«Muchas son las aflicciones del justo»
¿Las aflicciones de quién? Hasta los
justos padecen aflicciones. «Pero de todas ellas lo librará el Señor». Dios
permite que suframos enfermedades y que pasemos apuros y dificultades. Lo hace
para poner a prueba y fortalecer nuestra fe, y para propiciar que saquemos victorias
aún mayores de lo que parecen derrotas. A veces nos pasan cosas malas
solo para que nos aferremos a Él. En otros casos, sirven para unirnos más unos
a otros. A veces nos ocurren para mantenernos humildes. Otras, para que oremos.
Es decir, que hasta los reveses y las tribulaciones nos hacen bien si
permitimos que cumplan el propósito divino.
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