Alégrale el día a alguien
Hazle el día a alguien. Es
una de las cosas más fáciles y más gratificantes que puedes hacer.
Empieza por buscar qué puedes hacer. No es necesario gastar dinero ni
dedicarle un montón de tiempo: en realidad lo que valen son los
detallitos. Haz que mejore un poco el día de alguien y verás que tu día
mejora un poco también. Susan
Morem
*
¿Alguna vez has tenido un
mal día por el solo hecho de haberte cruzado con alguien que estaba de
mal humor? Tal vez fue alguien en el bus, o un cliente en una tienda,
alguien que normalmente habría pasado inadvertido para ti. Sin embargo,
esa persona gruñona o desconsiderada te empañó completamente el día.
En contraste, ¿alguna vez
has tenido un día estupendo y después te diste cuenta de que se debió a
que alguien fue particularmente amable contigo? Tal vez tuvo que ver
con la linda sonrisa que te dirigió, o la gentileza con que agarró algo
que se te había caído y te lo dio, o te mantuvo la puerta abierta
mientras ingresabas a algún recinto. Quizá no fue más que un pequeño gesto,
pero tuvo un efecto positivo en ti ese día.
Todo el mundo ejerce
influencia. Momento a momento, tu actitud y grado de felicidad se ven
reflejados en las cositas que haces y dices, que no pueden menos que
tener un efecto en los demás. ¿Qué impresión produces tú generalmente?
Haz memoria de algún gesto
que haya tenido contigo una persona con el ánimo de alegrarte la vida.
Luego proponte hacer algo parecido por otro. Verás que tú también te
sentirás más feliz y optimista. Jesús, hablando en profecía
*
Érase una vez un niño que
quería conocer a Dios. Sabía que tendría que recorrer mucho camino,
porque el Creador vivía muy lejos. Así que puso en una mochila galletas
y unas latas de refresco, y emprendió la marcha.
A pocas cuadras de su
casa, vio junto al estanque de un parque a un anciano que observaba con
atención los pájaros.
El chico se sentó a su
lado y abrió la mochila. Se disponía a tomar un refresco cuando pensó
que el anciano tendría hambre, y le ofreció una galleta.
El anciano la aceptó
gustoso y le dio las gracias con una sonrisa. Aquella sonrisa era tan
increíble que el niño quiso verla otra vez. Y le ofreció un refresco.
El anciano le volvió a
sonreír. ¡El chico estaba fascinado! No se separaron en toda la tarde.
Comieron juntos y se sonrieron mutuamente, sin que ninguno de los dos
pronunciara palabra.
Al caer los últimos rayos
del sol de la tarde, el niño se sintió cansado y se levantó,
disponiéndose a marcharse. Pero apenas si alcanzó a dar unos pasos, y
se dio la vuelta. Corrió hacia el anciano y le dio un abrazo, y éste le
dirigió su más espléndida sonrisa.
Cuando poco después el
niño abrió la puerta de su casa, su madre, sorprendida por la alegría
que se le reflejaba en el rostro, le preguntó:
—¿Qué hiciste hoy que
estás tan contento?
—¡Almorcé con Dios!
—respondió el niño.
Y antes de que la madre
tuviera tiempo de responder, el chico añadió:
—¿Sabes? ¡Tiene una
sonrisa tan linda...!
Mientras tanto, el
anciano, igual de radiante, volvió a su casa. Su hijo se quedó
asombrado al ver la paz que se le reflejaba en el rostro. Le preguntó:
—Papá, ¿qué hiciste hoy,
que estás tan contento?
—Comí galletas en el
parque en compañía de Dios.
Y antes de que el hijo
tuviera tiempo de responder, el anciano añadió:
—¿Sabes? Tiene mucha menos
edad de lo que creía.
En muchas ocasiones,
tenemos en menos la eficacia de una palmada, una sonrisa, una palabra
amable, de saber escuchar, de un cumplido sincero o el menor gesto de
interés por los demás. Todas estas cosas pueden darles un día
inolvidable o incluso un vuelco a su vida. Anónimo
*
La mejor parte de la vida
de un hombre son esos pequeños actos de amor y bondad que muchas veces
nadie ve ni recuerda. William
Wordsworth (1770–1850)
*
Los detalles importan. Los
pequeños actos de bondad pueden crear una atmósfera de amor y ternura.
