lunes, 2 de octubre de 2017

En cualquier momento en cualquier lugar

Cuando Mike Marolt se encuentra fuera de la ciudad, entra a su computadora y sus archivos en su oficina por conexión remota. En un reciente viaje al extranjero, Marolt contestaba correos electrónicos y se mantenía en contacto con sus clientes usando su computadora portátil por medio de una conexión telefónica por satélite. Sin embargo, esta vez estaba sentado en una tienda de campaña en un campamento de base a 6 mil metros junto al Monte Everest. En estos días, ni siquiera eso nos sorprende porque nos hemos acostumbrado a la tecnología que ofrece acceso al resto del mundo en cualquier momento, en cualquier lugar.
También podemos desarrollar fácilmente una falta similar de asombro hacia la oración. ¿Hablar con Dios? «Por supuesto». No tenemos que esperar en línea, entrar en un edificio, o usar ropas elegantes. Podemos verter nuestros corazones delante de Dios en cualquier momento, en cualquier lugar. Es fácil perder el sentido de la maravilla de ello porque se ha vuelto algo muy familiar.
Pablo siempre parecía maravillarse ante la puerta abierta para entrar en la presencia de Dios. «En Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo» escribió. «Porque por medio de Él . . . tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre» (Efesios 2:13, 18).
La puerta está abierta para todos. Dios les da la bienvenida a todos los que vienen por fe. Por medio de Cristo podemos entrar en Su presencia -en cualquier momento, en cualquier lugar. ¡Asombroso!.
No hay lugar ni momento en el que no podamos orar.

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