jueves, 23 de octubre de 2014

Haz el bien sin mirar a quien



Eran las 11:30 de la noche, un día en febrero de 1965. Una señora mayor, de raza negra, estaba parada al lado de la carretera en el estado de Alabama, EE.UU. Estaba empapada por la lluvia. Se le había dañado el carro y desesperadamente necesitaba ayuda. Un joven blanco paró para ayudarla, algo que generalmente no ocurría en los años sesenta con sus conflictos raciales. El joven no escatimó esfuerzos para ayudarla a recibir  asistencia. Al despedirse, la señora le pidió al joven su dirección, ya que quería mandarle una nota de agradecimiento. Al joven no le agradó mucho la idea, porque no quería dar la impresión, que le había auxiliado para obtener algún tipo de agradecimiento, pero como la señora insistía, al final cedió.
Una semana después, un camión paró frente la casa del joven. El ayudante del chofer tocó el timbre y hizo entrega de un televisor a colores (lo último en tecnología en aquel tiempo). Una nota especial estaba pegada que decía:
«Muchas gracias por su asistencia en la carretera la otra noche. La lluvia, no solo empapó mi ropa sino también mi espíritu. Entonces llegó usted. Gracias a su ayuda pude llegar al lado de mi esposo moribundo, justamente antes de que muriera. Que Dios lo bendiga por ayudarme y servir sin egoísmo a otros. Sinceramente, Sra. Nat King Cole»

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