Tener fe es dar el primer paso
TENER FE ES DAR EL PRIMER PASO
Tener fe es dar el primer paso, aun
cuando no veamos toda la escalera. Martin Luther King, Jr. (1929–1968)
No mires nunca hacia abajo para examinar
el suelo antes de dar el siguiente paso; solo quien mantiene la vista fija en
el horizonte acierta el camino. Dag Hammarskjöld (1905–1961)
El Señor afirma los pasos del hombre
cuando le agrada su modo de vivir. Salmo 37:23
Nuestros objetivos solo se pueden
alcanzar a través del vehículo de un plan, en el que debemos creer
fervientemente y sobre el cual debemos actuar con energía. No hay otro camino
hacia el éxito. Anónimo
Andando, andando, vamos llegando. Refrán
español
Das el primer paso hacia el éxito cuando
te niegas a permanecer cautivo del entorno en que te encuentras. Mark
Caine
viernes, 11 de septiembre de 2015
Andamos por fe
POR FE ANDAMOS, NO POR VISTA
David B.
En la Biblia hay cantidad de casos en que Dios, antes de responder la oración de una persona, le pidió que hiciera algo. A Moisés le dijo que, si golpeaba la piedra, Él haría brotar el agua[. Antes de devolverle la vida a Lázaro, Jesús ordenó a los dolientes que quitaran la piedra que tapaba la entrada de la tumba; luego lo resucitó. A un ciego le encargó que fuera a lavarse al estanque de Siloé, y a diez leprosos que fueran a mostrarse a los sacerdotes. Esas personas manifestaron su fe mediante su obediencia, y después Dios hizo el milagro.
«Por fe andamos, no por vista». A Dios le gusta poner a prueba nuestra fe. Le gusta ver cuánto creemos en realidad, y a menudo no responde a nuestras oraciones ni nos deja ver hacia dónde nos está conduciendo hasta que hacemos lo que nos ha dicho o indicado. Muchas veces tenemos que lanzarnos por fe, aunque no veamos dónde vamos a poner el pie. Para obtener Sus bendiciones, tenemos que dar un primer paso de fe. Luego, si esa es Su voluntad, ¡Él hace por nosotros lo humanamente imposible! Paso a paso, a medida que lo vamos siguiendo, Él nos guía, nos orienta y premia nuestra fe respondiendo a cada vez más oraciones.
David B.
En la Biblia hay cantidad de casos en que Dios, antes de responder la oración de una persona, le pidió que hiciera algo. A Moisés le dijo que, si golpeaba la piedra, Él haría brotar el agua[. Antes de devolverle la vida a Lázaro, Jesús ordenó a los dolientes que quitaran la piedra que tapaba la entrada de la tumba; luego lo resucitó. A un ciego le encargó que fuera a lavarse al estanque de Siloé, y a diez leprosos que fueran a mostrarse a los sacerdotes. Esas personas manifestaron su fe mediante su obediencia, y después Dios hizo el milagro.
«Por fe andamos, no por vista». A Dios le gusta poner a prueba nuestra fe. Le gusta ver cuánto creemos en realidad, y a menudo no responde a nuestras oraciones ni nos deja ver hacia dónde nos está conduciendo hasta que hacemos lo que nos ha dicho o indicado. Muchas veces tenemos que lanzarnos por fe, aunque no veamos dónde vamos a poner el pie. Para obtener Sus bendiciones, tenemos que dar un primer paso de fe. Luego, si esa es Su voluntad, ¡Él hace por nosotros lo humanamente imposible! Paso a paso, a medida que lo vamos siguiendo, Él nos guía, nos orienta y premia nuestra fe respondiendo a cada vez más oraciones.
jueves, 10 de septiembre de 2015
Belleza
AUTÉNTICA BELLEZA
Palabras de Jesús
El concepto de belleza que ha forjado el
mundo está muy distorsionado y ha ocasionado que muchas personas se sientan
insatisfechas consigo mismas porque consideran que no dan la talla según los
patrones establecidos de belleza. Pero tú eres preciosa. Sé que no consideras
gran cosa tu aspecto ni la imagen que refleja de ti el espejo; pero cuando Yo
te miro percibo una belleza exquisita.
Veo la belleza de tu corazón. Un corazón
que se entrega al prójimo y vive por él siempre es hermoso e irradia una
belleza con la que jamás podría compararse atributo físico alguno.
¡Tienes una sonrisa preciosa! Toda
persona que creé tiene una sonrisa única que la hace diferente a los demás y le
da una personalidad singular.
