miércoles, 29 de noviembre de 2017

La vida no es un juego

“Si alguno quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame” Marcos 8:34
Mi ex-vecino a menudo hablaba acerca de “el juego de la vida”, y puedo entender por qué lo hacía. Es parte de la naturaleza humana enfocar la vida como un gran juego que consta de un montón de otros pequeños juegos. Competir puede ser divertido, emocionante y estimulante.
Pero la vida es muchísimo más que un juego -especialmente para un seguidor de Jesucristo.
Cuando un creyente necesita poseer la casa más grande, conseguir el ascenso antes que nadie, y ganar toda discusión, algo anda terriblemente mal desde el punto de vista de Dios. No está bien pisotear los sentimientos de las personas, torcer o romper las reglas, y regodearse con las victorias.
Enfocar la vida como un gran juego en el que siempre se tiene que ganar es vivir en una falsa ilusión y una fantasía sin esperanza. Si bien las posesiones materiales, el éxito profesional y las victorias personales son agradables, sólo duran en esta vida. Luego, todos ellos quedan atrás.
Jesús mandó a Sus discípulos que se negaran a sí mismos, que se identificaran con Su cruz, y le siguieran negándose a sí mismos, lo cual para algunos de ellos significó incluso la muerte (Marcos 8:34-35). Les explicó muy claramente que las victorias artificiales en “el juego de la vida” no cuentan mucho. Lo que realmente cuenta es lo que se hace para el Señor.
Aquellos que viven para Dios son los verdaderos ganadores en la vida.

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