EL GOZO DE DIOS
El
gozo que Dios nos ofrece ser felices aunque nuestra situación terrenal no sea
perfecta, porque se trata de un gozo trascendente. Dios promete resolverlo todo
en el futuro y nos proporciona fuerzas en el presente.
Quiere
hacernos felices aunque todavía no gocemos de una situación ideal y las
circunstancias físicas no nos sean propicias. La dicha que Él nos ofrece nos
permite estar alegres y tener una actitud de alabanza y despreocupación aunque
nuestra vida esté llena de afanes. Proviene del más alto cielo y está muy por
encima de todo ahogo terrenal. Jesús es el puente, la puerta de acceso a ese
mundo de felicidad.
Dios
nos ama aunque nos portemos mal, lleguemos tarde, nos rezaguemos, pequemos,
seamos poco amorosos o decepcionemos a alguien. Él nunca deja de amarnos y, lo
que es más importante, nunca deja de creer que la victoria está a la vuelta de
la esquina, porque así es. La confianza que Él tiene en cada uno de nosotros
nos permite vivir dichosos aun cuando todo se vea bastante negro, porque
estamos convencidos de que lo mejor está por venir.
Para
contar con ese gozo, es imprescindible ver el presente en el contexto de la
eternidad, y no permitir que detallitos por aquí y por allá influyan tanto en
nuestra felicidad y sosiego. Los problemas que ahora nos agobian se
empequeñecen al compararlos con la eternidad de bienestar con Jesús que nos
aguarda. Miremos, pues, hacia el futuro con fe; así nuestro presente también
será mucho mejor.
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