Los detallitos pueden significar mucho porque demuestran que ese ser
querido pensó de manera consciente en uno e hizo el esfuerzo de
alegrarle y en cierto sentido mejorarle la vida. Y lo hizo sin ningún
motivo en particular más que porque nos ama y se preocupa por nosotros.
Pídeme que te dé ideas de
cómo manifestar amor a tus seres queridos. Puedo dictarte una lista
personalizada que se aplique a tu situación. Y eso sí: nunca
menosprecies el valor de las muestras espontáneas de amor. Inicia hoy
una reacción en cadena de gestos de amor, y verás cómo mejora tu propia
vida. No te arrepentirás. Jesús,
hablando en profecía
*
No se ocupen solo de sus
propios intereses, sino también procuren interesarse en los demás. Filipenses 2:4[1]
*
Tras muchos años de
experiencia en el campo de la reducción del estrés, enseñando a las
personas a ser más felices, sigue sorprendiéndome el hecho de que
algunos de los métodos más eficaces para reducir nuestros niveles de
estrés y mejorar nuestra calidad de vida son en realidad los más
simples. Una de las primeras lecciones de vida que me dieron mis padres
de pequeño es tal vez la más básica de todas: Si quieres sentirte bien
contigo mismo, haz que otra persona se sienta bien. Es así de simple.
Los actos bondadosos y de
buena voluntad son inherentemente maravillosos. Como reza el viejo
refrán: «Dar es en sí mismo una recompensa». Esto es completamente
cierto. La recompensa que recibes por hacer que otra persona se sienta
mejor son los sentimientos positivos y cálidos que acompañan
invariablemente tus esfuerzos. Por eso, comenzando hoy mismo, piensa en
alguien a quien quieres hacerle sentir mejor y disfruta de tus
recompensas.
Richard Carlson[2]
*
Ayuden a los hermanos
necesitados. Practiquen la hospitalidad. Romanos 12:13[3]
*
¿Recuerdas la última vez
que recibiste una llamada, texto o mail inesperado de alguien que te
dijo adrede algo halagador? ¿Cómo te hizo sentir? ¿Te alegro el día?
¿Te hizo sonreír? ¿Qué impresión dejó esa persona en ti?
Cuando me pongo a pensar
en los distintos tipos de impresión que causamos en las personas, hay
pocas tan poderosas como las que dejamos cuando hacemos,
inesperadamente, algo para transmitirles a las personas el mensaje de
que son importantes para nosotros. Podría tratarse de un simple mensaje
de texto o un correo breve dirigido a un compañero de trabajo para
felicitarlo por la forma en que manejó hoy una situación difícil en la
oficina.
Si te haces el tiempo para
sorprender a las personas con actos de bondad o de amor, harás que se
sientan tomadas en cuenta, valoradas y apreciadas. Pondrás una sonrisa
en su rostro y gozo en su corazón. Mejorarás su autoestima y harás que
se sientan más contentos. Los acercarás más a ti y tú te acercarás más
a ellos y crearás un lazo extraordinario en esas relaciones. Además, te
beneficiarás porque los actos que provienen de la abnegación traen en
sí cierta medida de gozo, dar de sí, del tiempo y los recursos de uno.
Te lanzo el reto de que
busques situaciones en las que puedas demostrar tu interés por otros
haciendo por ellos algo inesperado. Cuando pienses en algo, hazlo sin
dudar y alégrales el día…
Cada vez que demuestras
interés genuino por la vida de los demás, haciendo algo inesperado para
ayudarlos, les dices que quienes son y lo que hacen importa. Todd Smith[4]
*
Sé de los que motivan y
construyen. Sé de los que comprenden y están dispuestos a perdonar, de
los que siempre buscan lo mejor en las personas. Deja a las personas
mejor que cuando las encontraste.
Marvin J. Ashton
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