lunes, 18 de agosto de 2014

Salir a caminar

 

Salir a caminar, claro, pero no creas que es un descanso
Dan Pallota, HBR, 27 de febrero, 2014

Cada mañana, hago una caminata de cinco kilómetros y medio por mi vecindario sin importarme el clima que mi ciudad de Nueva Inglaterra me ofrezca. Parto una manzana en dos y le doy la mitad a cada uno de los caballos en la esquina de la calle Cross. Los sonidos de sus mordiscos y sorbos me hacen partícipe de su felicidad.
Cuando era niño caminaba al colegio todos los días con John Flaherty, Doug Casey y Rollie Graham. Al final del día, después de práctica de debate, Bill Bailey, Paul Salamanca y yo volvíamos caminando a casa. No parábamos de hablar ni un minuto, y podríamos haber seguido otra hora más cada día para poder decir todo lo que hubiéramos querido.
Parte de la razón por la cual creé «Cáncer de mama, 3-días», una caminata benéfica, allá por 1998, fue para ofrecer a las mujeres con cáncer de pecho y sus simpatizantes el lujo de tener tres días para conversar, fantasear y reflexionar, sin tener que preocuparse de las contrariedades de cada día.
Pero nos equivocamos si pensamos que caminar no es más que una actividad para calmar la mente, una fuente de ejercicio o un pasatiempo de lujo. Cuando de trabajar se trata, una caminata puede aumentar claramente la productividad. En un sentido muy práctico, caminar puede significar trabajo y los trabajos se pueden realizar mientras caminamos.
El año pasado di la charla de clausura de la conferencia 2013 de TED. Esta charla se ha visto casi tres millones de veces y por ahora está entre las primeras 100 más vistas de todas las charlas TED de todos los tiempos. La ensayé de principio a fin durante caminatas que realicé en mañanas heladas por espacio de dos meses: enero y febrero. Lejos de ser un placer, esas caminatas no me ilusionaban, porque mis ensayos eran trabajosos. Mi productividad a esa hora era tan densa que me extenuaba mentalmente. Si por el contrario me hubiera quedado pegado al escritorio, ahí donde, según nos han enseñado a la mayoría, se logra el trabajo verdaderamente serio, hubiera sido más fácil, pero mucho menos productivo. Hubiera estado metido en internet cada cinco minutos para revisar mis páginas favoritas. Hubiera ido a conseguir un vaso de agua y unas galletitas. Hubiera revisado mis correos electrónicos. En cambio, al caminar uno no puede distraerse con esas cosas: está uno solo y concentrado en el trabajo.
Un estudio realizado por la sicóloga cognitiva Lorenza Colzato de la universidad de Leiden descubrió que las personas que salen a caminar o dan un paseo en bicicleta cuatro veces a la semana son capaces de pensar más creativamente que las que llevan una vida sedentaria. La Revista Británica de Medicina Deportiva descubrió que esos beneficios son independientes del estado de ánimo. La luz del sol también estimula los niveles de serotonina, que pueden mejorar la actitud.
Para mi estos hallazgos son totalmente ciertos. El primer kilómetro de mi caminata es un barullo de voces que compiten en mi pensamiento entre opiniones y listas de quehaceres. Pero después de dos o tres kilómetros, sin importar lo bajoneado y sin ánimos que haya estado cuando empecé, las voces se calman.
Henry David Thoreau pronunció aquellas célebres palabras: «Pienso yo que en el momento que las piernas se me empiezan a mover, mis pensamientos empiezan a fluir». El incremento de endorfina que proviene de subir una cuesta hace que la producción de ideas sea casi predecible. Hay claros momentos a lo largo de mis caminatas en los cuales las ideas me vienen a la cabeza y es como si cayeran de un árbol mágico situado a la vera del camino. El perfeccionamiento de muchas ideas o imágenes imprescindibles para mi charla de clausura TED 2013 me vinieron en ese mismo punto.
En todo caso cuesta trabajo. Las ideas no vienen así no más a no ser que me haya comprometido con el tema en cuestión. Si estuviera escuchando U2 estrepitosamente, lo cual sería mucho más fácil, esas ideas permanecerían soterradas o fuera de mi alcance.
El año pasado mi compañía, Advertising for Humanity, se encontraba al borde de una fecha límite para entregar un trabajo encargado por un cliente importante. Al cabo de meses de trabajo la idea simplemente no cuajaba. Una mañana mientras caminaba se me alumbró la mente. La nueva campaña ha sido un tremendo éxito. Nuestro equipo de creación salió a caminar hace unos meses para abordar otra tarea de gran magnitud. La caminata resulto ser mucho más eficaz que la pizarra para aclarar las ideas y destilar el problema hasta dar con su esencia. El espacio que creamos entonces nos llevó a dar con otra gran idea que resultó ser un éxito fenomenal.
Caminar es muy bueno para sostener conversaciones profesionales de corazón a corazón. Cuando dirigía una empresa grande en Los Angeles, frecuentemente salía a caminar con los empleados a lo largo del Sunset Boulevard para poder conversar y aclarar asuntos. El biógrafo Walter Isaacson señaló que la fórmula preferida de Steve Jobs para tener una conversación seria era salir a dar una caminata. No es un recreo. Es un cambio de aires, pero es trabajo. El movimiento hace que la conversación se torne menos rígida, más autentica, que entrañe más responsabilidad y sea más pareja.
Así que cuando te urja hacer algo, aléjate de la computadora y de la sala de conferencias y date un largo paseo. No es un lujo; es trabajo.



                      
 

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