¡Dios nos concede el privilegio de decidir
entre obrar según Su voluntad o según la nuestra!
De haber querido autómatas, el Señor podría haber hecho que todo el mundo le amara. ¡Sin embargo, nos dio libre albedrío, nos dejó libres para decidir si queríamos amarle o no! En esta era de gracia, tenemos que decidir voluntariamente si queremos amarle y servirle. Debemos decidir voluntariamente seguir al Señor y Su voluntad, Su Palabra.
El principal motivo de nuestra presencia aquí, desde el Paraíso Terrenal hasta el presente, ha sido aprender a decidir bajo la guía de Dios. ¡Toda la vida es así; para eso nos puso Dios en este mundo: para tomar decisiones y elegir, para que busquemos las cosas buenas y tratemos de encontrar el buen rumbo, para aprender a alcanzar Su meta siguiendo las buenas sendas que Él nos indica! Esto nos lleva a acudir más a Él en oración y a pedirle soluciones. ¡Nos obliga a depender más de Él como de un Padre, para encontrar el buen camino, hallar las mejores salidas, encauzarnos por la dirección correcta y tomar las decisiones justas!
Él nos puso en este mundo para que tomemos decisiones, para actuar bien o mal. Él nos dice qué está bien y qué está mal, pero no nos obliga a nada. ¡Deja que nosotros decidamos! ¡Así que, escoge la senda de Dios! ¿Amén?
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