¡Tu espíritu emana belleza! Cuando te
permites desembarazarte de las cargas de la jornada y la brega diaria
poniéndolas en Mis manos te aligeras y despreocupas. Te llenas de un espíritu
de libertad y alegría que compensa los aparentes defectos físicos y reluce con
belleza divina.
Prueba por un momento a ver lo que veo
Yo cuando te miro: tu verdadera y hermosa persona. Hay mucho en ti que
disfrutar y querer. Por eso te creé. Siempre serás bella. Por muy fea que te
creas o muy sucia que te sientas por tus pecados y faltas. Yo veo la belleza de
tu corazón —el corazón que sé que ama—. Para Mí, eres hermosa.
miércoles, 9 de septiembre de 2015
Borrón y cuenta nueva
La pasada Semana Santa andaba decepcionado conmigo mismo. Me quedaba grande
el mandamiento bíblico de amar al prójimo como a mí mismo y llevar una vida
desinteresada. Simplemente no daba la talla. Me parecía que mis intereses se
enfocaban más en lo material, y me propuse a toda costa mejorar.
Tuve entonces una curiosa experiencia mientras regresaba a casa en un autobús del malhadado sistema de transportes de la ciudad, que iba atestado de gente a la hora punta. Cuando mi esposa y yo subimos al vehículo, dos muchachos nos ofrecieron amablemente sus puestos. Sally, que iba muy cansada, aceptó; pero yo no.
—Gracias —le dije a uno de ellos—. Quédate tranquilo. Te veo más agotado que yo.
Un poco pagado de mí mismo me felicité por mi buena obra. Rumié mi acierto unos minutos hasta que una chica sentada a mi lado me dio un toquecito en el brazo y algo irritada me dijo:
—Caballero, hace rato que me está golpeando con su maletín. ¿Podría sujetarlo mejor?
¡Y yo que pensaba que tenía buenos modales! Le ofrecí disculpas, pero me sentí pésimo. Pablo debía de sentirse igual cuando afirmó: «Quisiera hacer el bien que deseo y, sin embargo, hago el mal que detesto»1.
Se acercaba la Pascua de Resurrección y, mientras preparaba el tema que quería desarrollar con nuestro grupo de estudio bíblico, caí en la cuenta de lo paradójico que era abrigar sentimientos de condenación por mis imperfecciones ¡cuando todo el propósito de la muerte de Jesús en la cruz fue salvarnos de nuestros pecados y defectos, y potenciarnos para amar a Dios y amarnos unos a otros!
Otro día, viendo la pasión de Cristo en la película Hijo de Dios2, de repente se me despertó de nuevo un principio que tenía dormido desde hacía años: al momento de Su muerte en la cruz, Jesús hizo con nosotros borrón y cuenta nueva3. Por primera vez en mucho tiempo vi lo inútiles que eran mis esfuerzos por cumplir un modelo de conducta inalcanzable. Clavado en la cruz, Jesús me decía: «Ya pagué por ti. Ve nomás y vive Mi nueva ley lo mejor que puedas. Te ayudaré y obraré por medio de ti».
¡Fue liberador! Con el tiempo había ido perdiendo esa sencillez y esa convicción de que es todo por gracia y no por obras, esfuerzo, aplicación o ejercicios de bondad4. Fue un bálsamo entender de nuevo que el único bueno es Dios5, y que nosotros somos Sus instrumentos imperfectos.
Tuve entonces una curiosa experiencia mientras regresaba a casa en un autobús del malhadado sistema de transportes de la ciudad, que iba atestado de gente a la hora punta. Cuando mi esposa y yo subimos al vehículo, dos muchachos nos ofrecieron amablemente sus puestos. Sally, que iba muy cansada, aceptó; pero yo no.
—Gracias —le dije a uno de ellos—. Quédate tranquilo. Te veo más agotado que yo.
Un poco pagado de mí mismo me felicité por mi buena obra. Rumié mi acierto unos minutos hasta que una chica sentada a mi lado me dio un toquecito en el brazo y algo irritada me dijo:
—Caballero, hace rato que me está golpeando con su maletín. ¿Podría sujetarlo mejor?
¡Y yo que pensaba que tenía buenos modales! Le ofrecí disculpas, pero me sentí pésimo. Pablo debía de sentirse igual cuando afirmó: «Quisiera hacer el bien que deseo y, sin embargo, hago el mal que detesto»1.
