La expresión popular “dormí como un lirón” es frecuentemente usada por aquellos que pudieron conciliar un sueño profundo y largo y luego se levantaron bien descansados.
Aunque para ser más precisos el lirón no es el animal que más duerme, sino el koala australiano, que de las 24 horas del día dormita 22. ¡Fenomenal perezoso!
Y si el dormir mucho es un grave problema que atrae a la pobreza como hombre armado, según dijera Salomón en el libro de Proverbios en la Biblia, no dormir, o no hacerlo en la forma correcta y en la medida justa, es también un serio problema que termina por alterarle los nervios al que la padece y enfermarle por agotamiento físico, pues no descansa.
Fue la escritora y directora de cine francesa Françoise Sagan quien dijo:”Para mí la felicidad consiste en gozar de buena salud, dormir sin miedo y despertarme sin angustia”.
Aunque tristemente murió de una embolia pulmonar en el 2004 después de una agitada vida en la que consumió sin ninguna moderación drogas y alcohol, llegando inclusive a estar en prisión por consumo de cocaína.
Y así como esta famosa mujer muchos seres humanos le dan un alto valor a tener buena salud, dormir en paz y levantarse sin afanes de su lecho.
Pero la dura realidad de la vida ofrece mala salud, sueño leve y convulso y más angustias cada vez que se despiertan, al punto de no querer despertarse nunca, tener que vivir sedados y con los nervios en punta.
Es una triste condición que contrasta con la gran dicha de la cual nos habla el rey David en una oración que él hace antes de irse a la camita y que quedó consignada como el Salmo 4.
Finalizando su texto él dice completamente relajado que en paz se va a acostar y que con esa misma paz va a dormir toda la noche, y luego, con esa misma paz, se va a levantar descansado y lleno de vigor para iniciar un nuevo día.
¿Cuál era su secreto para tener una noche tan plena?
¿Sería acaso uno de los nuevos colchones que anuncian en la televisión?
¿O unas infusiones de yerbas medicinales? ¿O drogarse o tomar unos sedantes?
No, su gran secreto, que ya no lo es, era el hecho de ir al lecho con nada malo en el pecho.
Sí, ir a dormir después de pedir perdón sus pecados, perdonar a sus enemigos, confiar sus asuntos a Dios, llenarse de su presencia y dormir sabiendo que Él guardaba su sueño.
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