jueves, 3 de septiembre de 2015

Amor por el prójimo



El suelo acababa de sacudirse a consecuencia de un fuerte temblor. Un
humilde campesino chino que estaba ocupado atendiendo asuntos de su
granja situada sobre una colina, alcanzó a ver en la distancia que el
océano se retiraba lentamente, como un animal que se agazapa para saltar
sobre su presa, y se dio cuenta de que ese salto sería un maremoto. Vio
también que sus vecinos, que estaban laborando en los valles, debían de
subir a su colina o serían barridos por las aguas. Sin vacilar prendió
fuego a sus propios arrozales y comenzó a tocar la campana de la iglesia
con todas sus fuerzas.
    Sus vecinos, creyendo que la granja del campesino se había
incendiado, corrieron a ayudarlo. Entonces, desde la seguridad de
aquella colina vieron un remolino de aguas que cubría los valles
abandonados y comprendieron cuál había sido el precio de su salvación.

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