"¡Al alma hambrienta colmó de bienes, pero a los ricos envió vacíos!" (Luc.1:53)
¡Jesús buscaba y amaba a las ovejitas perdidas, a las sedientas, a los pecadores que sabían que necesitaban ayuda y agradecidos la recibían; no a los santurrones que "no tenían necesidad de médico"! (Mat.9:12) ¡Poca esperanza hay para los que están satisfechos con la vida que llevan!
No hay en el mundo persona más difícil de convertir al Señor que el hombre íntegro, que se cree suficientemente bueno y sin necesidad de Dios. ¡A veces la gente más culpable del mundo es la que está más profundamente engañada, y que se siente segurísima de su inocencia! Se alegran de "no ser como el pecador", ¡cuando la verdad es que son peores! (Luc.18:11)
¡Pero hay otros que sí están ansiosos de conocer las Buenas Nuevas, que quieren oír y tienen corazones sedientos, y cuando les ofreces la verdad, la reciben, la creen, la aceptan y siguen a Jesús! Si están dispuestos a admitir y confesar que necesitan ayuda, ¡Dios tendrá ocasión de hacer los milagros que necesiten! A todos los desdichados, los que buscan, los sedientos y deseosos de lo espiritual, Él ha hecho esta promesa: "¡Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados!" (Mat.5:6)
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