“Porque sólo Su nombre es enaltecido. Su gloria es sobre tierra y cielos” Salmo 148:13
No tienes que recorrer la Bahía Resurrection en Alaska para apreciar las maravillas de la naturaleza de nuestro mundo, pero ayuda. No tienes que buscar en las aguas cálidas de Jamaica para quedar impresionado con la belleza oculta de los mares de nuestro planeta, pero ayuda. No tienes que ver las Montañas Rocosas, experimentar el Peñón de Gibraltar, o contemplar el Monte Fuji para darte cuenta de cuán impresionante son las vistas panorámicas de nuestro ORBE, pero ayuda.
Experimentar de primera mano la majestad de las montañas y la gloria de los océanos puede dejarnos sin aliento mientras meditamos en lo espectacular que es en realidad nuestra gran canica azul.
Hoy es el día de la Tierra, una conmemoración a nuestro hogar global y un recordatorio de nuestra responsabilidad de ser mayordomos cuidadosos de este lugar. Pero celebrar la grandeza de nuestro hogar único entre los planetas puede tomar un enfoque peligroso si omitimos un elemento clave. Contemplar la grandeza de la tierra debe recordarnos que simplemente somos “el pueblo de Su prado” (Salmo 95:7), y debemos adorar a “nuestro Hacedor” (v. 6). La creación fue lanzada al espacio para señalar a Dios y Su grandeza, Su poder y Su majestad. Sólo Él merece nuestra alabanza y adoración (Salmo 148:5). ¡Gracias, Señor, por este recordatorio tan impresionante para adorarte!.
Cuán ilógico es adorar a la creación cuando el Creador es muchísimo más grande.