Se acercaba la Pascua de Resurrección y, mientras preparaba el tema que quería desarrollar con nuestro grupo de estudio bíblico, caí en la cuenta de lo paradójico que era abrigar sentimientos de condenación por mis imperfecciones ¡cuando todo el propósito de la muerte de Jesús en la cruz fue salvarnos de nuestros pecados y defectos, y potenciarnos para amar a Dios y amarnos unos a otros!
Otro día, viendo la pasión de Cristo en la película Hijo de Dios2, de repente se me despertó de nuevo un principio que tenía dormido desde hacía años: al momento de Su muerte en la cruz, Jesús hizo con nosotros borrón y cuenta nueva3. Por primera vez en mucho tiempo vi lo inútiles que eran mis esfuerzos por cumplir un modelo de conducta inalcanzable. Clavado en la cruz, Jesús me decía: «Ya pagué por ti. Ve nomás y vive Mi nueva ley lo mejor que puedas. Te ayudaré y obraré por medio de ti».
¡Fue liberador! Con el tiempo había ido perdiendo esa sencillez y esa convicción de que es todo por gracia y no por obras, esfuerzo, aplicación o ejercicios de bondad4. Fue un bálsamo entender de nuevo que el único bueno es Dios5, y que nosotros somos Sus instrumentos imperfectos.
martes, 8 de septiembre de 2015
La actitud
¿Alguna vez has vivido la experiencia de ir a comprar en algún
lugar donde el vendedor pareciera odiar su trabajo, odiarte a ti y odiar tener
que atenderte?
¿O has ido a un restaurante donde el camarero es tan malgeniado
que has preferido pedir algo sencillo y usar tu pañuelo antes que llamarlo para
pedirle un salero y una servilleta?
¿O puedes recordar a esos profesores que en lugar de motivar y
ayudar a sus alumnos a aprender y superarse parecían disfrutar hasta con
una risita mordaz de hacerles perder la materia?
¿O alguna vez te ha tocado un médico regañón que en lugar de
mostrar interés por tu salud pareciera ser un papá neurótico que se ha enojado
porque estás enfermo y te va a castigar?
Todas estas personas aunque sepan hacer su trabajo y cumplan con
sus deberes están dañando sus buenas obras y dejando una pésima imagen en la
gente que atienden, sencillamente porque tienen una mala actitud.
Lo mismo pasa en la vida espiritual del cristiano, podemos
obedecer a Dios, pero hacerlo por los motivos incorrectos y por ende con una
actitud incorrecta.
El resultado de ese mal proceder es que las buenas obras que
hicimos no cuentan a nuestro favor y la situación se torna peor de lo que
resultaría por no haberlas hecho.
Es por lo anterior que el apóstol Pablo expresaba en su primera
carta a los corintios en el capítulo 13 que si él fuera el “Supermán”
espiritual que habla en lenguas humanas y angélicas, que profetiza, que
entiende todos los misterios y toda la ciencia y que por ello escribe libros
maravillosos y da conferencias espectaculares, pero no tiene amor, de nada le
vale.
Y que si además tuviera tanta fe que fuera capaz de mover la
Cordillera de los Andes y echarla al mar delante de las cámaras de CNN y vender
todas sus posesiones y enviarl el dinero a los niños pobres de África, pero no
tiene amor, de nada le vale.
Y que si encima de todo ello fuere capaz de entregar su cuerpo
para que lo quemaran vivo, tal y como hacía Nerón con los cristianos donde hoy
está la catedral de San Pedro, pero no tiene amor, de nada le valdría.
¿Y por qué razón? Porque una mala actitud echó a perder todo su
lindo trabajo.
Es que desde el simple cristiano que limpia baños, hasta el pastor
que dirige un ministerio de millones de dólares y de miles de ovejas, deben
ponerse la mano en el corazón y meditar en la actitud con la que están
trabajando, porque si no están destilando amor en lo que hacen, deben hacer los
cambios necesarios de inmediato.
lunes, 7 de septiembre de 2015
La entrega
LA SENDA DE LA ENTREGA
Durante la Primera Guerra Mundial, dos hermanos se encontraban en
las trincheras, y uno de ellos al salir cayó malherido en «tierra de
nadie», una franja de tierra muy peligrosa situada entre trincheras en
el frente de combate. Cuando el hermano mayor que estaba en la trinchera
supo del apuro en que se encontraba su hermano menor, le dijo a su
superior: «¡Tengo que rescatarlo!» El oficial le respondió: «¡Imposible!
