“Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien,… para mantener en vida a mucho pueblo” Génesis 50:20
Hace algún tiempo, todo el mundo quedó atónito ante un tiroteo destructor que dejó 32 muertos en el recinto de la Universidad Tecnológica de Virginia. En el periodo subsiguiente, la madre de un estudiante gravemente herido que sobrevivió dijo que no quería que la terrible experiencia se convirtiera en el momento que definiera la vida de su hijo. En vez de ello, ella esperaba que ésta pudiera ser “algo positivo, una gran celebración de la vida de mi hijo”.
Cuando sucede lo impensable, puede que parezca imposible creer que algo pueda vencer las cicatrices emocionales. Sin embargo, la vida de José ofrece una poderosa ilustración del poder transformador de Dios (Génesis 37-50). Los hermanos que le vendieron como esclavo estaban seguros de que él se vengaría de ellos (50:15-17). Pero José les dijo: “Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo” (v. 20).
Cuando ponemos nuestro deseo de venganza en las manos de Dios, nos convertimos en participantes del extraordinario proceso descrito por Pablo: “No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal” (Romanos 12:21).
Los momentos que definen nuestras vidas no están determinados por el mal que se nos ha hecho, sino por nuestra respuesta por medio de la gracia y el poder de Dios.
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