¿ERES DIGNO DE CONFIANZA?
Peter Amsterdam
A menudo hay una forma, en particular en la sociedad actual y en el mundo de los negocios, de justificar pequeños desvíos de lo que sabemos que es correcto, y esas desviaciones nos pueden poner muy rápidamente en una pendiente resbaladiza. Un error conduce a otro, y al poco tiempo disminuyen nuestras convicciones, nos disculpamos a nosotros mismos; y ahí es cuando corremos peligro de que se debilite nuestro carácter, de dañar nuestra integridad, de manchar nuestra reputación, y de llegar al punto en que desvalorizamos la obligación de cumplir nuestra palabra y permitimos que nuestra felicidad y tranquilidad sean atacadas mediante la culpa, el remordimiento y la vergüenza.
Creo que todos queremos vivir sin remordimientos. Pero ¿cómo se hace? Tomando decisiones basadas en nuestras convicciones personales, en nuestro patrón de conducta cristiana.
Independientemente de que una persona sea cristiana o no, hay características, actitudes y acciones que obstaculizarán su éxito y perjudicarán su reputación. Hablo de comportamientos como mentir, contar chismes, tener prejuicios, no cumplir su palabra, no cumplir sus compromisos, no ser digno de confianza para que haga un trabajo de calidad, no cumplir con los plazos.
Tomado de La Familia Internacional
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