¡Te matarán en cuanto asomes la cabeza por la trinchera! ¡Ya sabes que
el enemigo siempre comienza a disparar en cuanto te asomas!» Pero el
hermano mayor se soltó del oficial, que lo tenía sujeto, salió a gatas
de la trinchera y se lanzó a «tierra de nadie» en busca de su hermano
menor, desafiando el constante fuego del enemigo. Allí lo encontró
moribundo, susurrando: «¡Sabía que vendrías!» El mayor, que para
entonces también había sido herido, a duras penas consiguió arrastrar a
su hermano menor de vuelta a la línea de los Aliados, donde ambos
cayeron moribundos en la trinchera. Con el rostro cubierto de lágrimas,
el oficial le preguntó al hermano mayor. «¿Por qué lo hiciste? ¡Te
advertí, que morirían los dos!» Pero el hermano mayor respondió, con una
última sonrisa: «¡Tenía que hacerlo! Él contaba con que lo haría; no
podía defraudarlo!»
Durante la Primera Guerra Mundial, dos hermanos se encontraban en
las trincheras, y uno de ellos al salir cayó malherido en «tierra de
nadie», una franja de tierra muy peligrosa situada entre trincheras en
el frente de combate. Cuando el hermano mayor que estaba en la trinchera
supo del apuro en que se encontraba su hermano menor, le dijo a su
superior: «¡Tengo que rescatarlo!» El oficial le respondió: «¡Imposible!
¡Te matarán en cuanto asomes la cabeza por la trinchera! ¡Ya sabes que
el enemigo siempre comienza a disparar en cuanto te asomas!» Pero el
hermano mayor se soltó del oficial, que lo tenía sujeto, salió a gatas
de la trinchera y se lanzó a «tierra de nadie» en busca de su hermano
menor, desafiando el constante fuego del enemigo. Allí lo encontró
moribundo, susurrando: «¡Sabía que vendrías!» El mayor, que para
entonces también había sido herido, a duras penas consiguió arrastrar a
su hermano menor de vuelta a la línea de los Aliados, donde ambos
cayeron moribundos en la trinchera. Con el rostro cubierto de lágrimas,
el oficial le preguntó al hermano mayor. «¿Por qué lo hiciste? ¡Te
advertí, que morirían los dos!» Pero el hermano mayor respondió, con una
última sonrisa: «¡Tenía que hacerlo! Él contaba con que lo haría; no
podía defraudarlo!»
viernes, 4 de septiembre de 2015
Cuando estamos en problemas
Las tribulaciones presentan una ventaja:
nos acercan a Jesús, nuestro Salvador y Amigo, y en consecuencia nos unen
también a Dios. A raíz de los desasosiegos acudimos a Sus brazos en busca de
seguridad y cobijo. Hallamos eso y mucho más. Él nos ama con un amor eterno e
inalterable. Tiene mucho que prodigarnos y quiere prestarnos Su ayuda de mil
maneras. Anhela pasar tiempo con nosotros y que vivamos muy unidos a Él,
siempre a Su lado, para instruirnos y hacernos más semejantes a Él.
Lamentablemente, la naturaleza humana es
tal que cuando todo marcha bien, no sentimos el apremio de acudir a Dios en
procura de fuerzas y auxilio. Cuando todo sale tal como queremos, en muchos
casos nos hacemos la idea errónea de que somos fuertes y autosuficientes, de
que no necesitamos al Señor. Como nuestra vida transcurre felizmente y
gozamos del éxito, nos imaginamos que no nos hace falta ayuda ni tampoco
interferencias de ninguna clase.
No nos damos cuenta de lo que nos
perdemos; pero Él sí. Sabe bien que lo necesitamos y que nos podría ofrecer una
vida mucho más rica si dependiéramos de Él.
Dios quiere enseñarnos que debemos
apoyarnos en Él y echar mano de Su fuerza, la cual es infinitamente mayor que
la nuestra. Pero ¿cómo puede otorgárnosla si no le hacemos caso o no le damos
cabida en nuestra vida?
jueves, 3 de septiembre de 2015
Amor por el prójimo
El suelo acababa de sacudirse a consecuencia de un fuerte temblor. Un
humilde campesino chino que estaba ocupado atendiendo asuntos de su
granja situada sobre una colina, alcanzó a ver en la distancia que el
océano se retiraba lentamente, como un animal que se agazapa para saltar
sobre su presa, y se dio cuenta de que ese salto sería un maremoto. Vio
también que sus vecinos, que estaban laborando en los valles, debían de
subir a su colina o serían barridos por las aguas. Sin vacilar prendió
fuego a sus propios arrozales y comenzó a tocar la campana de la iglesia
con todas sus fuerzas.
Sus vecinos, creyendo que la granja del campesino se había
incendiado, corrieron a ayudarlo. Entonces, desde la seguridad de
aquella colina vieron un remolino de aguas que cubría los valles
abandonados y comprendieron cuál había sido el precio de su salvación.
miércoles, 2 de septiembre de 2015
El perdón te libera
DEJA QUE EL PERDÓN TE LIBERE
Palabras de Jesús
Te parece cuestión de honor odiar a tus enemigos y liquidarlos antes de que te
liquiden a ti. Nada es gratis, y la pobreza y la necesidad son todo lo que les
espera a los que no se guardan las espaldas.
Pero te digo que ames a tus enemigos. Trata bien a los que te maltratan. Ora
por los que te han tendido trampas (Mateo 5:44). El odio es un amo
vengativo y el poder y la determinación que infunde también acabarán por
consumirte.
Eso es lo que pido, que perdones, lo cual es casi imposible en este mundo tan
lleno de odio. El perdón es Mi camino. Yo no soy de este mundo, y Mis caminos
tampoco lo son.
Te vuelves a Mí con desdén en los ojos, con el corazón lleno de odio y palabras
de desprecio en los labios para quienes te han hecho daño.
Quieres el poder y la fuerza que brinda
la venganza, y el perdón no tiene ningún sentido para ti.
¿Cómo puedo hacerte ver que el camino que has elegido te destruirá al final? El
odio engendra odio y la venganza engendra venganza. Y el que no es capaz de
perdonar deberá afrontar la carga y el agotamiento que conlleva el
resentimiento.
Opta por Mi camino y deja atrás los rencores y el odio. Perdona a los que te
han hecho mal y encomiéndame las injusticias que se hayan cometido contra ti.
Puedo reemplazar tu odio con paz y darte el alivio que buscas.
Mediante el perdón puedo darte plenitud. Puedo quitarte la carga de la venganza
y el odio. Aunque soy un Dios misericordioso, no dejo a los malvados sin su
merecido.
Soy Yo quien tiene que saldar todas las cuentas en esta vida y en la venidera.
No te preocupes de que no pueda cobrar lo que me corresponde.
Pero más que nada quiero que estés en
paz y tengas la plenitud de espíritu que solo Yo puedo dar en tanto que
perdones.
Una vez que hagas las paces conmigo, te encontrarás con capacidad para hacer
las paces con aquellos de los que querías desquitarte. Te daré la oportunidad
de echarles una mano, de hacer algo por ellos. Te daré ocasión de ponerlos en
deuda contigo. Así se cerrará el círculo del perdón, ya que sin duda las
personas a las que odias también te odian a ti.
martes, 1 de septiembre de 2015
El orgullo
¡De nada sirve ser orgulloso!
¡Jamás he visto un aspecto de la Obra del Señor en el que el orgullo sea de algún provecho! Es más, los fracasos más resonantes que aparecen en la Palabra de Dios son los de aquellos "grandes personajes" que creyeron poder resolver las cosas apoyados en su entendimiento natural, para terminar cayendo de bruces. Samuel dijo a Saúl: "¡Aunque eras pequeño en tus propios ojos, Él te exaltó mucho!" (1Sam.15:17) Pero cuando Saúl se volvió orgulloso y empezó a confiar en sí mismo, a apoyarse en su propia prudencia y en su brazo carnal, en vez de hacerlo en el Señor, ¡Dios tuvo que rebajarlo! "Antes del quebrantamiento es la soberbia" (Pro.16:18), y muchas veces el éxito es la antesala del fracaso, ¡o la exaltación viene antes de la humillación! "¡El que piensa estar firme, mire que no caiga!" (1Cor.10:12)
Ayúdanos, Jesús, a mantener puesta en Ti nuestra mirada, para que no tropecemos ni caigamos. Ayúdanos a no enorgullecernos en ningún modo, Señor. Líbranos de ese espíritu de orgullo que es tan horrible. ¡Ojalá nos diéramos cuenta de lo poca cosa que somos! El que cree ser algo, no es absolutamente nada (Gál.6:3).
¡Un don nadie con una buena dosis del Espíritu Santo puede hacer mucho más que cualquier inflado personaje lleno de presunción! Oh, Señor, guárdanos muy junto a Ti, Jesús, en humilde serenidad y rendidos en Tus brazos.
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