martes, 27 de octubre de 2015

Su velocidad es un don de Dios

Allyson Felix, la nueva gran velocista del atletismo en los Estados Unidos afirma que su velocidad es un don de Dios y cuando corre lo hace para darle la gloria.
En el 2007 Allyson se convirtió en la segunda atleta femenina – después de Marita Koch en 1983 –  en ganar tres medallas de oro en los Campeonatos del mundo IAAF en el Atletismo.
Según informó El País, la nueva Marion Jones del atletismo estadounidense, después de un viaje de 90 millas (145 kilómetros) hacia el interior de California a través de un desierto de cañones, hasta la Sunrise Church (Iglesia del Amanecer), tomó un micrófono y habló diciendo: “Crecí en la escuela dominical y enseguida comprendí que era una pecadora y que sólo Jesucristo podía salvarme”. “Crecí y creció en mí la fe. Mi éxito no es mío, es un don del Señor”.
Al finalizar su intervención, el auditorio integrado por varios cientos de personas en mesas redondas para celebrar el día del desayuno padre-hija, dijo un sonoro amén. Después subió Paul Felix, su padre, pastor evangélico itinerante y profesor de Nuevo Testamento, presidente de la Escuela de Enseñanzas Bíblicas de Los Ángeles, California y afirmó ante todos que estaba orgulloso de su hija no porque haya triunfado en el atletismo, sino por su relación con el Señor, y que sin eso, sus medallas no valdrían nada.
A la edad de 18 años Felix se ganó la medalla de plata en los 200 metros durante las Olimpiadas del Verano del 2004, detrás de Veronica Campbell de Jamaica; y al hacerlo se convirtió en la atleta más joven en registrar un nuevo récord al alcanzar 200 metros con su tiempo de 22,18. Ella llegó a ser la atleta más joven en ganar medalla de oro en  los 200 metros durante el Campeonato Mundial en Helsinki en 2005 y dos años más tarde defendió su título en Osaka, sobrepasando a la jamaiquina  Veronica Campbell, y  superando su propio record por 0,37 segundos.
Su nuevo reto está en las Olimpiadas De Beijing 2008.  “Mi próximo objetivo no es batir un récord mundial, sino alcanzar la medalla de oro en Pekín. Quiero hacerlo paso a paso. Quizás considere hacer los 200 y los 400 metros allí”, dice Allyson, quien orgullosamente afirma “mi velocidad es definitivamente un don de Dios, y yo corro para Su gloria. Todo lo que hago, es porque El me permite hacerlo”.

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