En muchas religiones, cuanto más
triste estás y cuanto más sufres, más religioso se supone que eres. Pero yo
creo lo contrario. No creo que puedas ser muy religioso o espiritual a menos
que estés victorioso y regocijante.
Dios y Su Palabra no han hecho la
religión así. Los profetas no la hicieron así. Ni siquiera Moisés la hizo así
con sus leyes estrictas. Fueron los líderes religiosos posteriores los que
cambiaron las cosas y empezaron a interpretar las cosas a su conveniencia, los
mismos que Jesús dijo que «atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las
ponen sobre los hombros de los hombres; ¡pero ellos ni con un dedo quieren
moverlas!»[1]
Por cierto, yo no veo cómo alguien
podría jamás ser feliz sin el Señor, verdaderamente feliz. Aunque le suplas
todas sus necesidades físicas, tiene que tener algo para satisfacer sus
necesidades espirituales y su anhelo de felicidad.
Yo no soy ningún asceta. No me
satisfaría echarme en un lecho de clavos a orar todo el día, torturándome,
privándome de todo y ayunando todo el tiempo. Yo disfruto de todo lo que Dios
ha dado y soy muy feliz. Disfruto especialmente con mi trabajo. Es trabajo
arduo y nos mantiene ocupados, pero lo disfrutamos. Espero que tú disfrutes con
el tuyo. Teniendo el amor del Señor y un buen trabajo, un trabajo que sabemos
que está haciendo bien y ayudando a otras personas y alegrando a los demás,
podemos estar alegres y disfrutarlo.
Nuestra religión nos hace felices,
al igual que nuestro trabajo. Y cuando jugamos somos felices y son muy pocas
las cosas que nos entristecen, únicamente el hecho de que otras personas no
estén felices.
¡Gracias a Dios por una religión
alegre y una vida feliz! Debemos animar a los demás a ser alegres y a disfrutar
de la misma felicidad en Jesús que nosotros tenemos. Si no la tienen y nos ven
contentos, se preguntarán por qué no son felices. Creo que ese puede ser
nuestro mayor ejemplo, nuestra felicidad.
¡Aleluya por la alegría!
Agradezcan al Señor por poder disfrutar de los placeres físicos y espirituales
que pone a nuestra disposición. Lo único que quiero es que los demás sean
felices, tan felices como yo. Ese es el único verdadero y gran anhelo, necesidad
o deseo que tengo, que de algún modo pudiéramos, simplemente, hacerles entender
el gozo del Señor y hacerlos felices. Tenemos muchísimas bendiciones. ¡Gracias,
Jesús!
Como es natural, algunas veces nos
enfermamos y eso no nos hace sentirnos muy felices por un rato, pero no llega a
despojarnos de nuestra felicidad general. Podemos seguir felices en espíritu y
mente y en compañerismo con los demás. Uno podría sentirse mejor, en cuanto a
salud y fuerzas, pero no nos quita el gozo del Señor.
Así que, ¡gracias a Dios por la
alegría y por poder disfrutar de la vida, de nuestra religión y del Señor!
Soy feliz, soy feliz,
pues te conocí, mi Amor y Salvador,
y lo que fui
ni me importa ya, Señor. ¡Qué gloria!
Soy feliz, soy feliz;
siempre lo seré.
Al demonio he vencido,
me he convertido
y feliz, feliz, feliz ahora soy.
pues te conocí, mi Amor y Salvador,
y lo que fui
ni me importa ya, Señor. ¡Qué gloria!
Soy feliz, soy feliz;
siempre lo seré.
Al demonio he vencido,
me he convertido
y feliz, feliz, feliz ahora soy.
*
Me deleito mucho en el Señor;
me regocijo en mi Dios.
Porque Él me vistió con ropas de salvación
y me cubrió con el manto de la justicia.
Soy semejante a un novio que luce su diadema,
o una novia adornada con sus joyas.
me regocijo en mi Dios.
Porque Él me vistió con ropas de salvación
y me cubrió con el manto de la justicia.
Soy semejante a un novio que luce su diadema,
o una novia adornada con sus joyas.
*
Mi gozo es su fortaleza. Es más,
tienen Mi gozo a su plena disposición y les corresponde por derecho contar con
él, sentirlo y vivirlo. A pesar de ello, muchos de ustedes no consiguen echar
mano de ese gozo, sencillamente porque no se sienten muy
felices o les parece que no tienen mucho motivo para alegrarse.
La clave para tener Mi alegría en
su corazón es recordar que ese gozo es Mío; no
proviene de ustedes. Tener Mi alegría en su corazón no significa que estén
contentos con todo lo que pasa en su vida y con el modo preciso en que
acontece; significa que Yo estoy
feliz y que he prometido transmitirles a ustedes esa alegría a fin de que los
envuelva. Proviene de Mi corazón y se la
transmito a ustedes cuando me la piden y crean espacio para ella.
Mi dicha no se basa en cosas
efímeras ni en las circunstancias. Se basa en el futuro feliz, en lo que habrá
de llegar, en las posibilidades que encierra cada situación, en el potencial
que hay en cada uno de ustedes. Mi alegría se basa en lo eterno, la dicha del
amor y todas las demás alegrías verdaderas y eternas que no se compran con
dinero.
Aprendan ustedes también a
encontrar felicidad en eso, porque ahí radica Mi gozo. Si quieren Mi gozo,
pídanlo y pídanme que les ayude a ver las razones que tienen para sonreír. Mi
gozo les permite ser felices aunque su situación terrenal no sea perfecta,
porque Yo veo más allá de ella. Si Yo puedo alegrarme por ustedes sabiendo que
todo resultará bien en el futuro y porque les ofrezco fuerzas para el presente,
¿no pueden aceptar el gozo que les ofrezco?
Claro que pueden. Quiero hacerlos
felices aunque todavía no puedan gozar de una situación perfecta, o aunque no
todas las circunstancias físicas estén alineadas a la perfección. Pueden ser
felices si se regocijan con Mi gozo. Jesús,
hablando en profecía.
*
El gozo del Señor es nuestra
fortaleza. Nehemías 8:10[4]
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