UN BUEN REMEDIO
El Duque de WeIlington se disponía a dictar sentencia de muerte a un
desertor ya enjuiciado. Profundamente conmovido, el general dijo:
—Lamento de todo corazón tener que dictar esta sentencia tan severa,
pero hemos intentado todos los métodos, y la disciplina y las penas que
se le han aplicado no han conseguido hacer cambiar a este hombre, aunque
como soldado siempre ha sido muy valiente.
Entonces dio a los camaradas del hombre la oportunidad de hablar en
favor de él.
—Por favor, su excelencia, dijo uno de los hombres, hay una cosa que no
ha intentado aún. No ha intentado perdonarlo.
El general lo perdonó y dio resultado: aquel soldado nunca más volvió a
desertar y desde entonces demostró su gratitud al Duque de Hierro.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario