La inspiración es algo maravilloso
creado por Dios. Aunque es intangible, resulta muy poderosa. El término
inspiración data
del siglo XIV, con definiciones tales como «influencia divina
inmediata». El término en francés significaba «inhalar, tomar aire», y
la voz latina se traduciría como «inspirar, inflamar, infundir
aliento». Una definición moderna que leí expresaba inspiración de la
siguiente manera: estar en
espíritu. Me parece una ilustración muy apropiada, pues
como cristianos procuramos alinear nuestro espíritu, nuestras acciones
y nuestros pensamientos con los de Dios. Entre los sinónimos de
inspiración podemos citar aliento, genio, perspicacia, visión,
creatividad, chispa, iluminación, entusiasmo, estimulación, musa y
clarividencia.
La inspiración nos infunde un
renovado entusiasmo por la vida. Nos impulsa, mueve o guía hacia la
acción. Proporciona el fuego del alma, en sentido figurado. Creo que a
todos nos gusta estar en estado de inspiración. Al menos sé que es así
en mi caso. Y además nos agrada estar rodeados de personas que están
inspiradas. La realidad, sin embargo, es que no vivimos inspirados todo
el día. Hay ocasiones en que la inspiración se nos desliza entre los
dedos, en que no solo nos falta, sino que nos parece que nunca
volveremos a sentirnos inspirados.
A veces enfrentamos un reto
importante en nuestro lugar de trabajo. O uno de nuestros hijos está
pasando por un momento difícil y nos abruma la preocupación. O surgen
gastos inesperados y nuestros recursos no alcanzan y eso nos genera mucha
ansiedad. O tal vez nos hemos distanciado de un buen amigo o un ser
querido y nos sentimos sumidos en el remordimiento o el pesar. O quizás
no haya sucedido nada malo
pero nos sentimos desinflados, sin inspiración.
Cuando te parezca que has perdido
la inspiración o las esperanzas, o te sientas sin fuerzas, como si te
hubieras quedado sin energía y no sabes qué hacer para recobrarla, hay
algunas cosas que pueden resultar de ayuda. En Su previsión y gran amor
por nosotros, Dios creó muchas cosas que pueden servir de chispazos
para dar impulso a nuestro sentido de felicidad y bienestar y volver a
encender la llama de nuestra inspiración.
Ya sea que estemos tratando de
superar un momento difícil o de obtener inspiración creativa para un
proyecto, estas fuentes de inspiración pueden servir como estaciones de
reabastecimiento de nuestro espíritu. Aunque esta lista no es
exhaustiva, espero que les provea un punto de partida.
> Leer
la Palabra de Dios es primordial. La Biblia es una
fuente directa de inspiración divina. Jeremías dijo de la Palabra de
Dios: «Tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón»[1]. Comulgar con
Dios debe ser nuestra primera prioridad cuando nos quedamos sin
inspiración y necesitamos una renovación espiritual. La inspiración más
auténtica y profunda la obtenemos de nuestra relación con el Creador.
Eso es lo que nos proporciona el inefable «gozo del Señor» al que se
refiere la Biblia, la inspiración que no palidece[2].Meditar y reflexionar en la Palabra de Dios y los escritos de otros cristianos inspirados infunde a nuestro espíritu fe y orientación. Pasar tiempo en reverencia y adoración también puede ser una forma efectiva de elevar nuestro espíritu.
> No debe tenerse en menos la amistad. La buena compañía y la fraternidad son esenciales para llevar una vida feliz. Todos necesitamos apoyo. La mayoría de las mejores experiencias de la vida las compartimos con aquellos a quienes amamos. Y cuando nos sentimos cabizbajos o enfrentamos horas difíciles, los amigos son aún más importantes. No hay nada como juntarse con un buen amigo para compartir lo que sucede en nuestra vida, ya sean buenas nuevas o decepciones. Si te encuentras lejos de tus amigos y no resulta fácil la relación cara a cara, da resultado levantar el teléfono o llamarlos por Skype para mantenerse en contacto. Los verdaderos amigos no solo aportan apoyo; también nos inspiran a sacar lo mejor de nosotros mismos. Los amigos nos animan a seguir adelante, nos recuerdan que lo mejor todavía está por venir y que si persistimos, saldremos adelante, como ya lo hemos hecho muchas veces.
A la mayoría de las mujeres les encanta hablar con otras mujeres, mantener una conversación sin prisas con una amiga íntima. Los hombres también necesitan pasar tiempo con las amistades, que muchas veces pueden reunirse en grupo o realizar algún deporte o actividad. Hace poco pasé un par de días estupendos con dos de mis mejores amigos. Holgazaneamos en la piscina, tomamos unas cervezas y compartimos buenas comidas. Aunque los hombres no hablamos tanto como las mujeres, necesitamos pasar tiempo con los amigos tanto como ellas.
> La naturaleza es una magnífica fuente de inspiración. La creación de Dios es una prueba constante y asombrosa de Su poder y diseño. Además de ser increíblemente bella en sus múltiples formas, la naturaleza también pone de relieve el poder de Dios y Su amor por la humanidad. La naturaleza es una fuente estupenda de la que extraer inspiración, pues el genio divino se pone en evidencia en la obra de Sus manos.
La majestad de la creación es un recordatorio constante de que Dios, quien lo creó todo, es soberano y más que capaz de sobrellevar todas las cargas, temores, preocupaciones y oraciones que le encomendamos. Cuando recordamos esa gran verdad podemos echar nuestras cargas sobre Él con mayor facilidad[3], lo que nos aligera el espíritu y nos da inspiración y esperanza para el futuro.
> Procura alimentarte de buenas noticias. Esta es una forma muy efectiva de elevar nuestro espíritu. Como dice el versículo: «Todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad»[4].
Si buscamos noticias positivas hay muchas que encontrar. Mantente en contacto con familiares y amigos. Busca historias o películas verídicas que sean inspiradoras. A mí me gusta leer el blog Noticias de las buenas. Me encanta escuchar relatos sobre oraciones respondidas y buenas noticias de familiares, amigos y afiliados a LFI de todo el mundo. Me eleva el espíritu. Y cuando me entero y me alegro de la buena fortuna de los demás suelo recibir buenas noticias en mi propia vida, o será que tal vez lo advierto más. Cualquiera que sea el caso, me ponen contento.
Podemos prestar más atención a las buenas nuevas que se suscitan en nuestra vida haciendo una pausa en la mañana o la tarde para reflexionar sobre cosas por las que estamos agradecidos y apuntarlas en nuestro diario de gratitud. Comparte las buenas noticias del día en familia alrededor de la mesa. La ciencia demuestra que las personas que llevan un diario de gratitud o hacen un recuento de sus bendiciones son más felices y viven más contentas.
> Apreciar las artes: la música, la pintura, la escultura, la literatura, la danza, la fotografía. Hay innumerables bellas expresiones de la aptitud creativa del hombre, y cuando tomamos tiempo para apreciarlas nos sentimos inspirados y elevados espiritualmente hablando.
Algo de lo que disfruto es de visitar museos. Encuentro profunda belleza e inspiración en algunas de las fantásticas pinturas y obras de arte, especialmente aquellas que ilustran la vida y el tiempo que pasó Jesús en la Tierra. La música que expresa adoración y reverencia a Dios me resulta muy conmovedora y profunda. Cuando me siento descorazonado o deprimido, es una de las primeras cosas de las que echo mano.
> Disfruta de las cosas simples de la vida. No siempre se necesita un acontecimiento importante o mayúsculo para levantarnos el ánimo. Algo pequeño disfrutado al máximo y en el momento indicado puede tener un gran efecto. Por ejemplo, una ducha caliente al final de un día ajetreado, un cappuccino perfecto, un beso de un niño o un nieto. Tomates madurados en la planta en una ensalada fresca, un vaso de agua helada para paliar la sed.
Todos los días nos vemos rodeados de cosas hermosas que nos parecen normales: la belleza del cielo, el murmullo de las hojas en las copas de los árboles, un colorido pajarito sobre un cable de teléfono, la sonrisa de un amigo. Hay incontables regalitos que recibimos a diario de Dios y de los demás, que pueden darnos alegría y una sensación de bienestar si les prestamos atención.
> Mantente vivo mediante el ejercicio. Es importante dedicar tiempo todos los días a alguna actividad física. La ciencia demuestra que el ejercicio es bueno para el organismo y para la salud mental y emocional, pues contribuye a fortalecer el ánimo. Cuando estés bajo de inspiración o te falte el ánimo, ponte a mover el cuerpo. Sal a pasear, baila, camina, corre, haz pesas. Reconozco que no es algo que siempre tengo ganas de hacer, sobre todo si ando un poco alicaído o me siento cansado. Pero después de hacerlo recupero el vigor y me siento más inspirado.
> Intenta hacer algo nuevo. Un cambio de aires y nuevas actividades nos renuevan la inspiración. Por eso, siempre que puedas, haz cosas nuevas, explora lugares nuevos, rompe tus rutinas. Los ambientes nuevos nos ofrecen perspectivas distintas. Dios nos hizo a todos con algún tipo de creatividad. Activar los procesos creativos aprendiendo algo nuevo puede ser entretenido y abrir caminos hacia una renovada inspiración. Intenta algo inédito: prepara un plato nuevo, pinta un atardecer, prueba a hacer actividades de jardinería. Haz algo que no hayas hecho antes. Considera un hobby nuevo.
> Dedica tiempo al silencio. La vida es muy ajetreada, está llena de ruido, actividades que se realizan a nuestro alrededor, interrupciones digitales. Dios nos hizo de manera que necesitamos momentos de silencio. Necesitamos espacios en blanco en nuestra vida. Si observáramos nuestra vida como un libro, los márgenes representarían el silencio que necesitamos para poder manejar las páginas de vida cotidiana. Es preciso asignar tiempo a Dios. Tenemos que hacernos tiempo para nosotros mismos. A veces simplemente tenemos que desconectar y apagar nuestros dispositivos electrónicos y apartarnos de toda la febril actividad para buscar momentos de quietud.
Se puede alcanzar un sentido de propósito y gozo a partir de momentos de silencio, reflexión, oración y comunión con Dios. A veces tenemos que reflexionar acerca de nuestra vida, en qué dirección va encaminada y cuáles son nuestros objetivos. Sal a caminar o vete a un promontorio o lugar alto donde puedas estar a solas con Dios para que te hable al alma. Muchas personas evitan estar a solas o en un lugar de quietud o silencio. Si te sientes así, te puedo asegurar que un lugar de silencio puede ser el punto de partida de renovadas esperanzas, prioridades, perspectivas e inspiración divina.
Todos somos diferentes. Tal vez
obtengas inspiración y gozo de un momento de recogimiento, mientras
otra persona se inspira estando rodeada de personas y en comunidad.
Aunque para mí la música es una gran fuente de inspiración, quizás para
otra persona lo sea dar caminatas. Además, en diferentes momentos de
nuestra vida puede que lo que contribuya a infundirnos inspiración y
reavive nuestra llama no sea siempre lo mismo. Por eso, aunque haya
cosas hacia las que gravites como fuentes de inspiración, no te quedes
atascado en una rutina. Intenta cosas nuevas. Mantengámonos abiertos a
las múltiples formas en que podemos ser renovados.
Como reza el viejo adagio, «si
buscas a alguien a quien hacer feliz, la felicidad vendrá a ti». Algo
similar ocurre con la inspiración. En lugar de hacer estas cosas esperando
impacientemente y preguntándote cuándo te va a venir la inspiración,
disfruta del momento. Fija la atención en el presente, pon tus
inquietudes en manos de Dios y confía en que Él te renovará la
inspiración.
No desesperes ni te preocupes si
estás pasando por una temporada de sequía o si parece que no logras
recuperarte con la celeridad con que habías esperado. Hubo momentos en
que enfrenté extensas pruebas de desánimo y desesperanza y no me sentía
muy inspirado durante bastante tiempo. Hiciera lo que hiciera, al
parecer la inspiración me eludía. Si te encuentras en esa situación
ahora, Dios desea que le extiendas los brazos, que confíes en Sus
promesas, que tengas paciencia a pesar de cómo te sientas o de tu bajo
nivel de inspiración. A veces nos sentimos inspirados y a veces no,
pero podemos confiar en la promesa de Isaías 40:31 de que la
inspiración divina llegará en algún momento: «Los que esperan al Señor
tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y
no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán»[5].
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