Por qué el cristianismo da sentido a la vida
Compilación
El cristianismo no se limita a dar
sentido a una pequeña parte de la vida, sino que es una cosmovisión que da
auténtico sentido al ser humano. Descifra algunos de los grandes misterios de la
humanidad y lidia con los temas más espinosos de nuestra historia: la vida
después de la muerte, los orígenes del universo, la existencia y el carácter de
Dios, el conflicto universal entre el bien y el mal. Todo eso y más se resume
en el mensaje que denominamos Evangelio. Stuart McAllister
*
Desde el punto de vista cristiano,
Dios no permanece distante y alejado del mal, sino que se adentra en este mundo
de crueldad, sufrimiento e injusticia en la persona de Jesucristo. En representación
de Dios, entabló amistad con los marginados, curó a los enfermos y proclamó
esperanza para todo aquel que se aleje de sus caminos errados y le siga. Jesús
murió desnudo sobre una cruz, pero resucitó para cumplir Su palabra y ha
prometido regresar para corregir todos los errores del mundo y dar vida a una
nueva creación, donde la injusticia y el mal no serán más. Paul Copan
*
En cierta forma nuestra
cosmovisión es la manera en que discernimos la realidad. Es lo que más me gusta
de la fe cristiana: que corresponde a la vida real. Es coherente, lógica y
apropiada a nuestra cosmovisión. Cuando se pone en práctica adquiere relevancia
con los objetivos más íntimos del ser humano. De manera que no le teman a la
ciencia. No sientan aprehensión de la filosofía. No rehúyan el estudio de las
religiones del mundo. Todo ello debe entenderse a cabalidad y responderse de
forma significativa. Rabí Zacarías
*
En estos tiempos, una enseñanza
revolucionaria sería la que nos hiciera volver a Dios. ¡Eso sí que sería
revolucionario hoy en día! Que nos hiciera volver a Dios en la creación, a la
verdadera fe en la religión, al creacionismo en la ciencia, a un propósito en
la historia, a la belleza en la pintura, a la armonía en la música, a las
reglas en la enseñanza de la lectura, al bien y el mal en el comportamiento, al
orden en el gobierno y a Dios en todo —el Creador de todas las cosas, el
diseñador de todo, el planificador por excelencia—, de modo que la vida
vuelva a significar algo.
Porque Dios es el único capaz de
darle verdadero sentido a la vida. Volvamos a poner a Dios en la educación, en
toda materia y todo campo. Yo fui profesor muchos años, y sacaba a colación a
Dios en todo, demostrando que hay perfección en todas las cosas, que el perfecto participó en la creación de
todo y que todo tiene un propósito.
Sería volver a la razón, a una
pauta de vida elaborada por el diseñador divino, que traza los planes siguiendo
ciertas reglas, pone orden, llena de sentido el universo, traza el derrotero de
los planetas, y nos da amor, paz interior, salud, reposo espiritual, felicidad,
alegría y la sabiduría para entender que «el temor de Dios es el principio de
la sabiduría»[1], y que no basta con tener
conocimientos, sino que más importante es saber utilizarlos para la gloria de Dios.
Debemos ver a Dios en todo para
descubrirles a las cosas su sentido, su razón de ser, su finalidad, de acuerdo
con un plan, un diseño y un objetivo, y conocer la paz, el orden y un modelo de
vida dispuesto para nosotros por el gran diseñador mediante Sus reglas y leyes
sobre el bien, el mal y los principios absolutos, sin todo lo cual no puede
haber paz, ni orden, ni felicidad.
Gracias a Dios por las verdades
absolutas y las normas que nos dio el Legislador para que sepamos distinguir
entre el bien y el mal y así encontremos la felicidad mediante Su amor, Sus
amorosas leyes y Sus reglas sensatas. Que Dios te ayude a conocerlo, pues
conocerlo es tener vida eterna[2]… ¡y absoluta! David Brandt Berg
*
Una adecuada cosmovisión debe ser más que la búsqueda de los placeres y el
aumento de las ganancias personales. Debe encontrar sentido a los mayores
interrogantes que nos acechan en la quietud y oscuridad de la noche: ¿Por qué estamos aquí? ¿Qué sigue? ¿Cómo deberíamos vivir? ¿Qué
requiere la salvación? Mucha gente hoy en día no busca en su vida
reflexión, sino estimulación constante y cada vez mayor. Es posible que nunca
se tome el tiempo para examinar su cosmovisión, y que al pasar de una actividad
a otra, aparte la sensación de que algo falta en su vida. Es por ello que
muchos tal vez no comprenden —al menos no durante mucho tiempo— que
operan bajo una delgada premisa del
mundo, una que realza los placeres y el poder, pero que ignora todo aquello que
perdura…
La cosmovisión que se debe adoptar
es la verdadera, la que se conforma de lleno a la realidad. El cristianismo no
promete una vida perfecta aquí y ahora. Todo lo contrario. Seguir a Cristo
augura una vida de pruebas y dificultades. Pero si lo que se desea es una vida
digna, bien vivida y la garantía de alcanzar la perfección mediante Aquel que
la define, la cosmovisión cristiana será el destino que precisan. Al Serrato
*
Los atletas que compiten con todo
el corazón siempre me recuerdan las palabras del apóstol Pablo en 1 Corintios
9:24-27:
«¿No sabéis que los que corren en
el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred
de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos,
a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una
incorruptible. Así que yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta
manera peleo, no como quien golpea el aire; sino que golpeo mi cuerpo y lo
pongo en servidumbre, no sea que, habiendo sido heraldo para otros, yo mismo
venga a ser eliminado.»
Las tareas que enfrentamos los
cristianos son de proporciones olímpicas. La puesta en práctica del reino de
Dios no incluye a personas que solo disfrutan del
paseo. Todo cristiano debe estar completamente equipado con una
cosmovisión coherente con la Biblia, conocimiento de la aplicación de las
Escrituras a cada aspecto de la vida, y valentía, determinación, recursos y
sabiduría. Tiendo a pensar que la mayoría de cristianos no están recibiendo
toda esa formación. ¿Será posible que nuestros atletas se estén quedando atrás
en la carrera de la vida? Dr. Jeff Myers
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