¿DESESPERADO?
¿Te has encontrado alguna vez frente a un obstáculo insalvable? ¿Te has
sentido impotente más de una vez ante diversos problemas? ¿Quién no ha
vivido esta experiencia en repetidas oportunidades?
¿Qué hace que no nos demos por vencidos ante los obstáculos
aparentemente insuperables? ¿Qué hace que sigamos perseverando aún
cuando todo parece perdido? ¿Qué hace que nos levantemos una y otra vez
a pesar de los golpes sufridos? Es esa pequeña llama que arde en nuestro
corazón, la chispa de esperanza, la fe de creer lo imposible, la certeza
de saber que Dios nos ama y cuida de nosotros y aunque nosotros no
veamos ninguna salida, sabemos que sí la hay; y es por eso que avanzamos
aún en la más densa oscuridad como si fuese a plena luz del día.
¿Y si nuestra fe tambalea y las dudas empiezan a derrumbarnos?
¿Qué se hace cuando una serpiente te muerde? ¡El antídoto! ¡Hay que
tomar el antídoto infalible contra las dudas y el desaliento! Y no hay
mejor antídoto que la Palabra de Dios.
Jesús mismo dijo: «Mis palabras son espíritu y son vida». (Jn. 6:63) Son
la poción mágica que te saca de la depresión más profunda, te infunde
vida, fe y esperanza.
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