¡Recuerda siempre que todo el mundo anhela elogios y vive ansioso de recibir aprecio sincero!
¡Todos necesitamos que nos alienten! Casi todas las personas sufren de un cierto complejo de inferioridad y tienden a sentirse un poco decepcionadas de sí mismas; ¡de ahí que el elogio sea algo importantísimo! A todos nos viene bien recibir aliento de los demás, ¡y sin embargo muchas veces no expresamos ánimo y aprecio suficientes a los que nos rodean! Tal como daremos cuenta de toda palabra ociosa (Mat.12:36,37), ¡así también daremos cuenta de todo silencio ocioso!
Él Señor sabe que es muy importante dar aliento. Él nos aprecia y nos elogia, y promete recompensarnos por nuestra buena labor. Eso no tiene nada que ver con nuestra salvación. La salvación la recibimos como regalo por Su misericordia, gracia y amor; ¡en cambio lo que Él alaba muy particularmente es nuestro servicio y las buenas obras que realizamos para Él! ¡Él aprecia muchísimo nuestros servicios y nuestro sacrificio, y las cosas que hacemos por Él más allá de lo que marca el deber!
"Todo lo que es de buen nombre, si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, ¡en esto pensad!" (Fil.4:8) ¡Eso lo debemos aplicar a las personas que nos rodean, procurando acordarnos en todo momento de sus buenas cualidades y de elogiarlas por ellas, de la misma manera que el Señor lo hace con nosotros!
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