¿LAMENTARNOS Y REVIVIR EL PASADO?
María Fontaine
Si una decisión que tomaste parece haber tenido malos resultados o derivó en consecuencias imprevistas, ten presente que probablemente no has visto todavía todos sus efectos. Lo que tiene aspecto de piedra o de serpiente todavía puede transformarse en pan o en una comida completa. El cineasta, actor y productor Orson Welles dijo en cierta ocasión: «El final feliz depende de dónde ponemos punto final a nuestra historia». O como dijo otro: «Todo terminará bien; y si no ha terminado bien, es que todavía no hemos visto el final». Ese principio es particularmente cierto en el caso de las personas que aman al Señor y buscan Su orientación, puesto que Él ha prometido obrar de manera que todas las cosas redunden en nuestro bien.
Revivir el pasado y lamentarnos de algunas cosas que hicimos, o sumirnos en el remordimiento por no haber hecho otras que nos hubiera gustado hacer, es propio de nuestra naturaleza humana. Dios lo comprende. Así y todo, es un error dejar de ver todo lo bueno que también trajeron esas experiencias: la madurez, la profundidad y otras enseñanzas que contribuyeron a forjar nuestro carácter y a prepararnos para cosas mayores y mejores que han de venir.
Al volver la mirada hacia el pasado debemos apreciar los bienes y dichas que nos deparó. No nos olvidemos de «todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro y todo lo amable» que también ha habido en nuestra vida. Demos gracias a Dios por las decisiones acertadas que tomamos en el pasado y por las que nos va a ayudar a tomar en un futuro.
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